sábado, 28 de febrero de 2015

El Búho de Mark Waid


Creado por Stan Lee y Joe Orlando a mediados de los sesenta, El Búho nunca ha sido un personaje que me sugiera demasiado, más allá de lo que cualquier otro hampón de aspecto estrafalario pueda aportarme. Da igual que vaya a la misma peluquería que Lobezno, se empeñe en poner la misma cara de cabreo y -de vez en cuando- incluso llevar garras. El corvo, menudo y con posible panza incipiente Leland Owsley es al canadiense, lo que Grumpy Cat a un Tigre de Bengala.

Tampoco voy a negar que he disfrutado de varias historias en las que el villano de Daredevil participaba, ya sean los 'Enemigos Superiores de Spider-Man' o los primeros números del 'Marvel Knights: Spider-Man' de Mark Millar. Pero en general, la sensación es que Owsley estaba ahí como podría haber sido cualquier otro. Que no era más que un eterno aspirante a Kingpin y un pájaro carroñero, de esos que alzan el vuelo en cuanto un ave más gorda entra en el corral.

Aun siendo uno de los principales antagonistas del Diablo Guardián, cualquier comparativa con los grandes villanos del Caballero Oscuro solo serviría para dejarlo más en evidencia. Pero entonces llego el Búho de Mark Waid, que en Daredevil está haciendo algo equiparable al trabajo de Paul Dini en 'Batman: TAS' o Brian Michael Bendis en 'Ultimate Spider-Man', y con una facilidad pasmosa dejó en evidencia lo que ninguno nos habíamos percatado hasta entonces: El Búho es el antagonista perfecto del Daredevil.


No hay más que pensar en esos ojos vidriosos e inhumanos brillando en mitad de la noche. No hay nada que pueda escapar a su vista mientras prepara las garras para saltar sobre la presa desde la cima de su atalaya. Ojos acechantes y perennemente abiertos, que nos observan silenciosamente en nuestra intimidad, sin emitir ningún tipo de juicio salvo el de su severa ominipresencia.

Bubo virginianus. Eres un búho. La única y principal flaqueza de Daredevil convertida en virtud. Dos seres tan perfectamente complementarios, como si hubieran sido creados sin más motivo que el de ser enemigos jurados. Un vínculo tan nítido y perfecto que ningún mafioso entrado en carnes, ninja o tirador psicótico puede superar, y por el que Mark Waid no podría haber elegido mejor esta pieza clave pasa su última etapa al frente de Daredevil.


Western de viñetas


A pesar de la buena relación presente entre cine y cómic, hay un género particular que parece resistirse, cayendo en el desastre absoluto independientemente de los medios, presupuestos y estrellas de primera línea que se quieran invertir en él: El western. Algo particularmente triste si tenemos en cuenta que prácticamente se trata del género padre en el que se forjó el arte secuencial, pero aparentemente irrefutable si tenemos en cuenta los resultados económicos de todas y cada una de las adaptaciones de clásicos del western en viñetas que se han llevado durante los últimos años.

Y si bien a los estudios parece aflojarseles la cartera en al oir la palabra “cómic”, en cuando el revolver entre en escena todo se convierten en miedos. No es que se le pueda culpar teniendo en cuenta los catastróficos resultados de películas como el 'Blueberry' de Jan Kounen, 'Jonah Hex' de Jimmy Hayward o la todavía reciente 'El Llanero Solitario' de Gore Verbinski, las cuales hacen pensar que aun esta lejos el día en el que disfrutemos de un 'Blaze of Glory' de Marvel Studios o una adaptación de 'The Sixth Gun'.


Tocando madera por lo que pueda ocurrir con la serie de 'Predicador', mientras se resiste la frustración de pensar lo cuesta arriba que esta el panorama para que una -soñada- adaptación de 'Bella Muerte' pudiera llevarse a cabo, no hay más remedio que resignarse. Asumir que el western se ha convertido en un género anacrónico, y que si ya en el cómic actual apenas quedan muestras y el cine se ha visto relegado a una presencia testimonial, las adaptaciones de western pulp a la gran pantalla tienen los días contados.


Porque debe ser un problema de las apetencias del público y no de la calidad de las adaptaciones en si mismas, ¿verdad? Tampoco es que alguien haya conseguido estrenar un western pulp acorde al lenguaje del cómic en la gran pantalla y salir airoso en el intento.  

Jim Shooter y las mujeres


El tiempo no pasa en balde, y a todos nos pasa a factura. En lo que respecta a Jim Shooter, no es que fuera precisamente el más adelantado de su época a la hora de abordar personajes femeninos, algo patente tanto en el infame número 200 de 'Los Vengadores' como en lo que narraba Javier Agrafojo sobre 'Dazzler: The Movie' en Zona Negativa. Tan de moda actualmente con la ambiciosa macrosaga que prepara Jonathan Hickman, en las Guerras Secretas originales de Jim Shooter y Michael Zeck podemos ver otro de los grandes éxitos del antaño editor jefe de Marvel Comics, por medio de Magneto y la Avispa.

Que el amo del magnetismo siempre fue un crápula lo sabíamos de aquellos días en los que lo mismo hacía proposiciones indecorosas a Jean Grey que privaba de voluntad a la Bruja Escarlata para obligarla a hacer bailes eróticos. Su poder mutante se presta a la broma y en el cine fue interpretado por Michael Fassbender, ¿cómo resistirse a la tentación de retratarlo como un sátiro de pelo cano e incapaz de mantener la caramida en los pantalones?


Así que en plena batalla con los héroes de la Tierra, Maggies decide que es buena idea tomar como rehén a la Avispa. ¿Para qué? Para ponerse to cómodo y enseñarle lo guapa que es su nueva choza. La magia de los giros de argumentales completamente inverosímiles se encargará de hacer el resto, y que Janet sucumba al irresistible encanto de llevar dos días en un planeta alejado de la Tierra y el guión de Shooter. Luego la escena cobra matices, pero el momento en sí es impagable, y obliga a preguntarse porqué lo llaman pasión, cuando quieren decir síndrome de Estocolmo espontáneo. 

