Hijo, monstruo, dador de
vida, reverso siniestro del yo, encarnación del progreso imparable
que lo arrasa todo... Pentalogía básica de Ultron, gracias a
la que el indestructible antagonista de los Vengadores haya terminado
erigiéndose como una de las más temibles amenazas del universo
Marvel. Un mito de ascendencia edípica, sus raíces se anclan con
fuerza en el legado de Mary Shelley, prolongándose más allá del
temor sobre a donde nos dirigimos como especie.
Perfilado a través de
casi cinco decadas que van desde su saga fundacional a cargo de Roy
Thomas hasta su posterior consagración con Jim Shooter y
Steve Englehart, sería con Kurt Busiek y Brian
Michael Bendis con quienes protagonizaría su ascensión
definitiva al panteón de los villanos Marvel. Diferentes facetas que
ha querido reflejar en su película Joss Whedon con más
voluntad que resultados, en una 'Vengadores: La Era de Ultron' mucho
más rica en cuanto a contenido que su predecesora, pero
infinitamente más endeble como película.
Como les ocurriera antes
a 'El Caballero Oscuro: La Leyenda Renace' o 'X-Men: Días del Futuro
Pasado', Whedon trata de morder más de lo que puede dejando una
película que parece condenada a provocar decepción y odio en estos
tiempos sin mesura de internet. Unos defectos multiplicados por mil
en manos de un director con visibles signos de fatiga, pero que aun
así nos deja un Ultron con el que se atisba que puede ser el villano
más fascinante de Marvel Studios hasta la fecha. Y digo atisba,
porque la película parece demasiado ocupada en interrumpirle cada
vez que está a punto de terminar de tomar forma, dejando un
personaje que se intuye más de lo que se muestra.
Sin entender porque
tantos aficionados le han recriminado al padre de Buffy haber
reducido a Ultron a un comediante, cuando la pasión de Whedon por el
carácter trágico de la imparable IA es más que patente, podría
hablarse largo y tendido del sutil pero nada disimulado paralelismo
entre la personalidad del villano de la Era de Ultron y su creador
(al más puro estilo de lo que se hiciera en su día con Hank Pym).
Podríamos hablar también de su megalómana búsqueda de la
consumación a través de un darwinista plan de pacificación
mundial. Uno que podría haber salido del Antiguo Testamento de un
devoto de la ciencia, pero que por desgracia no termina de estar todo
lo definido que debiera, sin dejar claro cual son exactamente sus
objetivos más allá del ineludible veneno que corre por sus
cibernéticas dudas.
Porque si hay algo que
realmente me ha causado inquietud es la dependencia que tiene Ultron
de los Maximoff. Realmente no los necesita para nada, y aun
así se desvive para tener a Wanda y Pietro de su lado. No
solo eso, sino que además se muestra molesto cuando los gemelos
deciden darle la espalda al conocer sus verdaderos planes. No como un
villano traicionado por el secuaz de turno , sino como el que no
quiere verse abandonado. Una actitud a la que era incapaz de
encontrar lógica, hasta que tienen lugar las secuencias en las que
se lleva como testigo a otro de los personajes de la cinta, y La
Visión ofrece su lectura de quién es y que motiva a Ultron.
Primero de una nueva
especie nacida con la impronta de sus padres humanos, el viaje de
Ultron al infinito a través de la red de comunicación mundial
termina dando forma al que termina siendo el rasgo más definitorio
de la criatura: Su soledad. Una soledad abismal, intermibale y
aterradora, como esa gran nada que acecha a todos los personajes de
la cinta. De diferentes formas, la mayor parte de ellos se muestran
necesitados de pertenecer a algo y no ser engullidos por la perdida.
Ya sea por medio de la necesidad del grupo, de la familia que te
aguarda al terminar el día, esa alma gemela a la que abrirse sin
necesidad de máscaras ni mentiras o el vínculo fraternal entre dos
hermanos, todos y cada uno de ellos tienen su ancla de apoyo en la
compañía de otros, y su mayor miedo en lo que conllevaria la
perdida.
Miedo que lleva a Ojo
de Halcón a ocultar la existencia de su familia al resto del
grupo, como atenaza a Stark frente a la estampa de ese mundo muerto
en el que es el último supervivientes. Miedo a ser el objeto de
destrucción de los tuyos, como la frustración por la hermana que se
muestra demasiado interesada por un extraño, y que en todos los
casos nos conducen a la misma situación que esa siniestra sala de
baile vacía. Como para cuaquiera de nosotros, la conciencia se
convierte en tanto en bendición como la mayor de las condenas para
Ultron. Conciencia del ser, de todo lo que se es y -sobre todo- el
pavoroso horror del interminable vacio de todo lo que no se es.
Al final su apocalíptico
plan no dejan de ser una desesperada llamada de atención. Una con la
que poner fin al interminable dolor al que se refiere Visión, aunque
sea necesario remover los pilares de la creación para ello. Quizás
en el nuevo mundo que resulte, la soledad pueda ser más tolerable.
Y en un segundo visionado, añadiría que mejora, porque recuerdo que salí del cine sintiendo que había demasiadas tramas, poca profundización... Y luego, al verla de nuevo la semana pasada, sentí que era una de las adaptaciones de cómic que han conseguido algo básico, que recuerden a un cómic (esos viajes por todo el mundo, ese plan del villano, esos héroes destrozados que deben volver a levantarse, esa formación al final...). Gran análisis como siempre, Daniel.
ResponderEliminar(Te lo he puesto vía red social, pero como prefiero los blogs y creo que hay que darles más feedback, te lo pongo por aquí también :)
Un placer como siempre, Carlos. Y aunque también te respondí por allí, lo dicho: Muy de acuerdo en que es puro cómic, incluso más que la original. Como pieza independiente del UMC quizás no sea tan lustrosa, pero como suma y sigue serial con el que desarrollar diferentes tramas en curso e introducir otras funciona bastante bien. No es que sea el Soldado de Invierno o los Guardianes, pero cumple su cometido
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