jueves, 16 de julio de 2015

El año uno de Ojo de Halcón


Tres años después de que Clint Barton cayese de las alturas emulando a su alter-ego fílmico, el carcaj se ha quedado sin flechas, y la dupla compuesta por Matt Fraction y David Aja se despiden con un certero disparo en forma de Hawkeye #22. Atrás dejan una diana con dos docenas de dardos que apenas se han desviado del centro, como una emulación continua de aquel tiro imposible sobre el que discutían Clint Barton y Kate Bishop. El ya clásico 'Jóvenes Vengadores presenta...' dibujado por Alan Davis marcaba el primer encuentro entre Ojo de Halcón y Matt Fraction, sirviendo de pistoletazo de salida para una etapa que -tras la incorporación de David Aja- puede decir adiós sabiéndose parte de la Historia Marvel.

Hay un antes y un después para Ojo de Halcón con esta serie que lo hizo descender del Olimpo de los enmascarados, recordándonos que tras el pintoresco disfraz púrpura y la actitud desafiante, se ocultaba el tipo más corriente que haya militado en los Vengadores. Lejos de hacer de este rasgo una debilidad, Fraction supo convertirlo en la principal virtud de un Clint Barton minimalista, como en guardián de un bloque de vecinos a la deriva frente al implacable avance de la maquinaria del progreso. Personalidad de personaje y guionista encajaban como un guante, y en seguida quedo claro que la efervescencia de Matt Fraction encajaba como un guante con el impulsivo y casi siempre metepatas Ojo de Halcón.


Lo único que necesitaba la serie era un ingrediente que aportase el contraste perfecto, y llegó en forma de la sidekick Kate Bishop y desbordante talento gráfico de un David Ajá con el que Fraction ya había demostrado sinergia en 'El Inmortal Puño de Hierro'. A partir de ahí todo fue un carrusel de pizza dogs, barbacoas en el tejado, bros, problemas con puertos de vídeo, más bros, especulación con el terreno, cintas de vídeo, enigmáticas mujeres de rojo, hermanos perdidos, Asesinos Implacables, lenguaje de signos y el vecindario, siempre el vecindario.

Elementos que colisionan en un fin de fiesta que representa todo lo que ha sido una serie que no solo ha conseguido que el eterno secundario de los Vengadores se convierta en un personaje de culto por cuenta propia, sino que se ha erigido como obra cumbre de una forma de entender el cómic que ha aportado clase y estilo a los superhéroes de estos cinco últimos años. Despidiéndose con la misma actitud con la que llegaron, en un final que sin excentricidades ni ansia por dejar una forzada huella, Fraction y Aja recogen su equipaje con una sonrisa de satisfacción y el legado vivo que dejan a sus espaldas. Un legado que continúa tanto en la serie de Jeff Lemire y Ramón Pérez, como en todas las series que -de una forma u otra- han bebido de la gran saga de los arqueros del bloque sin nombre

 
Todos los personajes tienen un año uno que marca el inicio de una edad dorada que sirve de referente para todos los que vengan después. En algunos casos son las primeras etapas que los dan a nacer, y en otros casos otras mucho más avanzadas a cargo de escritores y dibujantes que saben entenderlos con una puntería que nadie había logrado hasta entonces. Con el arquero, Matt Fraction y David Aja han dado el primer disparo con una etapa que lo coloca entre los grandes de la editorial. Ahora el reto queda en manos de Marvel para que sea algo más que un oasis en el desierto, y estemos ante el comienzo de un periodo histórico para Ojo de Halcón.

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