Fuente de la imagen: The Outhousers

viernes, 27 de febrero de 2015

Jeff Lemire, el drama de ser siempre segundo


Si bien siempre podemos apelar a 'Trillium' o 'Sweet Tooth' para defender sus virtudes como guionista, los cómics de superhéroes de Jeff Lemire han recibido palos en más de una ocasión por ser demasiado evidentes en sus fuentes de inspiración. Principal razón por la que actualmente se le puede considerar más un guionista con proyección que una figura consagrada del género, ni aun siendo de los que vienen disfrutando su trabajo desde que recuperó las raíces agrarias de el último hijo de Krypton en Superboy como es mi caso*, se puede ignorar a las voces detractoras que señalan que sus trabajos suelen estar repletos de detalles que recuerdan demasiado a cosas ya vistas.

Ya sea un 'Animal Man' en el que quiso reavivar su aspecto chamánico recuperando el legado de Jamie Delano o un 'Green Arrow' con el que se dispuso a aprovechar lo que estaban haciendo en la tele, y ya de paso tirar de la imagen gráfica del 'Ojo de Halcón' de David Ajá y 'El Imortal Puño de Hierro' de Brubaker y Fraction, el mayor enemigo de Jeff Lemire parece ser su empeño en vestir los zapatos más grandes que encuentra en la tienda. Sin tocar el molde.


Algo apreciable incluso en aquellos trabajos en los que su etapa supera con creces a la de su predecesor -como es el caso de 'La Liga de la Justicia Oscura'-, y a lo que va a tener que enfrentarse de nuevo ahora, cogiendo el testigo de la mano de Matt Fraction como nuevo guionista de 'Ojo de Halcón'. Acompañado por Ramón Pérez a los lápices, Jeff Lemire se estrena con el arquero de Los Vengadores la próxima semana, cuando todavía queda un número para que Fraction y David Aja terminen su etapa (lo que siempre da mayor responsabilidad).

A espera de ver como escapa de semejante compromiso, las primeras páginas de 'All-New Hawkeye' denotan que Lemire ha optado por ser continuista respecto a la etapa anterior. Algunos lo valorarán como algo negativo, en mi caso, solo puedo afirmar que para una vez que Marvel ha encontrado una voz propia para el personaje, quizás sea más inteligente apostar por la solidez del notable sin sobresaltos, que empezar a hacer experimentos. El resto, ya tocará decidirlo una vez leído.


* 'Superboy' de Jeff Lemire, obra que a pesar de sus virtudes terminó viéndose truncada por las lides con los crossovers de turno y un apresurado final en las puertas de los Nuevos 52

jueves, 26 de febrero de 2015

El romance secreto de Lobezno y Colmillo


Hay un momento particularmente extraño en la Saga del Cristal de M'Kraan de Chris Claremont, en el que Lobezno desaparece en plena batalla, y cuando vuelve no lo hace con su uniforme, sino con el del superguardián Sh'iar Colmillo. Mucho se ha especulado sobre esa escena, que en una primera lectura todos entendimos cómo que Lobezno había matado a Colmillo, y por alguna razón había tenido que cambiar su traje -quien sabe si roto o inutilizable- con el de su adversario. O al menos, hasta que un buen puñado de números más tarde el Sh'iar reapareció durante la saga de El Nido y -en esta ocasión sí- pareció morir, haciendo pensar que el canadiense de las garras de adamantium fue clemente y lo dejó con vida.

Así ha permanecido durante años en los que cada vez que aparecía un nuevo Colmillo se asumía que era un relevo de este en las tropas imperiales de los Sh'iars, hasta que ahora Ray Fawkes ha decidido marcarse un requiebro en cuanto a continuidad. Dándole un protagonismo extra al revelar que Colmillo en realidad nunca murió y ha sido amigo íntimo de Lobezno durante años, el ejercicio de retrocontinuidad de Fawkes en el octavo número de 'Lobeznos' tiene consecuencias particularmente divertidas si tenemos en cuenta el contexto junto a relatos anteriores y la información que se nos da en este número.


Como nueva incorporación a su camada de lobos, Fawkes reimagina al miembro lupino de la Guardia Imperial para aportarle mayor profundidad, convirtiéndolo en una suerte de Lobo de DC Comics, con el carácter jocoso y bravucón de Puck de Alpha Flight. Con ello, no solo revela que su raza es particularmente difícil de matar aunque en más de una ocasión pueda dar impresión de lo contrario, sino que desvela los parámetros de esta relación secreta entre Lobezno y Colmillo, mostrando que se mantuvieron en contacto desde que se conocieron, y que una vez al año el miembro de la Guardia Imperial bajaba a la Tierra para beber cervezas junto a Logan, contar antiguas batallas y lo que surja. O como el propio Colmillo lo describe textualmente, disfrutar de la pasión del deporte, junto a un Logan que sabía como pasar un buen rato.


Ahora bien, ¿os acordáis de aquel número de 'Lobezno y las Mujeres' de Jason Aaron, en el que Logan sorprendía a su por entonces novia Melita Garner con un truco sexual que había aprendido de los Sh'iars? También fue extraño porque realmente Lobezno no es un personaje que haya interactuado demasiado con los súbditos de Lilandra o viajado a sus territorios, como para haber tenido tiempo para andar encamándose con Sh'iars. Salvo en aquella ocasión en la que la Patrulla-X se enfrentó a la Guardia Imperial por primera vez, y se perdió en mitad de la batalla para reaparecer con el traje del otro tipo. Claro.

Spider-Gwen #1, de Jason LaTour y Robbi Rodriguez


Si el número de presentación de Spider-Gwen durante la antología 'Edge of Spider Verse' ya fue un flechazo instantáneo, el debut de su serie regular despeja cualquier tipo de duda: Esta chica lo tiene. No siendo necesario lidiar con el último crossover arácnido para abordar su lectura -con el one-shot de presentación a cargo del mismo equipo creativo te sobra-, hay un ritmo cadencioso e irresistible en cada trazo, cada fuente de letra, cada color, cada viñeta, cada diseño, bocadillo de texto, personaje y composición de página de esta serie, que hacen que desde el momento en el que abres la primera página te olvides de todo y simplemente te dejes llevar por el sonido acompasado de las baquetas golpeando sobre el parche del tambor.

