Cuando
leí el artículo de Carme Chaparro sobre la película que
tanto está dando que hablar estas últimas semanas, no pude evitar
acordarme de otro Don Juan, otro canalla, otro acosador nato del
séptimo arte como fue el Valmont de John Malkovich de 'Las
Amistades Peligrosas'. Ahora lo mismo llega quien dice que la
película de Stephen Frears en realidad no mola y que todo es
producto del recuerdo distorsionado de mi mente con esto de las modas
y como cambian las aguas, pero en su momento las artimañas para
seducir a jóvenes vulnerables de aquel ser ruin y despreciable al
que tan carismáticamente daba vida daba Malkovich me dejó huella,
de la misma forma que lo dejaron la vil Glenn Close, Michelle
Pfeiffer y una Uma Thurman que... bueno, dejémoslo en que
tanto ella como yo estábamos en la flor de la juventud (milagros de
la magia del cine). El caso es que -fustas y correajes aparte-,
quizás no haya mucha diferencia entre aquel depredador sexual feroz,
absorbente, asfixiante y sin contemplaciones del siglo XVIII.
Ninguna salvo todo el tratamiento, claro, ya que en la de Frears
Valmont terminaba siendo un desgraciado responsable tanto de su
propia tragedia como la de sus seres amados. Ahora el cuento es muy
distinto y se ha optado por convertir en historia de amor idílica
con final feliz a lo que ya en 1782 se presentaba como una
villanía. Da que pensar. La película, obviamente es 'Pepa
Pipa Pig y Otras Chicas del montón'. Que tampoco es plan de
darle más bombo al film, pero enlacemos al menos el artículo de origen.
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