La
próxima semana se publica en Estados Unidos el último número de
Simon Spurrier al frente del cuarto volumen de X-Force,
con contenido extra de sentimientos encontrados. Por un lado, la
alegría de tener su etapa completa y poder disfrutar del tirón de
esta inyección de ideas arriesgadas y caracterizaciones directas al
cuello, que es como mejor se disfruta. Por otro, la tristeza de saber
que después de este número no hay nada. Nada anunciado que vuelva a
unir los caminos de los personajes de Marvel Comics con uno de
los guionistas más estimulantes de la actualidad. Uno que -como
tantos otros escribas llegados de la islas- ha tenido como mayor
pecado el juntarse con dibujantes “rarunos” y obligarnos a pensar
(por no olvidar la desfachatez de pretender ofrecer algo diferente,
¡a quién se le ocurre!). Por ese obrón que fue aquel X-Men
Legacy protagonizado por Legión y toda la diversión de esos
X-Force, solo espero que Marts sepa valorar la categoría de culto
que ha alcanzado con sus últimos trabajos, y que tenga un lugar
destacado en su agenda para la próxima reestructuración mutante. Y
si no, que el tiempo se ocupe de poner a este inglés loco en el
lugar destacado que merece, antes de que pase a engrosas las listas
de todos esos guionistas de cómic injustamente condenados al olvido.
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