¿Alguna vez has entrado en un garito con el concierto empezado, y coincidiendo con la apertura de un nuevo tema has sentido como la multitud te absorbe al son de una canción con la que ni siquiera la banda parece tener claro qué está haciendo? Ese momento en el que la música cobra vida y se convierte en un ente colectivo que atrapa a público, músicos, instrumentos y la noche misma en una comunión de la que es imposible escapar.


Es la mejor forma de describir a esta Spider Gwen que parece haber estado aguardando en el limbo hasta que se dieran las circunstancias para nacer y convertirnos en su rehén. Ni siquiera hay necesidad de dar imagen de un plan a largo plazo, el personaje simplemente fluye entre capuchas a medianoche, pintadas reivindicativas con carácter vandálico, villanos de ojos rojos envueltos en brumas tóxicas, onomatopeyas impresas en falso lápiz de cera, teléfonos móviles sin aplicación de whatsapp, cómics underground de Steve Ditko, garage y un gato que se llama Murderface.

Con el dibujo de un Robbi Rodriguez cuyo trazo nervioso sería más fácil de describir como las ondas de vibración de un altavoz pintadas a colores que con alguna comparación de estilo, y un Jason Latour que sabe adivinar el momento exacto para dejar escapar sus letras, si por algo destaca Spider Gwen es por su propia protagonista. Más allá de la mera versión enmascarada del original, esta Gwen Stacy da la impresión de haber nacido en mitad de la calle, por generación espontánea a partir de un par de deportivas y con la mochila ya sobre los hombros.


Rara vez bajo techo tanto en este cómic de Spider Gwen como en el one-shot original, cada vez que la hemos visto enclaustrarse bajo cuatro paredes ha sido con la inquietud del que no se siente cómodo, y busca la más mínima excusa para salir de allí. Hacer lo suyo liberando un chaparrón de energía juvenil sobre la batería, y volver a la intemperie que es donde de verdad se siente cómoda. Una Spider Woman 100% urbana, directa y sin acomodamiento frente a las tonterías, en un universo reinventado a su imagen y con cada vuelta de tuerca a los personajes Marvel de toda la vida más atractiva que la anterior.

Muchos continuarán quejándose por esta proliferación de mujeres araña que estamos viviendo, y sin embargo, lo cierto es que Gwen, Cindy y la Jessica Drew de Dennis Hopeless apenas tienen nada en común, salvo el hecho de ser todas herederas de Peter Parker y el mimo con el que las están abordando con sus guionistas. Pero si de entre las tres hay que elegir una favorita, me temo que la mía tiene pelo rubio, los auriculares en las orejas, y solo parece estar tranquila dando guerra en una batería o repartiendo estopa entre los malos.


miércoles, 25 de febrero de 2015

La riqueza del pasado de Aquaman


Siempre he tenido la sospecha de que a la mayoría de los que tienen en los altares el 'Aquaman' de Peter David como la mejor etapa del personaje, les gusta más Peter David de lo que les puede gustar Aquaman. Que sí, el tío se marcó 'Las Crónicas de Atlantis' y eso no hay quien se lo quite, como tampoco se le pueden negar otras de las incorporaciones que hizo al universo del personaje. Pero su etapa no solo se vio afectada por cantidades demenciales de eventos, sino que además fue bastante irregular y tuvo desvaríos como vincular el hundimiento de Atlantis a una movida new age con alienígenas de por medio.

No hablemos ya de la imagen del personaje durante dicha etapa, que imagino que si Spider-Man en los noventa se hubiera deslizado entre los rascacielos de Nueva York con barba, melenaza al viento, el pecho descubierto, una hombrera metálica y un garfio en lugar de la izquierda más de uno se habría arrancado los ojos, pero con Aquaman por alguna extraña razón se acepta. El caso es que aunque la vena satírica de David en más de una ocasión podía ser divertida, a mi personalmente siempre me ha costado tener como imagen ideal de una andadura del personaje una etapa que en muchas ocasiones parecía más preocupada en parodiar o hacer guiño a otros iconos como Juez Dredd o Depredador, que en explorar la mitología del personaje.


Mitología que en más de una ocasión daba la impresión de resultarle incómoda, siendo bastante difícil de defender lo que hizo con personajes como Black Manta. Y sin embargo, su la etapa de 'Aquaman' de Peter David tiene una buena consideración en la bibliografía del personaje, en parte porque el guionista al menos era un tío divertido e ingenioso, y porque realmente no había ninguna otra etapa post-crisis que le hiciera sombra. Hasta ahora.

Y es que a pesar de que el Aquaman de los Nuevo 52 ha sido una suerte de borrón y cuenta nueva, el esplendor clásico y amor por el pasado de personaje que transmite la etapa de Geoff Johns y Jeff Parker es difícil de encontrar en ninguna otra que se haya publicado durante los últimos treinta años. Una etapa que no solo no se avergüenza de personajes como Mera, el Ocean Master o el citado Black Manta, sino que sabe aprovechar lo mejor de anteriores etapas para encajarlos de forma orgánica en el universo de Aquaman, y crear un fascinante entramado de reinos submarinos, reliquias místicas, civilizaciones perdidas y secretos enterrados en lo más profundo de los oceános.


Una etapa en la que puedes encontrar referencias de lo más variadas a los Trolls de Fuego, el Creature King, Topo, Lava Lord o Atlanna, y la que no solo sabe hacerlos interesantes, sino que también los sientas como parte propia del universo del personaje. Una 100% aventurera, y que cuando mira a los océanos los mira con el asombro del que tiene ante sus ojos un mundo extenso por explorar, en lugar de como un compromiso de tener que lidiar con “el tío ese que vive bajo el agua”.

