La edad es una mierda.
Una obviedad tan grande que debería servir de excusa para que los
del Jubilado del barrio me currasen a golpen y me arrojasen a unos
setos. Pero verlo a través de artistas que valoras, apreciando como
los años merman sus aptitudes y son el blanco del desdén de los
recién llegados, puede llegar a ser tan enervante como descubrirlo a
través de uno mismo.
Probablemente una de las
figuras más relevantes dentro de la evolución artística del cómic
de superhéroes, no se me ocurre dibujante que ejemplifique mejor lo
injustos que podemos llegar a ser los aficionados que Neal Adams.
Un dibujante que cambió por completo la narrativa, la concepción de
la imagen humana y el entorno, dejando tal huella que su herencia
puede apreciarse a través de varias generaciones de artistas hasta
llegar a la actualidad.
Un dibujante al que a
menudo no se reconoce debidamente, en beneficio de todos los Pérez o
Byrne que suelen llevarse los elogios. Pero pocos ilustradores han
llegado a impactarme tanto como lo hizo Adams con su entrada en los
X-Men. Un Neal Adams que destrozó la cuadrícula con las
composiciones de página más atrevidas -aquellas alas de Saurón
como lienzo en el que narrar la historia del personaje...-, dejando
infinidad de viñetas para la posteridad, pero que se ha visto en
demasiadas ocasiones cuestionado por sus trabajos más recientes.
Reivindicándolo siempre
que haga falta, porque tener 73 años y seguir dibujando debe
importar algo -y porque su legado es demasiado grande para tomarlo a
la ligera-, nunca está de más descubrir algunas de sus
ilustraciones más recientes como esta pin-up de 'The Walking
Dead', borrón de lápiz incluido. Va por ti, Neal, y que
continúes con tus garabatos por muchos años más.
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