Hay
un momento clave en la última saga de Brian Michael Bendis
para 'La Imposible Patrulla-X', en el que un mentor se ve a
merced de las maquinaciones del alumno, y mientras lo ve partir
dejándolo atrás se pregunta “¿Que he hecho mal? ¿Qué es lo
que ha ocurrido para que el sueño se tuerza hasta acabar así?”.
La respuesta que obtiene no puede ser más demoledora “Se ha
hecho mayor”. Una idea que sobrevuela los nueve números
que dura 'El Testamento de Xavier', saga tan excesiva, extraña e
inclasificable como únicamente Bendis sabe concebir (y que avivará
las iras de los haters tanto como ofrecerá una lectura interesante
si se más allá de la superficie).
Repleta
de red herrings y elementos para jugar con la atención del
lector mientras cuece lo suyo, hablar de 'El Testamento de Xavier'
como un cómic de superhéroes quizás es mucho presumir. Más
próxima a historias como 'La Tormenta de Hielo' o 'El Funeral' que a
lo habitual entre enmascarados, se trata de un relato tramposo,
desmitificador y lleno de amargura, en el que la herencia física es
lo de menos y lo que de verdad importa es lo que no hay escrito sobre
el papel. Una perversión de la relación entre maestro y alumno
dispuesta a dar carpetazo a todos los pecados del pasado, trapos
sucios y esqueletos en el armario que la franquicia lleva arrastrando
desde tiempos de Stan Lee y que parecen condenados a volver una y
otra vez.
La
idea es tan simple como que la madurez llega en el momento en el que
el aprendizaje deja de tener como base los conocimientos del maestro,
y contemplas que es en sus errores donde verdaderamente se esconde la
clave. El “Yo puedo hacerlo mejor” que precede a la
trágica rendición de ser consciente de aquella idealizada figura
paterna convertida en modelo a seguir no es más que otro crío
asustado en mitad del indescifrable caos, y tenía tan poca idea de
cómo lidiar con ello como nosotros mismos.
El
tan mitificado legado generacional que tanto
proclamamos los lectores de comics demolido y hecho pedazos, para
presentarlo como una cuenta atrás rodeada de gente corriendo como
pollos sin cabeza, con la esperanza de que en el último segundo
llegue alguien al que se le ocurra un nuevo parche en la boca del
desastre. Entre reproches, brechas irreparables, posturas hipócritas
y dolor acumulado, todo lo que se ha venido construyendo desde
'Vengadores Vs. Patrulla-X' -y desde mucho antes si nos ponemos-
nos estalla en las narices con esta saga, en la que la lectura de la
última voluntad de difunto amado sirve para reavivar viejas heridas
mientras fuera el mundo continúa haciendo tic tac.
Tras
más de medio año de desorientada incertidumbre en la que nadie
podía haber previsto a dónde se nos conducía, Bendis remata su
historia con final desolador, kamikaze y profundamente triste, en el
que toda puerta a la esperanza viene abierta por vía del desengaño.
No es casual que uno de los protagonistas de la saga se despida
sosteniendo entre sus manos 'Camelot (The Once and Future King)'
de T. H. White, y sus implicaciones sobre la realidad como muerte
del idealismo.
Con
sus paralelismos entre el mentor que trata de proteger a sus alumnos
de sus propios pecados y el pupilo que no puede seguir ejerciendo
como tal una vez que toma las riendas para cometer los suyos propios,
'El Testamento de Xavier' es un relato tan antiguo como la vida. Como
Proteo, Legión, Onslaught y los Protocolos de Xavier. Tan viejo como
Cassandra Nova, Peligro y la Génesis Muerta, y que se mantiene vivo
años después de que la Utopía se hundiera con el cadáver
de Xavier yaciendo sobre sus costas.
Destacando
por los momentos de personajes y siendo sorprendentemente absorbente
una vez decides leerla del tirón -mientras que mes a mes me estaba
resultando insufrible-, no hay espacio para el heroísmo en una
historia en la que se contempla lo monstruoso y atroz como única vía
de escape en la puerta del abismo. Una con todas sus trampas,
asperezas y difícil digestión seguramente no vaya a pasar al
recuerdo entre las mejores historias de los X-Men.
Sin
embargo, lo que plantea es tan arriesgado y diferente, que uno solo
puede sentir una profunda fascinación con lo que ha construido
Bendis en este hermoso desastre que es 'El Testamento de Xavier',
atreviéndose a proclamar
la única gran verdad que de verdad
merece la pena conocer: Que por bonito que lo puedan pintar, lo que
se transmite de generación en generación no es una antorcha, sino
un cartucho de dinamita con la mecha encendida. Ahí te las averigües
para que no llegue al final hasta que se lo puedas pasar al
siguiente.