Tomándose en serio la labor de construir una mitología como un termino con todas sus letras, podría resumirse como una etapa que -si la estuviera escribiendo David- ya la habríamos vendido como una de las mejores de la historia del personaje. Como no lo es, habrá que aguardar un poco más, pero esperemos que el tiempo le haga justicia, porque ya el hecho de que Jeff Parker vaya a salir en breve de la colección y no haya señal suya en el resto de DC debería ser razón de disgusto.


martes, 24 de febrero de 2015

La letra pequeña del Testamento de Xavier


Hay un momento clave en la última saga de Brian Michael Bendis para 'La Imposible Patrulla-X', en el que un mentor se ve a merced de las maquinaciones del alumno, y mientras lo ve partir dejándolo atrás se pregunta “¿Que he hecho mal? ¿Qué es lo que ha ocurrido para que el sueño se tuerza hasta acabar así?”. La respuesta que obtiene no puede ser más demoledora “Se ha hecho mayor”. Una idea que sobrevuela los nueve números que dura 'El Testamento de Xavier', saga tan excesiva, extraña e inclasificable como únicamente Bendis sabe concebir (y que avivará las iras de los haters tanto como ofrecerá una lectura interesante si se más allá de la superficie).

Repleta de red herrings y elementos para jugar con la atención del lector mientras cuece lo suyo, hablar de 'El Testamento de Xavier' como un cómic de superhéroes quizás es mucho presumir. Más próxima a historias como 'La Tormenta de Hielo' o 'El Funeral' que a lo habitual entre enmascarados, se trata de un relato tramposo, desmitificador y lleno de amargura, en el que la herencia física es lo de menos y lo que de verdad importa es lo que no hay escrito sobre el papel. Una perversión de la relación entre maestro y alumno dispuesta a dar carpetazo a todos los pecados del pasado, trapos sucios y esqueletos en el armario que la franquicia lleva arrastrando desde tiempos de Stan Lee y que parecen condenados a volver una y otra vez. 


La idea es tan simple como que la madurez llega en el momento en el que el aprendizaje deja de tener como base los conocimientos del maestro, y contemplas que es en sus errores donde verdaderamente se esconde la clave. El “Yo puedo hacerlo mejor” que precede a la trágica rendición de ser consciente de aquella idealizada figura paterna convertida en modelo a seguir no es más que otro crío asustado en mitad del indescifrable caos, y tenía tan poca idea de cómo lidiar con ello como nosotros mismos.

El tan mitificado legado generacional que tanto proclamamos los lectores de comics demolido y hecho pedazos, para presentarlo como una cuenta atrás rodeada de gente corriendo como pollos sin cabeza, con la esperanza de que en el último segundo llegue alguien al que se le ocurra un nuevo parche en la boca del desastre. Entre reproches, brechas irreparables, posturas hipócritas y dolor acumulado, todo lo que se ha venido construyendo desde 'Vengadores Vs. Patrulla-X' -y desde mucho antes si nos ponemos- nos estalla en las narices con esta saga, en la que la lectura de la última voluntad de difunto amado sirve para reavivar viejas heridas mientras fuera el mundo continúa haciendo tic tac.


Tras más de medio año de desorientada incertidumbre en la que nadie podía haber previsto a dónde se nos conducía, Bendis remata su historia con final desolador, kamikaze y profundamente triste, en el que toda puerta a la esperanza viene abierta por vía del desengaño. No es casual que uno de los protagonistas de la saga se despida sosteniendo entre sus manos 'Camelot (The Once and Future King)' de T. H. White, y sus implicaciones sobre la realidad como muerte del idealismo.

Con sus paralelismos entre el mentor que trata de proteger a sus alumnos de sus propios pecados y el pupilo que no puede seguir ejerciendo como tal una vez que toma las riendas para cometer los suyos propios, 'El Testamento de Xavier' es un relato tan antiguo como la vida. Como Proteo, Legión, Onslaught y los Protocolos de Xavier. Tan viejo como Cassandra Nova, Peligro y la Génesis Muerta, y que se mantiene vivo años después de que la Utopía se hundiera con el cadáver de Xavier yaciendo sobre sus costas.

Destacando por los momentos de personajes y siendo sorprendentemente absorbente una vez decides leerla del tirón -mientras que mes a mes me estaba resultando insufrible-, no hay espacio para el heroísmo en una historia en la que se contempla lo monstruoso y atroz como única vía de escape en la puerta del abismo. Una con todas sus trampas, asperezas y difícil digestión seguramente no vaya a pasar al recuerdo entre las mejores historias de los X-Men.

Sin embargo, lo que plantea es tan arriesgado y diferente, que uno solo puede sentir una profunda fascinación con lo que ha construido Bendis en este hermoso desastre que es 'El Testamento de Xavier', atreviéndose a proclamar la única gran verdad que de verdad merece la pena conocer: Que por bonito que lo puedan pintar, lo que se transmite de generación en generación no es una antorcha, sino un cartucho de dinamita con la mecha encendida. Ahí te las averigües para que no llegue al final hasta que se lo puedas pasar al siguiente.


Ilustración final: ayurelacteus

domingo, 22 de febrero de 2015

Oscar vs Oscar: Baquetas al mediodía, alas en el atardecer


De entre las nominadas a mejor película de los Oscars, 'Whiplash' y 'Birdman' son con toda seguridad mis favoritas de este año. Dos films unidos a través de la música de una batería omnipresente, pero que reflejan dos formas muy diferentes de afrontar el arte, a su vez ligadas dos de los puntos de inflexión más importantes de la vida.

De ritmo nervioso, desenfrenado y con dificultad para domar su propia impetuosidad, 'Whiplash' de Damien Chazelle es un film vibrante. Salvaje. Un torrente de energía que te arrastra, golpea y hace trizas con la arrolladora fuerza de un vendaval, dejándote a merced de una tormenta de emociones gestada en el choque entre los dos titanes a los que encarnan Miles Teller y J.K. Simmons.

El relato de un muchacho a caballo entre la protección del hogar paternal y su reafirmación como hombre, en busca de una realización a través de la música. Un aspirante a estar entre los más grandes del jazz que choca de bruces frente a un severo instructor marcial dispuesto a hacerlas pasar putas. La fuerza imparable frente a un objeto inamovible. Una batalla en la que no queda otro remedio que dejarse la piel la morir en el intento. 


Furia descarnada resistiéndose a doblegarse frente a la mano para la que el sometimiento equivale a destrucción, el film avanza al ritmo frenético con el que el personaje de Teller golpea las baquetas contra las piezas de su batería, hasta proclamarse a golpe limpio como una de las experiencias cinametográficas más apasionadas del año.

