Siempre
he tenido la sospecha de que a la mayoría de los que tienen en los
altares el 'Aquaman' de Peter David como la mejor etapa del
personaje, les gusta más Peter David de lo que les puede gustar
Aquaman. Que sí, el tío se marcó 'Las Crónicas de Atlantis'
y eso no hay quien se lo quite, como tampoco se le pueden negar otras
de las incorporaciones que hizo al universo del personaje. Pero su
etapa no solo se vio afectada por cantidades demenciales de eventos,
sino que además fue bastante irregular y tuvo desvaríos como
vincular el hundimiento de Atlantis a una movida new age con
alienígenas de por medio.
No
hablemos ya de la imagen del personaje durante dicha etapa, que
imagino que si Spider-Man en los noventa se hubiera deslizado entre
los rascacielos de Nueva York con barba,
melenaza al viento, el pecho descubierto, una hombrera metálica y un
garfio en lugar de la izquierda
más de uno se habría arrancado los ojos, pero con Aquaman por
alguna extraña razón se acepta. El caso es que aunque la vena
satírica de David en más de una ocasión podía ser divertida, a mi
personalmente siempre me ha costado tener como imagen ideal de una
andadura del personaje una etapa que en muchas ocasiones parecía más
preocupada en parodiar o hacer guiño a otros iconos como Juez Dredd
o Depredador, que en explorar la mitología del personaje.
Mitología
que en más de una ocasión daba la impresión de resultarle
incómoda, siendo bastante difícil de defender lo que hizo con
personajes como Black Manta. Y sin embargo, su la etapa de 'Aquaman'
de Peter David tiene una buena consideración en la bibliografía del
personaje, en parte porque el guionista al menos era un tío
divertido e ingenioso, y porque realmente no había ninguna otra
etapa post-crisis que le hiciera sombra. Hasta ahora.
Y es
que a pesar de que el Aquaman de los Nuevo 52 ha sido una
suerte de borrón y cuenta nueva, el esplendor clásico y amor por el
pasado de personaje que transmite la etapa de Geoff Johns y Jeff
Parker es difícil de encontrar en ninguna otra que se haya
publicado durante los últimos treinta años. Una etapa que no solo
no se avergüenza de personajes como Mera, el Ocean Master o el
citado Black Manta, sino que sabe aprovechar lo mejor de anteriores
etapas para encajarlos de forma orgánica en el universo de
Aquaman, y crear un fascinante entramado de reinos submarinos,
reliquias místicas, civilizaciones perdidas y secretos enterrados en
lo más profundo de los oceános.
Una
etapa en la que puedes encontrar referencias de lo más variadas a
los Trolls de Fuego, el Creature King, Topo, Lava Lord o Atlanna,
y la que no solo sabe hacerlos interesantes, sino que también los
sientas como parte propia del universo del personaje. Una 100%
aventurera, y que cuando mira a los océanos los mira con el asombro
del que tiene ante sus ojos un mundo extenso por explorar, en lugar
de como un compromiso de tener que lidiar con “el tío ese que vive
bajo el agua”.
Tomándose
en serio la labor de construir una mitología como un termino con
todas sus letras, podría resumirse como una etapa que -si la
estuviera escribiendo David- ya la habríamos vendido como una de las
mejores de la historia del personaje. Como no lo es, habrá que
aguardar un poco más, pero esperemos que el tiempo le haga justicia,
porque ya el hecho de que Jeff Parker vaya a salir en breve de la
colección y no haya señal suya en el resto de DC debería ser razón
de disgusto.
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