viernes, 13 de febrero de 2015

'The Humans', Sons of Monarchy


Una distopia gobernada por simios no es suficiente. En una época en la que lo insólito se asume como habitual y la alienación nos ha envuelto en una burbuja lisérgica de constante estímulo sensorial, hay que llevar la broma un paso más allá para dar cuenta de lo más desquiciado de nuestra naturaleza. Los humanos como especie subyugada es lo de menos, en un festival de bandas de moteros, peleas clandestinas, orgías desmadradas, tráfico de estupefacientes, conflictos bélicos al otro lado del mundo e intereses políticos poco éticos que nos ofrecen Keenan Marshall Keller y Tom Neeley. Una recreación de lo más turbulento de los principios de los setenta con toda su descarnada forma de entender la vida fronteriza y sus más disparatados excesos. Con monetes como gente y personas como mascota. Una macarrada de un solo chiste, soez, ridícula y con genitales volando por todas partes, pero tan maliciosamente divertida que cuesta negarle sus buenas risas. Tan elegante como un índice erecto, 'The Humans' supone un volantazo a la imagen de “prestigio de salón” de la actual Image Comics. Monos moteros y delincuencia de puerta de WC en un local de carretera, en una recreación groovy de 'El Palneta de los Simios' que nos hace olvidar el miedo a dejar de ser los que tenemos la sartén por el mango, para reparar en el pelaje simiesco que lucimos mientras todavía lo hacemos.

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