Por su parte parte, la percusión que resuena entre los camerinos de 'Birdman' de Alejandro González Iñarritu lo hace con la cadencia mortecina de unos palillos mecidos bajo el ritmo de su propio peso. Controla la técnica asimilada durante años, pero no puede evitar disimular cierto signo de agotamiento. Una fatiga acumulada a la que rechaza con la obstinación de aquel que lucha contra una parte intrínseca de si mismo.

Es un cuento crepuscular ambientado en un laberinto de pasillos tras el muro de la escena, y cuya única puerta de salida da un callejón que se pierde entre las brumas del olvido. El último acto de rebeldía de un artista que se aproxima al ocaso de sus días, y que está determinado a volver a brillar antes de entrar dócilmente en la buena noche. El Riggan Thomson de Michael Keaton es un caballo viejo, anacrónico y oxidado, en el que ni siquiera una desvencijada montura de sus días de gloria es capaz de cubrir las cicatrices acumuladas tras una vida de tropiezos. 


Ya sea con la música en 'Whiplash' o 'Birdman' y el estrellato de la actuación, ambos films usan el escenario como platea para la catarsis personal. El alarido gutural del joven reclamando su lugar en el mundo, frente al proto-anciano que rechaza asumir el suyo. En ambas, las bambalinas juegan el papel del equipaje que llevamos con nosotros. Padres, hijos, esposas, amantes, enemigos... Todas las pasiones, rencillas, lamentos y frustraciones que dan forma al hombre que se interna ante el jurado del público, y que nos acompañan al plantar cara a la batalla de nuestras vidas. 

Ilustración: Melissa Dow para Eleven PDX

Hora de Aventuras y la cocina minimalista


Llamamos cocina minimalista a aquella que se aleja de la saturación de sabores y las presentaciones artificiosas de la nouvelle cuisine, para potenciar un sabor en toda su intensidad sin adornos ni aditivos. La virtud de hacer un huevo frito y conseguir que se nos haga la boca agua, no por la guarnición ni la forma de ofrecerlo, sino por cómo solo con el huevo se nos hace la boca agua. La reivindicación de lo sencillo como recuperación de lo auténtico, y hacerlo brillar en su máximo esplendor.

Trasladado a series, no son pocas las que han sabido entender esta fórmula convirtiendo el episodio como unidad del disfrute, por medio de premisas tan sugerentes e imaginativas que te conquistan desde la sinopsis inicial. Podríamos hablar de 'Batman: The Animated Series' como de 'Buffy Cazavampiros' o 'South Park', pero si hay una serie de animación que durante los últimos años ha estado destacando en este aspecto, es 'Hora de Aventuras'

Convertida en un universo transmedia que abarca televisión, viñetas y plataformas jugables, el último cómic de 'Hora de Aventuras' publicado por BOOM! Studios podría ser un buen ejemplo de esta virtud, con una premisa tan demencialmente genial que te obliga desesperadamente a buscar la cartera para pedirles que callen y cojan tu dinero: Un día los personajes se despiertan, y se dan cuenta de que han olvidado como cocinar.
 
Ni 'El Día de la Marmota' ni 'La Cabina' de Mercero. ¿Se puede condensar de forma más épica y brillante la tragedia cotidiana de enfrentarse a los fogones y los útiles de cocina para conseguir encontrar la alquimia que nos permita disfrutar de la comida que a todos nos gustaría encontrar sobre el plato? Si la hay, a mi no se me ocurre.

Oscar vs Oscar: Demócratas contra republicanos


Lanzar este post sin que de la impresión de que me he inspirado en lo escrito por el compañero Conrado Martín y su 'Birdhood' para Making Of E-Zine va a ser difícil. Pero el caso, es que entre las nominadas a los Oscars de año se pueden establecer paralelismos que muchas veces van más allá del aspecto meramente cinematográfico. El cine como plataforma ideológica para las masas, y que este año tiene su máximo exponente en el cara a cara entre 'Boyhood' y 'El Francotirador'

Ambas ambientadas en Texas, y ambas ofreciendo un reflejo muy diferente de la América de la última década, el mero hecho de que en más de una ocasión se haya hecho referencia a 'Boyhood' de Richard Linklater como la película favorita de Barack Obama da un indicio de por donde van los tiros. Reivindicación de la vida despreocupada, de la familia disfuncional, las pequeñas cosas cotidianas y la búsqueda personal, cualquier tipo de sutileza salta por la ventana desde el primer encuentro familiar en el que Ethan Hawke le da una valiosa lección a sus hijos: Hagáis lo que hagáis, nunca votéis por George Bush

La viva imagen del padre guay, enrollado, cariñoso con sus hijos y con gustos musicales molones, y se nos presenta haciendo campaña activa a favor de Obama dentro del que tradicionalmente ha sido el corazón del partido Republicano de Bush y compañía. ¿Cómo no va a ser la película favorita del actual presidente de los Estados Unidos? Se estrena en las puertas de las elecciones y votamos a Obama hasta en España.


Pero como todo ying tiene su yang, enfrente encontramos 'El Francotirador' de Clint Eastwood. Una nominada a mejor película en los Oscars que se celebran esta noche que parece resultarle incómoda incluso a su propio director, y en la que al lado crítico termina temblándole las rodillas frente a la vanagloria del hombre al servicio del estado con banderas ondeantes y alto sabor patriótico. No es que vayamos a culpar a Eastwood a estas alturas, porque supongo que será difícil no mostrar compasión por esos muchachos que sacrifican su humanidad para defender el modo de vida de su país. Sobretodo teniendo encima a la esposa del tipo en que se basa tu película diciéndote lo qué sería bueno o no que vieran sushijos en el cine

El resultado es un biopic de un letal brazo del sistema que poco tiene que envidiarle al Fredrik Zoller de 'Malditos Bastardos' que peca de cómodo y amable, y que probablemente se habrá convertido en la referencia de los americanos más conservadores, con su exaltación de la familia convencional, esa esposa que aguarda castamente el regreso de su marido, los valores del todo por la patria y un final de los que te hacen arquear la ceja si te pilla fuera o todo aquello te suena extraño. Sobre todo teniendo en cuenta que a pesar de que su evidente retrato de la deshumanización del hombre a manos de la maquinaria bélica y que para alguien con dos dedos de frente debería estar claro que está al borde de la reivindicación heroica de un perfecto psicópata, cualquier tipo de crítica contra la cinta de Eastwood ha sido recibida entre la ira y el desprecio.


