Nunca pensé que llegaría
a afirmar esto, pero a J'onn J'onzz le ha venido bien quedarse fuera
de La Liga de la Justicia. Miembro histórico del grupo de
superhéroes por antonomasia de DC Comics, a pesar de que Cyborg esta
lejos -todavía- de ser un suplente a la altura de su legado, el
Detective Marciano llevaba demasiados años encasillado en un
rol que ya olía a viejo desde la cancelación desde mucho antes de
Star Trek. Porque hubo un tiempo en el que todos los grupos -de
superhéroes, de amigos, música o deportivo- tenían un integrante
freak y extraño que hacía las veces de Señor Spock. Esa
incógnita indescifrable que camina, siempre dispuesto a
sorprendernos en el momento oportuno, ya sea con una respuesta o una
muestra de humanidad que nadie espera. Pero la familiaridad es la
muerte del misterio, y J'onn J'onzz se había quedado tan por detrás
del resto de Los Mejores del Mundo
que desde hace ya tiempo no era otra cosa que la mascota
de La Liga de la Justicia.
Su
muerte sacrificial en 'Final Crisis' fue la mejor forma de llamar la
atención a la necesidad de cerrar página para dar paso a un nuevo
capítulo, y aunque desde entonces el personaje ha dado demasiados
tumbos entre 'Stormwatch' y derivados de marca blanca de la Liga de
la Justicia, la nueva colección del Detective Marciano de Williams y
Barrows está sirviendo para -con solo dos números- recordarnos cual
es el terreno en el que J'onzz mejor funciona.
A
pesar de que la segunda entrega de la colección de Rob
Williams peca de cierto
síndrome de hasta un androide puede llorar
-personajes como La Visión, el Detective o Tornado Rojo no tardaron
en pasar de ser sinónimo de lo desconocido, a lo más sensiblero de
sus respectivas familias-, el guionista hace bien en recordar
detalles como que con Superman en el equipo, J'onzz siempre será un
extraterrestre de segunda.
El bueno de Clark todavía se atreverá a lanzar sermones afirmando
entender lo que supone ser el último de los suyos en un mundo
extraño, pero entre cómo ve el mundo al heredero de un paraíso
tecnológico con la planta de un hijo un apolíneo hijo de la América
rural y el marciano de piel verde y rasgos indefinidos más próximo
a La Cosa de John Carpenter hay como seis o siete mundos de
distancia.
Pero
más allá de el que sus compañeros de la Liga de la Justicia -ni
mucho menos la humanidad-vayan a mirarle nunca de la misma forma que
miran a Superman, formar parte del grupo ha condenado históricamente
a J'onzz a autolimitarse y
nunca poder explorar del todo sus habilidades.
Porque el companion
nunca puede destacar más que las grandes estrellas, y -sin embargo-
cada vez que el Detective Marciano ha empleado al máximo sus poderes
ha sido para dejar incontestablemente claro, lo muy por encima que
está incluso de gente como Flash, Wonder Woman o Superman.
Personajes cuyas capacidades los elevan a dioses entre humanos, pero
que en todo momento se mantienen dentro de lo físico y fácilmente
comprensible.
Como
deja claro en la segunda entrega de su nueva serie dibujada por Eddy
Barrows -a través de una de las mejores peleas de superhéroes del año-, Detective Marciano no. J'onn J'onzz juega en otra liga,
encajando mejor en cualquier grupo extraño tipo Doom
Patrol llevada a límites
de The Authority, de lo que lo haría entre los ídolos de oro y de
marfil que ejercen como imagen de DC Comics. Un Los Mejores
del Mundo en el que no cabe
espacio para que lo extraño ueda seguir siéndolo, y por lo que
quizás está Patrulla-X de un solo hombre
que es Detective Marciano siempre ha funcionado mejor mientras más
marginal y más lejos esté de los superhéroes estándar.
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