Aunque
más de un escéptico seguirá pensando que la proliferación de
series protagonizadas por superheroínas no es más que una moda
creada para engatusar el ojo de cosplayers y la compra de muñecas,
lo cierto es que habría que irse muy atrás -tanto que probablemente
acabes colisionando con el Big Bang-, para encontrar un marco en el
que el cómic ofrezca una variedad de personajes femeninos como el
que tenemos hoy. Se acabó lo de limitarse a disfrazar maniquíes
animados con máscaras y antifaces, para que lo más estimulante que
pudieras encontrar en sus historias fueran sus curvas.
Producto
directo del aumento de lectoras y aficionadas a los cómics de
superhéroes, de entre toda esta hornada de nuevas superheroínas,
pocas me fascinan tanto como la Spider Gwen de Jason LaTour y
Robbie Rodriguez. Epicentro de un escenario nocturno sin fin
construido sobre locales, anguloso arte callejero y colores de neón,
si hay algo que haga especial a esta revisión arácnida de Gwen
Stacy y su mundo es su actitud.
El último que confundió a Spider Gwen con una chica mona
Desmarcándose
de cualquier ideal de superheroína juvenil al uso, la Gwen de LaTour
poco tiene que ver con la entrañable geek Kamala Khan o la
estilosa nueva vida hipster de Batgirl, siendo lo primero de
lo que tienes constancia al ver como se mueve, habla o interactúa
con su entorno que es una tía dura de cojones. Con esto no
quiero decir que la rubia se haya vuelto de repente malota, que sea
una poser que viste camisetas de Los Ramones, se dedique al bullying
o vaya de guay por la vida. No, cuando digo que es una tía dura
me refiero a que es una tía dura. Tirando de memoria de
instituto, es probable que todos hayamos tenido a ese compañero que
se sentaba por la periferia y que apenas tenía un gesto de
interacción con el resto salvo para preguntarte con un “Eh”
si le habías grabado eso de Extremoduro. Me refiero al que
llevaba la ropa gastada no ya porque estaba de moda, sino porque
seguramente tuviera una vida vida familiar bastante difícil. El que
tenía una continua mirada tensa como si en cualquier momento se
fuera a declarar en clase el estado de Battle Royale.
Pues
bien, esa es básicamente Spider Gwen, una protagonista que si no
existieran los cuadros de pensamientos apenas sabríamos nada de
ella, y que tiene más rango de expresiones faciales cuando tiene la
máscara puesta que cuando no la lleva. No es ya que resulte más
dura de lo que haya sido Peter Parker nunca, es que quizás lo sea
también más que Flash Thompson o -permitáseme explicarme- Kaine.
Con esto no me refiero a ser dura de partir cabezas -aunque
Rhino todavía debe guardar secuelas de la paliza que le
propinó-, sino a la determinada claridad de ideas con la que aborda
cada aspecto de su vida. Si alguna vez oíste hablar de las hijas
díscolas de policías, Spider Gwen es de alguna forma la
perpetuación de ese mito, pudiendo recordar también en su tenaz
obstinación al personaje de Miles Teller en 'Whiplash'.
Si piensas que Frank Castle era chungo, imagina
que hubiera continuado en el cuerpo
También
batería como este -en su caso de una banda de garage para sumar
todavía más puntos de actitud-, Gwen es producto de un marco urbano
no menos áspero. Una Nueva York de gatillo fácil que de repente
parece haber sentido nostalgia por el tumultuoso espíritu de los
setenta, con la juventud oteando tras locales de moda suburviales
propensos a terminar como escenario de las guerra de bandas. Acusada
de asesinato, que el agente responsable de su captura sea un Frank
Castle que todavía no sabe nada de picnics familiares en Central
Park dejan claro lo bien puestas que debes tener las gónadas en este
barrio, si quieres que tu carrera como superheroína dure más que un
respiro. Fun facts: Quien crea que Punisher se convirtió en
el loco psicótico que tanto queremos tras la muerte de su esposa e
hijos, hacedle caso a Ennis. Ya lo era antes.