Ambas se verán las caras esta noche en un duelo en el que 'Boyhood' tiene todas las papeletas de resultar ganadora en varias de las categorías a las que opta, mientras 'El Francotirador' seguramente quede como un apéndice a pie de página para que la América de las botas de cowboy, los rodeos y el alístate en la marina sepa que la Academia no se olvida de ellos. O porque no, como campaña de reclutamiento anual para recordar a todos esos muchachos que su país les necesita, en medio de una fiesta del cine en el que la política, nunca queda en segundo plano.

The Spire, nueva serie de Simon Spurrier y Jeff Stokely


Que puñetera es la relatividad. Ni siquiera había pasado un mes desde la publicación del último cómic de Simon Spurrier para Marvel, y cada ocasión en la que nos hemos fustigado pensando que habíamos perdido a uno de los mejores guionista de la actualidad por culpa del miserable favor del gran público se ha hecho una eternidad. Pero el responsable de 'X-Club', 'X-Men: Legado' y la recién concluida 'X-Force' está de vuelta, y lo hace con el dibujante de 'Six Gun Gorilla' Jeff Stokely, junto a quien ya prepara un nuevo trabajo para BOOM! Studios.
 
Pareja de Eisner, 'The Spire' es la nueva serie de Simon Spurrier y Jeff Stokely, de la que apenas se tiene información más allá de una marcada influencia de 'Heavy Metal', 2000AD y el manga en general (Bleeding Cool dixit). Eso, y que sus propios responsables aseguran que -en comparación-, 'Six Gun Gorilla' parecerá un cómic convencional, por lo que promete ser un reto a nuestra atención, como solo Spurrier y Stokely son capaces de ofrecer.

sábado, 21 de febrero de 2015

El arte de Ron Salas


Una de las secciones imprescindibles de Comic Vine para cualquier fan al noveno arte que se precie, es la recopilación deilustraciones a cargo de numerosos dibujantes y comisiones que ofrecen cada sábado. En estas no solo tenemos la oportunidad de ver a artistas de la talla de Chris Samnee o Peter Nguyen firmando pin-ups de personajes con los que no trabajan habitualmente, sino también de descubrir a otros a los que no tenías localizada la pista. 

Entre los últimos, toca añadir ahora al dibujante afincado en Florida Ron Salas, proveniente del diseño gráfico y a quien no tenía el gusto de de haber conocido más allá de por sus portadas para los especiales King de Dynamite. Sin haber catado otros de sus trabajos de más largo recorrido como las miniseries de 'Existence' con Nick Spencer, estas ilustraciones -junto a otras mostradas en su web- demuestran que quizás sea algo que merezca la pena subsanar pronto. 




Clint Eastwood y los cómics



Que entre las grandes estrellas de Hollywood, actores o directores, hay un buen puñado de aficionados al cómic no es algo que sorprenda a nadie. Hay casos en los que ellos mismos se exponen como geeks de forma abierta, mientras que en otras lo hacen de forma más reservada, evidenciándose mediante pistas aquí y allá. 

En el caso de las películas de Clint Eastwood, no es extraño encontrar alguna que otra conexión con el mundo del cómic, ya sea Morgan Freeman leyendo el primer número de la 'Mística' de Brian K. Vaughan en 'Million Dollar Baby', o su trabajo junto con alguien tan vinculado al medio como Joseph Michael Straczynski en 'El Intercambio'. Mucho más presente en su último trabajo estrenado en Espapaña -'El Francotirador'-, Punisher se convierte en una suerte de presencia etérea a lo largo de la película bélica centrada en la vida del sniper americano Chris Kyle, por unos motivos que distan de ser casuales. 


Creado por Gerry Conway, John Romita Sr. y Ross Andru a mediados de los setenta, el letal justiciero de la calavera ha tenido numerosas etapas para el recuerdo, pero ninguna tanto como la firmada por Garth Ennis en el sello MAX. En ella, el guionista norirlandés usaba al personaje dedicado a exterminar criminales tras la muerte de su familia para demoler pieza a pieza toda idealización en torno a la guerra y el ciclo de la violencia. 

Es el primer número de dicha etapa el que vemos leer a uno de los compañeros de Kyle -tirándose la gafapastada de que es una novela gráfica, y no un cómic-, y el reconocible logo del personaje el que lucen varios vehículos de la unidad en la que operan ambos. Pero es que realmente el propio Francotirador de Clint Eastwood era fan del personaje de Marvel Comics, y su unidad se hacían llamar “The Punishers” en la vida real. 


Así lo expresaba un pasaje de la autobiografía de Chris Kyle, en la que narraba como les fascinaba la idea de un vigilante que corregía a los malos llevándoles el miedo en forma de muerte. El francotirador comparaba la cruzada de Castle con la suya propia, razón por la cual decidieron adoptar el símbolo pintándolo en sus chalecos, vehículos y en todo edificio o pared que tuvieran a mano. Una suerte de marca psicológica con la que amedrentar a los enemigos y avisarles de que estaban ahí para ir a por ellos. 

¿Nos ves? Somos la gente que está pateando vuestro trasero. Témenos. Porque hemos venido a mataros, y si vosotros sois malos, nosotros somos peores

Paradójicamente, ese Frank Castle del que Kyle y sus muchachos tanto se enorgullecían de seguir sus pasos era reflejado por Ennis en dicha etapa como poco menos que un psicópata irredimible. Un monstruo surgido de los abismos para el que no existía sentimiento humano alguno más allá de la satisfacción de la muerte, y en el que tan poco rastro del heroísmo que este soldado con tantas bajas a su nombre parecía proclamar. 

Fuente: Vulture

Doug Mahnke, creador de monstruos en DC Comics


Como alguien a quien le apasiona 'La Espada de Azrael' y el arte de Joe Quesada en aquellos locos noventa, estaba claro que Doug Mahnke estaba condenado a convertirse en un de mis dibujantes favoritos. Ya lo fue cuando la mayoría lanzaban elogios al Green Lantern de Ivan Reis, y yo no dejaba de apartar sus páginas repletas de alienígenas antropomórficos pertrechados con atrezzo de serie B, en busca de los increíbles mundos plagados de monstruos a los que solo era capaz de dar vida Mahnke. 

