Hay un cómic que no deja
de rondarme por la cabeza. Me lleva rondando desde que Ted Cruz y
John Kasich decidieron unirse, suplicando a cualquier simpatizante de
su partido que no apoyase a Donald Trump. No dio resultado. Tampoco
soplaron demasiado favorablemente los viento con el Brexit, donde una
votación tan ajustada como un 52% bastó para condenar
irremediablemente el futuro de Gran Bretraña, y mejor no hablamos de
los resultados de las elecciones celebradas hoy en España. Sobre
todo si las extrapolamos con el que parece ser el panorama que está
prosperando a lo largo de Europa.
No pudiendo sino
carcajearme al pensar como hace nueve meses Arturo Pérez Reverte hablaba
de como estábamos irrevocablemente condenados a repetir el mismo
destino que el Imperio Romano -y caer subyugados bajo el islamismo
radical que se estaba instalando tras nuestras fronteras-, antes de
irme todavía más por las ramas vayamos directamente al grano: El
cómic al que me refiero es Hail Hydra de Rick Remender.
Lo peor de Trump no es el propio Trump. Sino
lo que ha respaldado el ascenso de Trump
Multitudes de gente sin pensamiento independiente, ni deseo
de ver la organización del mal a la que han entregado sus vidas
Tras
robar, defraudar, hundir los servicios sociales, reducir
investigación y desarrollo a niveles del cine de Paco Martínez
Soria e instaurar una precariedad laboral que nos aproxima a que el
sello “Made in Spain” se convierta en la marca imperante en los
principales bazares y mercadillos, el estatu quo no solo no ha salido
perjudicado, sino que se ha reforzado en su situación gobernante. Al
contrario que el hijo de Rogers, nuestra renuncia seguramente sería
más dramática, y aun así; la impresión sigue siendo la de que
estamos combatiendo una guerra que ya perdimos hace tiempo.
Llegado el final, los gigantes siguen donde estaban agitando sus descomunales brazos, mientras el jinete de la triste figura se pierde en el horizonte, como el vestigio de otro tiempo condenado al olvido.
Llegado el final, los gigantes siguen donde estaban agitando sus descomunales brazos, mientras el jinete de la triste figura se pierde en el horizonte, como el vestigio de otro tiempo condenado al olvido.
No puedo hacer más que darte la razón y aceptar que es algo que en muchas grandes distopías queda claro: el sentimiendo de que al final, al ciudadano de a pie, le gusta pasarlo mal, acepta el miedo, el sufrimiento, el dolor. Es como en el capítulo de Black Mirror donde el protagonista acaba aceptando que el sistema tome su mensaje y su amenaza de suicidio se convierta en un programa televisivo más para el sistema.
ResponderEliminarY es lo que hace grande a muchas obras de este estilo, como al final, tienen razón.
No he podido leer este cómic, pero tras leer tu comentario, voy a por él de cabeza.
Siempre nos quedará la ficción. Al menos, eso esperamos.
Si es que comienza a dar la sensación de que en España somos un poco así https://alicexonline.files.wordpress.com/2014/05/s4e6-yara-2.gif?w=447&h=511&crop=1
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