Karnak #1, de Warren Ellis y Gerardo Zaffino

Filósofo alopécico, con barba curtida por la experiencia y buen estado de forma a pesar de la edad. Sus radicales ideas sobre la vida y la relación del hombre con el cosmos -en una suerte de sinfonía universal- le han hecho ganar incontables adeptso que siguen entregadamente su palabra. Podríamos estar hablando de Paulo Coelho, pero en realidad es como Gerardo Zaffino dibuja al Karnak de Warren Ellis. O al menos, si el guionista de Caballero Luna y Nextwave no convirtiese al personaje en el anticristo personal del escritor brasileño.

Creado por Stan Lee y Jack Kirby, si algo nos deja claro el primer número de Karnak, es que la aproximación de Ellis al líder espiritual de la Torre de la Sabiduría se aleja completamente de las tramas habituales de la primera familia Inhumana. Erigiéndolo como un manotazo certero en la cara de la generación del yo, Warren Ellis tira del clásico del experto sin conexión a los organismos más ortodoxos, al que recurren las autoridades para resolver un caso más allá de su alcance. Con el poder de detectar las fallas y puntos débiles de todo lo que le rodea -desde personas a objetos, hasta ideologías o conceptos metafísicos como el más allá-, la desaparición de un niño inhumano hará que Karnak se ponga en movimiento, extendiendo su visión única de la vida a base de hostias.

"No desistas. Generalmente es la última llave

 la que abre la puerta", Paulo Coelho

27 años antes de que el cómic saliera a la venta, el escritor de origen brasileño Paulo Coelho publicaba 'El Alquimista', viéndose catapultado a la fama internacional con el libro con el que asentaría una filosofía personal que ha esgrimido en la mayor parte de su obra. Protagonizado por un joven pastor que emprende una odisea en busca de sus sueños, 'El Alquimista' convertiría en su eslogan el pensamiento de que -cuando deseas algo con mucha fuerza- el universo conspira para que lo consigas. Una declaración ideológica que durante el último cuarto de siglo se ha establecido como manual de cabecera de un movimiento new age vestido de música de discos de Enya, elegidos, libros de autoayuda y hedonismo antropocentrista.

La relevancia del individuo con las redes sociales por bandera y palos de selfies para sujetarlas, en un tiempo en el que se rechaza todo lo que sea demasiado real como enemigo declarado. No es que nos hayamos erigido en astros narcisistas como eje sobre el que hacemos girar nuestro universo personal. Es que en muchos casos hemos pasado a ser insaciables agujeros negros de ego que lo engullen todo. Signo y maldición de una generación millennial abrumada por la insoportable condena de la irrelevancia, series como la 'Batgirl' de Cameron Stewart y Babs Tarrs o 'Ms Marvel' de G. Willow Wilson y Adrian Alphona lo han abordado, como también lo hiciera Grant Morrison junto Ariel Olivetti en su brillante y a la vez aterrador 'Multiverso: Los Justos'.

"Al universo le importas un peo. Y no os olvidéis 

de limpiar las letrinas", Karnak

Fiel a su costumbre de posicionarse siempre a un paso por delante del resto, Ellis se alía con el dibujante de 'Winterworld' y 'Mad Max' Gerardo Zaffino para tirar abajo de un puntapie la idolatría al yo, construyendo un nuevo púlpito sobre su cadáver. Un púlpito con el que Karnak demuele la imagen de falsa trascendencia universal, para poner las cosas en su sitio: Al cosmos no solo no le importamos una mierda, sino que ni la más insignificante piedra tendrá consciencia alguna de tu paso por la existencia. Cuando nazcas, la piedra seguirá imperturbable como bloque fundacional del cosmos, de la misma forma que seguirá siéndolo una vez mueras. Nada habrá cambiado en una estructura cósmica para la que somos totalmente irrelevantes. Tan significantes como la brizna de una llama, agitándose en masa en el intento desesperado de ser algo más que un tenue eco en proceso de extinción.

Apelando al Tiempo Ciego para señalar que nuestra capacidad para percibir la minúscula porción del universo en la que vivimos no es ni significativa ni mucho menos recíproca, el Karnak de Ellis se nos presenta con la mirada perdida frente a una roca cúbica de cuadratura perfecta. La austeridad minimalista capitaliza un templo en el que todos los adeptos son perfectamente intercambiables con el resto. Adeptos que con sus túnicas se mimetizan entre paredes rocosas y corredores oscuros como una parte más del entorno, en una torre situada en la práctica totalidad de la nada. Un escenario que recuerda peligrosamente a aquellos túneles de Afganistán en los que se ocultase el gran enemigo del pensamiento occidental, y donde los ideales de Coelho no tendrían más fin que el de ser asfixiados bajo el peso de la inexpugnable inmensidad del vacío.

Probablemente los dinosaurios también pensaron 

que si deseas algo con mucha fuerza, 

el universo conspiraría para que lograran conseguirlo

Al contrario que los escritos del autor de 'El Alquimista', el Karnak de Ellis no es comprensivo, ni empático, ni una luz de calor que pinte el mundo de un color que no es. A su lado Elijah Snow o su Caballero Luna serían las personas más amistosas del mundo, llevando el carácter borde de los personajes del escritor británico a niveles en los que hasta los Hartman y Terence Fletcher de 'La Chaqueta Metálica' y 'Whiplash' se verían intimidados. Al borde de la indolencia más absoluta, para Karnak cualquiera de nuestras vidas es tan valiosa como estiércol incrustado en la suela de una bota.

Porque él conoce las flaquezas del cosmos, de la vida y la muerte, y como alguien capaz de llegar hasta las grietas más profundas del todo lo entiende tal y como es. Sin falsas impresiones, adornos o valores desvirtuados por el yo subjetivo y su lastimera búsqueda de trascendencia. Y sin duda es incómodo, pero -como casi todo lo que viene de mano de Ellis- de una forma que en estos tiempos de interminable borrachera de buen rollo optimista, termina siendo incluso necesario.  

Banda sonora recomendada: 'Deshi Bashara', de Hans Zimmer