Uno
de los mayores aciertos de Marvel ha sido siempre su
capacidad para ver debajo de las máscaras, centrando sus historias
en lo más vulnerable, universal y fácilmente reconocible de la
condición humana. Stan Lee nunca llegó a ser un literato
versado como Alan Moore, pero había vivido lo suficiente como para
entender que más allá de la fachada, hasta el más duro de nosotros
seguía guardando dentro a ese cachorro ensangrentado, lloroso y
necesitado de atención que se abrió paso al mundo rasgando el velo
desde el útero materno.
No
importa cuanto lo racionalicemos o cuanto intentemos estar por encima
de ello. Cuando caemos miramos alrededor en busca de esa mirada
cómplice que nos ofrezca gentilmente seguridad paternal. El miedo del
desamparo, a la humillación de verse roto y tener que levantarse por
uno mismo sin tener la certeza de si el mundo seguirá ahí cuando lo hagamos. Un miedo
primario tan reconocible como pudo ser el sentimiento de haber
fallado o causado daño a alguien que te importa (Spider-Man), el
miedo a lo diferente (X-Men), la oposición contra los poderosos
desde la situación del hombre humilde (Daredevil), el pánico ante a
la soledad ('La Era de Ultron') o la necesidad de reponernos frente a
nuestros propios errores ('Ant-Man').
Con
la compañía apostando por la diversidad en una búsqueda de
resarcirse de incontables años de dudoso tratamiento a aquellos que
la implacable ley de la jungla ha condenado a vivir bajo el yugo de
otros, la nueva serie de los Defensores de Marvel Studios y
Netflix se puede considerar un nuevo éxito ya desde el primer
trailer de 'Jessica Jones'. Lo es independientemente de cifras y cuota de
pantalla que obtenga, por lo cristalina y fácilmente identificable que resulta su
propuesta. Más allá del nombre, de los superpoderes y de la actriz
que la interpreta, no se puede ver a Jessica Jones sin sentir en ella
las emociones crudas, cargadas de recelo, dolor y paranoia de una
víctima que trata de levantarse.
Un
aspecto clave que definía al personaje creado por Brian Michael
Bendis y Michael Gaydos, pero que aquí se despoja de
cualquier otro tipo de añadido. De cualquier juego metarreferencial
con la historia del universo Marvel, de los Hombres Hormigas o falsos
Rick Jones, para potencial al máximo el sentimiento en aquel mítico
relato centrado en su pasado y su experiencia con el Hombre Púrpura
Zebediah Killgrave. Cada año, miles de mujeres, niños y
hombres son víctimas de agresión sexual por todo el mundo. Cada
año, miles de personas son estafados por terceros perdiendo parte o
la totalidad de sus posesiones. Cada año, miles de niños
desaparecen dejando a sus familias destrozadas y miles de personas se
ven privadas de su voluntad para ser abducidas por otras o se
convierten en víctimas de agresión.
Una
situación tan dura como lo es escapar de sus secuelas, y que tanta gente ha sufrido en mayor o menor grado, y tanta otra hay en situación potencial de padecerla. Todo ese miedo, rabia, humillación e
incertidumbre impregna cada fotograma del personaje interpretado por
Krysten Ritter, como también queda presente la figura del
agresor a través de un omnipresente David Tennant. Ese extraño que nos arrebata algo
que nos era querido ya sea por sustracción o por atroz dentellada a
la inocencia. Aquel que para muchas víctimas termina convirtiéndose en una
presencia utraterrena y monstruosa. Esa que queda grabada en la consciencia de sus
víctimas como la más atroz de las pesadillas.
Germen
de todos los lobos, el Hombre Púrpura de Tennant ni siquiera deja entrever su rostro más que para mostrar las fauces, deslizándose
como una presencia fantasmal y sibilina perpetuamente al acecho. Como si fuera el mismo miedo hecho forma, Killgrave se muestra como una amenaza
constante siempre dispuesta a volver para atormentar a la
protagonista o cualquier otro que se ponga en su camino y le permita
recordarle a la superheroina ese pequeño momento de intimidad en el
que la rompió obligándola a vivir con aquello que le había dejado.
En
dos minutos y medio, el trailer de Jessica Jones ya es una gran
historia en si misma. La historia de esa víctima luchando para
superar ese miedo y volver a tener algo parecido a lo que le
arrebataron. Un enfoque que parece moverse en la línea de lo que Gail Simone hiciera para su Batgirl, y con el que ahora reincide Marvel en lo que ya se
antoja como el anticipo de 13 horas de intensidad humana. La misma intentensidad
humana que ha colocado a la compañía en su trono, y con la que
sirve como carta de presentación para el que parece será una nueva
reafirmación de su éxito.
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