Hablamos del responsable gráfico de la 'JLA' de Joe Kelly, 'Black Adam: La Edad Oscura', 'Superman Beyond', el '¿Qué tiene de divertido la verdad, la justicia y el estilo de vida americano?' o que casi consigue que se me salgan los ojos de las órbitas con aquella viñeta con Flash en manos de La Liga de los Ancianos. ¿Cómo no voy a disfrutar de todo lo que salga de su lápiz?

Últimamente lo tenemos en 'Superman / Wonder Woman' de nuevo junto a Peter J. Tomasi y -a pesar de que el baile de entintadores no le hace demasiada justicia- de nuevo demostrando que a la hora de crear personajes, criaturas imposibles y monstruos de otros mundos hay muy pocos que les superan. A buena muestra, este rediseño de uno de los villanos clásicos de la princesa amazona, acompañada por toda una cohorte de hombres bestias a medio camino entre Ray Harryhausen y los videojuegos de Blizzard que hacen que uno se pregunte: Cuando toco dar forma al nuevo universo DC con los Nuevos 52, ¿por qué no tiraron de esta gente en lugar de todos los Jim Lee y Brett Booth que lo inundaron de diseños chuscos?

viernes, 20 de febrero de 2015

Juego de ajedrez de sexo, psicoanálisis y muerte


Utilizando el escenario la centroeuropa del psicoanálisis como excusa, 'Un Método Peligroso' dispone un perverso tablero de juego con piezas tan sugerentes como Sigmund Freud, Carl Jung, Sabina Spielrein y Otto Gross. Entre lo más estimulante de la última etapa de David Cronenberg, la adaptación de la obra teatral de Christopher Hampton puede considerarse una prolongación de aquella máxima de Woody Allen, haciendo del cerebro nuestra segunda zona erógena favorita (si es que en realidad no es una extensión de la primera). 

Intelectualismo, parafilias, represión, sometimiento y pasiones desenfrenadas se dan la mano sobre el asiento de la extenuada burguesía de finales del XIX, con un cuarteto protagonista que transmite tanta tensión sexual que serían capaz de partir la pantalla en dos y salpicarte la cara. El sexo como juego de poder, donde el cortejo se esgrime mediante teorías sobre los más retorcidos engranajes de la mente humana, y no hay orgasmo final hasta ponerte por encima del otro.

Loki, una nueva forma del placer culpable


Tradicionalmente, el término “placer culpable” se usa para señalar todas esas películas, series o trastorno mental que disfrutamos como guarros, a pesar de que socialmente no sea lo mejor visto entre los entendidos. Sin embargo, cuando Kieron Gillen tomó las riendas de las aventuras de Loki en 'El Poderoso Thor: Viaje al Misterio' la abordó con una perspectiva a la que también podríamos denominar como dicho termino, aunque por razones completamente diferentes.

Con el dios las mentiras reinventado como un simpático pícaro en busca del camino a la redención, Gillen era consciente de la pesada losa que pueden suponer los cincuenta años como villano, haciéndonos partícipes de la tragedia de la imposibilidad para dejar atrás el pasado.


Según bromean los editores, todos los borradores de Gillen para la serie de Loki empezaban con la expresión “Noooooooooooooooo!”, algo muy patente tanto en la cantidad de padecimientos que veíamos sufrir al personaje en sus páginas y como afectaron a las redes algunos de sus puntos álgidos. Una colección en la que resultaba increíblemente fácil empatizar con un personaje definido por sus debilidades y flaquezas, pero en la que cada página que pasábamos suponía condenarlo un poco más (y aun así eramos incapaces de dejar de leer).

El sufrimiento del lector a través del personaje como forma de disfrute en una serie que -para colmo- resultaba endiabladamente divertida, y que tan bien aprendió Al Ewing para la actual 'Loki: Agente de Asgard'. A punto de adentrarse en su acto final, las dos últimas entregas de la serie han sido particularmente intensas a la hora de usar el camino recorrido para poner al personaje en una situación incómoda en la que no hay espacio para el termino medio. O salvación absoluta, o condenación definitiva. 


Con 'Secret Wars' en el horizonte y las ventas como amenaza de que estamos asistiendo a los últimos cartuchos de la colección, el destino del dios de las mentiras sigue siendo un misterio. Pero allá donde nos lleve, estaremos para sufrirlo con él. 


Una Historia de Sobreactuación


Hay películas que te tiras tanto tiempo deseando ver, que cuando al fin lo haces se convierten en una enorme decepción. Ganándose su puesto con todos los honores, 'Una Historia de Violencia' de David Cronenberg acaba de entrar de cabeza en esa infame lista, no estando -ni lejanamente- a la altura de lo que me habían vendido de ella. Y aunque desconozco si en su momento ya era así, si el tiempo no la ha tratado bien con todo lo que de ha estrenado durante estos últimos diez años o solo cosas mías. Pero si algo me ha llamado especialmente la atención ha sido la catastrófica actuación de Maria Bello como sufrida mujer de Viggo Mortensen.

Probablemente esté siendo injusto, quizás haya algo que no he apreciado, pero verla forzar el llanto hasta en las situaciones menos oportunas -concluyendo a carcajada limpia por mi parte cuando trata de ahogarlas en el hombro de su esposo-, está entre lo más demencialmente hilarante que he visto en mucho tiempo. Que hubiera estado nominada incluso a un par de premios importantes es algo que se me escapa. O quizás no, porque en las partes en las que a su personaje le corresponde aportar serenidad o protagonizar escenas tórridas con Hidalgo, la actriz cumple de sobra. Pero cuando le toca ponerse dramática... El Jeremy Irons de 'Dragones y Mazmorras' debe estar orgulloso.

jueves, 19 de febrero de 2015

El futuro de Ms Marvel



Es un misterio todavía lo que ocurrirá con las colecciones Marvel que se crucen con la Secret Wars. Habiéndose anunciado cambios de mando creativos en primeras espadas como los Vengadores o la Patrulla-X es más que probable que esto se extienda al resto de cabeceras de la Casa de las Ideas, pero ¿que pasará con todas esas colecciones minoritarias que se mantienen independientes al margen de los grandes macroeventos editoriales? La respuesta, al menos en lo que atañe a la Ms Marvel de G. Willow Wilson y Adrian Alphona, podría venir en la forma del último anuncio de la editorial, dando a conocer que al igual que Loki, Magneto o Capitán América y Los Poderosos Vengadores será una de las cabeceras que se verán englobadas en el sello 'Last Days'.