Conceptualmente,
la Marvel alternativa de Spider Gwen es como una versión de armas
tomar del original, donde en lugar de tener a un abogado ciego
defendiendo a los desfavorecidos en la Cocina del Infierno, tenemos a
Matt Murdock como implacable mano derecha de Kingpin
¿Recordáis a ese James Wesley que prácticamente le hace todo el
trabajo a Vincent D'onofrio en la serie de Netflix? Invertid los
papeles y poned en su lugar a un ninja ciego cuyo sentido moral está
más próximo a los abogados reales que a los de la ficción.
Matt Murdock no ha tenido un mal día
En este universo es un cabrón de cuidado
Sin
embargo, con quien LaTour y Robbie Rodriguez han terminado de
conquistarme del todo es con su versión de La Gata Negra -perdón,
Le Char Noir- presentada en la última entrega de la serie
hasta su regreso tras Secret Wars. Con la relevancia que se le da a
los bolos de bandas en la vida nocturna de Nueva York, Felicia se
presenta como una diva musical del circuito underground que ostenta
su estatus como un señor de la guerra hyborio lo haría con sus
dominios. Con combinado de peluca y vestido en acero cromado y acento
francés como ostentosa armadura, como el Grendel de Wagner no
necesita delinquir pos su posición, pero lo hace por el placer de el
juego, buscando que cada robo sea una manifestación artística
de su propia vida.
Al
verse en la necesidad de enfrentarse a ella como teloneras en
una de sus actuaciones, la líder de la banda de Gwen -Mary Jane
Watson- deja muy clara la seriedad del asunto, refiriéndose a
Felicia como el gran destructor nacido para consumir el mundo
del arte (mientras otra de sus compañeras recuerda entre chanzas
como la pelirroja paso casi diez minutos muerta cuando Felicia
la estranguló con el cable de su micro). En mitad de un caluroso
verano nocturno en el que hordas de ninjas marcan el territorio de
sus señores y la autoridad hace su ley por las bravas, el cuarteto
de chicas se adentra en la noche como gladiadoras dispuestas a salir
victoriosas o perder la vida en el intento.
Felicia Hardy, en busca de su próxima presa
Esta
determinación del todo o nada, está presente a lo largo de toda una
serie en la que es más habitual ver a sus protagonistas con mirada
rapaz que sonriendo -salvo Matt, Murdock sonríe siempre pero nunca
para nada bueno-. Para los tiempos del buen rollo, el no te
preocupes y la palmada en la espalda si algo sale mal que
tanto se nos vende actualmente, la actitud de Spider Gwen y su mundo
resulta tan disonante como si acabaran de salir de Mad Max. Cuando
LaTour busca mostrar la amistad entre The Mary Janes (venga,
tenía que soltar el nombre de la banda), no lo hace entre risas y
refrescos en centro comercial, sino entre ensayos y voces histéricas
en continuas peleas por el estrés de las fechas de concierto. Un
detalle que quizás podría parecer sin importancia, pero que define
a unos personajes ininterrumpidamente activos que parecen estar en la
antesala constante de la reunión más importante de sus vidas, para
inmediatamente después poner rumbo a la siguiente.
Convertida
en fenómeno gracias al furor de su presentación, quizás sea ese
carácter contracorriente lo que ha hecho que a Spider Gwen siga
dando guerra como algo más que una moda pasajera. Mientras otros
referentes femeninos juveniles del cómic de superhéroes parecen
hechos de algodón de azúcar y sobredosis de Dr. Pepper, lo que
corre por las venas de esta nueva Gwen Stacy son cables de audio y
ritmos de percusión. Que sea capaz de mantener toda esa energía
para ser Ultimate Spider-Man de esta década es algo que todavía
esta por ver.
Pues sí, nos ha tocado...
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