Cualquiera
que me conozca es probable que este al tanto de lo mucho que me
apasiona el Capitán América de Rick Remender. Entre las
muchas etapas que el centinela de la libertad ha tenido durante los
últimos años, hemos podido disfrutar de aproximaciones que van
desde la recuperación del espíritu clásico de Mark Waid o el vigía
de los ideales americanos de Darko Macan, hasta laexaltación de las
barras y estrellas de John Rey Neiber, los fantasmas raciales del
ayer de Robert Morales o el choque con el acta patriótica reflejado
por Christopher Priest.
De
entre todas, la más popular probablemente sea la de Ed Brubaker
con su intenso thriller por episodios, heredero de Jason Bourne o el
Jack Ryan de Tom Clancy. Con su Soldado de Invierno y los continuos
tejemanejes internacionales entre las cúpulas de gobierno, fue
seguramente la más fácilmente adaptable a los gustos del gran
público y lo que en general se espera del personaje. Una gran etapa
a pesar de terminar desorientada en cuanto emancipó a Bucky en su
propia colección.
Lo que define al nuevo Capitán América
perfectamente plasmado por Remender
Sin
embargo, Rick Remender fue
más allá lo formal, ofreciendo una andadura que -a veces mejor, a
veces peor, pero siempre desde la locura del cómic de superhéroes
de toda la vida-, conviertió la serie en un constante choque de
ideologías contrapuestas. Todos y cada uno de los personajes que
pasaban por el Capitán América de Remender eran abordados
desde la zona de grises, erigiendo sus cruzadas como discursos
ideológicos que se enfrentaban a los valores defendidos por Steve
Rogers.
Un
Steve Roges cansado que comenzaba a sentir los efectos del tiempo
física y anímicamente, mientras chocaba con el imperialismo
clasista de Arnim Zola, el drama de los juguetes rotos de la
maquinaria militar norteamericana, la izquierda radical fruto del
despecho por las falsas promesas de la tierra de libertad, la
europa liberal o el sibílino y venenoso neofascismo del Barón Zemo.
Todos y cada uno de ellos haciendo gala de forma orgullosa de sus
ideales, haciéndote dudar continuamente de hasta donde tenía razón
Steve Rogers y desde donde comenzaban a tenerla sus adversarios.
Con Spencer y Acuña, prosigue el fuerte componente político
Pero
sin duda, la mayor aportación de Remender fue el cambio de guardia
resultado al ceder Rogers su testigo a Sam Wilson como nuevo Capitán América. Un cambio de guardia más que simbólico que seguía la
tradición del Watergate de la saga del Imperio Secreto o los
fantasmas del Vietnam de Nuke, convirtiendo al antaño Halcón en el
estandarte de la América de Barack Obama. Un Capitán América
que además de tener un mascota bajo el significativo nombre de Ala
Roja, se oponía a Rogers en defensa de la libertad de prensa, era
asistente social en lugar de soldado y mostraba un fuerte compromiso
comunitario.
Más
alejado de la derecha tradicional que lo que lo haya sido cualquier
otro Capitán América, la marcha de Remender me hizo temer que su
sustituto Nick Spencer no estuviera a la altura del
interesante nuevo rumbo del paladín de la nación de las barras y
estrellas. Y es que aunque bien es cierto que el guionista de
'Enemigos Superiores de Spider-Man' está atravesando una etapa
sumamente interesante, el recuerdo de sus dubitativos Vengadores
Secretos y el que casi todos sus hits estén abordados desde la
sátira me hacían tener serias dudas de que fuera el guionista
adecuado para suceder a Remender.
Siempre con la gente
Leída
la primera entrega del Capitán América de Nick Spencer con Daniel
Acuña a los lápices, todo lo que puedo afirmar es que lo ha
vuelto a hacer. El responsable de la actual cabecera de 'El
Hombre Hormiga' no solo ha sabido aprovechar el rumbo de su
predecesor llevándolo a su propio terreno, si no que además lo hace
tan deliciosamente bien que solo puedo arrepentirme de todas mis
incertidumbres en relación a su trabajo.
Alejando
a Sam Wilson del lujo de la tecnología de último modelo de SHIELD
para hacerlo viajar como uno más entre jets comerciales y clase
turista, nos encontramos a un Capitán América que planta cara a
guerrillas nacionalistas de ultra derecha en defensa de inmigrantes
ilegales, que participa en la celebración de la cabalgata del
Orgullo Gay y que genera fuerte controversia entre los medios
conservadores. Un Sam Wilson que viaja ayudando al prójimo a lo
largo de toda América, como un nómada altruista independiente que
despeja cualquier duda, dejando claro lo que ya nos olíamos con
Remender: Que es el Capitán América más liberal y con
ideales más próximos a la izquierda que haya existido.
Cielos teñidos en rojo
Un
Capitán América surgido del pueblo y para el pueblo, encarnando los
valores de ese héroe anónimo de origen sencillo que nace de entre
la multitud. Un nuevo flechazo instantáneo proveído por Nick
Spencer con la colaboración de un Daniel Acuña que se amolda como
un guante, y un nuevo galón más en la pechera de un Sam Wilson, el
mejor sustituto del Capitán América de toda la historia.
Info asociada: Bleeding Cool
Buenas Daniel!!
ResponderEliminarEstoy totalmente de acuerdo con tu articulo y a mi también me ha encantado este arranque de serie. Simplemente comentar y destacar el sobresaliente trabajo de Daniel Acuña, al que hay que valorar como la superestrella que es. El guion de Spencer lo clava, pero sin un tio versatil a su lado no hubiera sido tan brillante. ¡Acuña se sale!
Desde luego. La química entre el enfoque de Spencer y el dibujo de Daniel Acuña es tan perfecta que cuesta imaginar la serie con otro dibujante que no se a él. Esa marca personal como el grado de detalle que otorga a los figurantes son cruciales para otorgar a la serie un fondo creíble como elemento fundamental en una colección que precisamente va sobre el Capitán América reintegrado como ciudadano de a pie. Además, mi tocayo ya llevaba unos cuantos años a un nivel envidiable y aquí ya directamente es que se sale. Un placer leerle también por aquí, señor I.Verniere. Saludos :)
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