jueves, 25 de junio de 2015

E de Extinción de Chris Burnham y Ramon Villalobos


Discípulos fieles a los mandamientos de Grant Morrison y Frank Quitely, el primer número de 'E de Extinción' de Chris Burnham y Ramón Villalobos es a los 'Nuevos X-Men' de sus maestros, algo parecido a lo que 'Jurassic World' a 'Parque Jurásico'. Sin más razón de ser que homenajear a la crucial etapa que el escocés firmó para los mutantes, guionista y dibujante nos ofrecen un festival continuo de referencias a aquel periplo de genes sintéticos de diseño, conflicto transgeneracional, mutaciones secundarias y trajes de motero con bandas negras y amarillas. Un parque temático de 20 páginas en honor a la segunda etapa más importante de los X-Men, en la que Burnham y Villalobos saben captar todo aquello que la hizo grande.

lanteada como un what if en el que los eventos hubieran discurrido de forma diferente, la revisitacón de uno de los momentos más memorables de la saga original se transforma en una maliciosa sonrisa que sirve como contundente arranque para la serie. Un disparo de salida perfecto a partir del cual no deja de sonar la música de principios de siglo, con garitos de moda para mutantes, recolectores de órganos y la desafiante actitud de una juventud dispuesta a reclamar su lugar en el mundo. 


Sin la bendición del fénix para Cíclope y Emma Frost retomasen el sueño de Charles Xavier, lo que nos encontramos es un mundo en el que las nuevas generaciones de aquel abarrotado Instituto de Jóvenes Prodigios se han convertido en los nuevos X-Men que rezara el título, relegando a los originales al rol de reliquias obsoletas. La entrañable ridiculez de un Scott Summers fofisano y una Emma Frost de carnes flácidas queda patente desde el momento en que Ramón Villalobos los introduce en escena, con uniforme de los noventa y las bragas / corpiño del Club Fuego Infernal. Aquellos que fueron los primeros heraldos del Profesor X han sobrevivido a su utilidad, convirtiéndose en esas figuras irrelevantes que alimentan la sorna condescendiente de los más jóvenes en la que -tarde o temprano- nos convertiremos todos.

El único que parece haberse amoldado a los tiempos es paradójicamente un Magneto reinventado como todo superviviente nato, para erigirse en mentor de una nueva ola de X-Men de voces irientes, vidas sexuales hiperactivas y una sofisticada apariencia que delata lo orgullosamente que ostentan su condición de mutantes. Hasta el más feo de ellos (Pico, para que nos vamos a andar con rodeos) luce con una estampa más atractiva y rebosante de sex appeal que unos Cíclope y Emma que se arrastran entre las sábanas de habitaciones grises mientras tratan de lidiar con la impotencia mutante, o un Lobezno que es la mofa de parroquianos de tugurios en los que las amenazas físicas se han convertido en algo tan irreal como que alguien te desafíe a un duelo en pleno siglo XXI. 


Envolviéndolo todo con una atmósfera de gravitas social, en donde los humanos corrientes viven preocupados por el futuro de sus hijos en un mundo predominantemente mutante y de nubes de esperma que traen oscuros presagios de futuro, Chris Burnham consigue hacer gratificante algo que nadie pedía y que es completamente innecesario. A pesar de no tener más interés que echar un vistazo a como habría sido el universo Marvel si hubiera continuado la senda de Morrison, 'E de Extinción' resulta francamente disfrutable, tanto para aquellos que se perdieran el clásico de Morrison y Quitely y se vean bombardeados por su febril tormenta de ideas, como para los que la recordamos con cariño. Para estos últimos, el cosquilleo de reencontrarse con el cáustico discurso de darwinismo social que hiciera únicos a los 'Nuevos X-Men' bien merece la pena. 

Para más opiniones echadle un ojo a la reseña del compañero Josa María Vicente, y para saber más de la fuente original siempre podéis tirar de los siguientes artículos de David Fernández, Juan Luis Daza y Adrian Esbilla.  

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