Sello en que en los casos apuntados, parece indicar que estas colecciones alcanzarán su final con el evento, algo que también podría ocurrir con la serie de Wilson en esta aventura en la que -por lo que indica- por fin tendremos el encuentro entre Kamala Khan y la heroína que le sirvió de inspiración. Algo lógico si tenemos en cuenta además que la serie nunca fue creada para durar, pero ¿qué será de la nueva Ms Marvel tras el evento? Quizás sea un relanzamiento “All-New” o quizás sea la única serie que sí sobreviva al crossover.

Pero lo que más me llama la atención es que el anuncio haya llegado justo un día después de que divagando con los compañeros de Coleccionistas y Lectores de Cómics, a alguien se le iluminase la bombilla con la posibilidad de unos 'Jóvenes Vengadores' de G. Willow Wilson con personajes como Miles Morales, Kate Bishop, Kamala Khan, Capa y Puñal o X-23. ¿Será lo que tengamos tras la 'Secret Wars'? Por soñar, que no quede. 


La tragedia de la Madre Pato


Había una Madre Pato que tenía cuatro polluelos. Todavía sin abandonar el blanco plumón del nido, los cuatro acompañaban a su madre a todas partes. Lo hacían, con el estrés de unas diminutas patas que apenas seguían los pasos de mamá pato, y la nerviosa curiosidad de los recién nacidos con un mundo a explorar frente sus ojos. Pero un día, una tormenta llegó del oeste, y no lo hizo con lluvia y promesa vida, sino con fuego, rugido de queroseno y muerte.

A falta de tener una imagen más clara de cual será exactamente el argumento de 'Mad Max: Fury Road' -y ojalá que no la tengamos hasta que se estrene en cine-, la mera idea de Charlize Theron graznando, mordiendo, dejándose la piel y sacudiendo las alas desesperadamente para proteger a cuatro doncellas vestales frente a a una avalancha de motores, vehículos oxidados y locos de la autopista casi me seduce más que lo que pueda ofrecer Tom Hardy como Mel Gibson.

Un Tom Hardy que -si George Miller respeta sus propias reglas-, probablemente no sea más que un figurante más, luchando por seguir vivo en medio de la locura de nuestro tiempo. Al final, la tormenta pasará, y aunque no todos los polluelos sobrevivan, nos quedará la tensión palpitante de haber sorteado el precipicio y llegar al final del viaje. Hasta la próxima estación de la madre pato. 


Silk #1, de Robbie Thompson y Stacey Lee


La compañía del silencio. Hay algo fascinante en la idea de la persona araña que fue picada a la vez que Spider-Man, y que en lugar de pasar los últimos 52 años -13 en el universo Marvel- luchando contra el crimen mientras trataba de tener algo parecido a una vida, ha permanecido encerrada en un búnker aislada del resto del mundo. Una idea hija de J.M. Straczynski y su Ezekiel, y que Marvel ha decido recuperar en la forma de Cindy Moon. Silk

Sorprendiendo a todos tanto cuando la editorial decidió darle colección propia como cuando se anunció que había superado las expectativas agotando la primera impresión de su primera entrega, el potencial de Silk como superheroína con síntomas de desconexión de la realidad y principios de agorafobia es enorme. No en vano, hablamos de alguien que ha estado viviendo sola más tiempo del que nadie debería pasar, sin más compañía que una pantalla de plasma y una voz pre-programada. Una situación muy real desde que comenzaran a darse los primeros casos de hikikomori en Japón, y cada vez más presente desde que convertimos nuestros hogares en uterinos refugios y la tecnología nos permitió comunicarnos, trabajar y desarrollar nuestra vida social desde la sacrosanta protección de nuestro búnker.

Independientemente del grado de aislamiento social con el que desarrollen sus vidas, la falta de destreza para expresarse física o verbalmente a través de la palabra en boca está entre los principales signos característicos, así como la tendencia a retraerse en si mismos o eludir las multitudes cuando se vuelven demasiado “íntimas”. Algo de lo que esta Silk podría haber sido una magnificación, como lo fue Sigourney Weaver en 'Copycat' de Jon Amiel. 

Sin embargo, el guionista de 'Supernatural' Robbie Thompson rechaza las monsergas, negándose a que su protagonista sea víctima de sus miedos y proclamando que ante todo quiere vivir. Así que evitando el melodrama de la exageración que podría resultar de retratarla a través de sus inseguridades, Thompson opta por ofrecérnosla ante todo como una persona real.


Una que -casualidades de la vida-, no se siente cómoda entre las aglomeraciones, que rehuye a establecer vínculos personales demasiado prolongados y vive constantemente en el recuerdo de su pasado, pero que continúa determinada a recuperar el tiempo perdido luchando contra el crimen y poniendo en orden su vida.

El resultado es una serie optimista y luminosa, en la línea de todas las herederas del 'Daredevil', 'Ojo de Halcón' y 'Batgirl', destacando especialmente por el maravilloso dibujo de Stacey Lee. Entre el manga y el cartoon europeo, la dibujante es la responsable final de toda la belleza, cercanía y humanidad que despiden cada una de las páginas de este primer número de la serie.


En lo que respecta al guión, todavía es pronto para tener claro si Thompson ha acertado, o si ha pecado de apostar por la normalización en lugar de meterse de lleno en aquello que diferencia a Cindy de otros personajes. Pero de momento consigue que la protagonista resulte creíble, rodearla de un entorno atractivo y conseguir que sus inquietudes resulten lo suficientemente interesantes como para volver el mes que viene a por más.

No es un amor a primera vista, pero si un hasta luego con disposición a segunda cita.