Sin llegar a la altura
del arco argumental de Rucka, Dauterman y Carnero, la saga de seis
números que John Layman y Javier Garrón si que reúne buena
parte de las virtudes del arco inicial. De nuevo, es la relación
entre padre e hijo lo que destaca, con una nueva situación en la que
el joven Cíclope tendrá que continuar aprendiendo a
valérselas por si mismo, en un nuevo entorno que tan poco tiene que
ver con el de la primeriza Patrulla-X en el que creció
originalmente.
Planteando nuevos retos
para un todavía inexperto protagonista, quizás se echa en falta
mayor protagonismo por parte del resto de los Saqueadores
Estelares o que Layman no se tomase con tanta ligereza la
premisa. Aun así y a pesar de la inocuidad general, resulta una
lectura simpática, continuando la línea de la novela juvenil de
descubrimiento a la madurez que venía caracterizando la serie hasta
el momento.
A destacar, los lápices
de Javier Garrón combinados con los colores de Chirs
Sotomayor. Que si bien es cierto que tiene páginas mejores y
otras en las que todavía se le ve un tanto caótico, en general
aporta un desbordante y creativo imaginario visual que beneficia
mucho a la multitud de mundos, razas alienígenas y contrabandistas
espaciales que pide la historia. Como postre, la saga añade una
serie de personajes y elementos, que hacen desear que -ojala tras la
Secret War- la experiencia de esta aventura quede integrada en el
pasado de Cíclope y se aproveche en el futuro.
El resultado es una
historia que a pesar de no tener ningún viso de relevancia más allá
de narrar otra aventurilla de Cíclope junto a los Saqueadores
Estelares, resulta se deja leer y es agradable. Para fans de la
parcela mutante sin demasiadas exigencias, a los que les apetezca
disfrutar de un relato ligero del grumete espacial Scott Summers.
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