Si cualquier lector que
haya estado alejado de las aventuras de su amistoso vecino el hombre
araña o el mercenario bocazas durante un largo tiempo quisiera
reincorporarse a ello, creo que no se me ocurriría mejor serie para
hacerlo que Spider-Man/Masacre de Joe Kelly y Joe McGuinness.
Independientemente de lo que proclamen los que sostienen que los
superhéroes a penas cambian, no hay más que remontarse hasta hace
20 años -ni siquiera a sus orígenes- para apreciar las muchas
vueltas que han dado sus vidas desde aquellos días, en los que
teníamos a Peter Parker con sus exuberantes Matrimoniadas
de cama y a Wade intentando echar raíces como una macarrada extraña,
irreverente e incómoda que acababa de aparecer.
Hoy,
nos encontramos a Masacre como patrón del grupo de Vengadores más
próximo a la oficialidad, al frente de todo un emporio de
mercenarios de ingresos millonarios y como padre de una hija de ocho
años, mientras que Spider-Man no es el eterno looser
con empleos precarios al que le cuesta llegar a fin de mes, sino el
jefe de una multinacional con alcance mundial. No hay rastro de Mary
Jane o esposa alguna que le acompañe por las noches, pero sí en el
caso de Masacre, quien comparte lecho con su señora, una reina
succubo surgida del infierno con la que contrajo matrimonio ya hace
un tiempo.
Y
aunque está claro que el carácter de Wade
y Shiklah no podría ser
más distinto que el de Peter
y Mary Jane, dando pie a
incontables bromas sexuales al borde de lo escatológico con
parafilias, inversiones de roles e infidelidades constantes por parte
de ambos, es imposible ver sus escenas de cama sin pensar en ellas
como una irreverente parodia de los momentos erótico festivos que el
trepamuros y la pelirroja protagonizaban en los noventa. Muy en la
línea de los que Deadpool
y Vanessa protagonizan en
la película de Fox -aunque también hay que decir que las de Marvel
son anteriores al estreno del film de Ryan Reynolds-, estas escenas
que dejan más que claro lo bien que le viene a la reina succubo
tener un cónyugue capaz de soportar toda la tralla, laceraciones,
desmembramientos y torturas que incluyen el apareamiento habitual
entre demonios no solo están presentes en Spider-Man/Masacre como
forma de Kelly y McGuinness de reflejar el contraste actual entre la
situación de ambos personajes, sino que también podemos verlo como
algo habitual en la serie del mercenario.
Así
podemos verlo desde que Masacre y Shiklah contrajeron matrimonio en
el volumen anterior de la etapa de Gerry Duggan, como en la previa
del número que saldrá a la venta la semana que viene en Estados
Unidos, planteando una coña doble tanto por poner a Wade en la
posición de cucharilla en la que solían dibujar a MJ -dejando a la
diablesa ejerciendo de figura dominante- como por ese extraño pelo
que Wilson encuentra en la cama, y que los que hayan estado siguiendo
la serie ya sabrán a quien pertenece.
Más
páginas de dicho número en Comic Book Resources.
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