lunes, 28 de septiembre de 2015

Un Daredevil por encima de nuestras expectativas


Hay cuatro etapas clave en los cincuenta años de historia del diablo de la Cocina del Infierno. No es que no haya nada más lecturas recomendables más allá de estas cuatro. Las hay y no son pocas. Pero son estas cuatro las que definen su evolución como personaje, y todo el que toma la alternativa con el billy club de Matt Murdock debe tenerlas muy presentes si aspira a dejar huella en la tormentosa vida de Daredevil.

Siendo la primera sin lugar de duda la de Stan Lee -sobre todo en compañía de Gene Colan-, aunque crear al personaje y la mayor parte de su entorno da muchos puntos, no es que ninguno de sus sucesores directos lograra despegarse de su sombra para hacer progresar la mitología del cuernecitos. Roy Thomas, Gerry Conway, Marv Wolfman, Jim Shooter... La práctica totalidad de los editores de la Marvel de los setenta y ochenta aportaron sus guiones a Daredevil -con la participación de Steve Gerber y Tony Isabella-, intentando desde reivindicarlo como héroe pulp y emparejarlo con La Viuda Negra en San Francisco, hasta aproximarlo a lo cómics de horror.


El Daredevil de Stan Lee y Gene Colan

Fue con esta última intentoa a cargo de Roger McKenzie con la que se produciría la llegada de Frank Miller, y Daredevil al fin consiguió la reinvención que tanto necesitaba. Desbancando a McKenzie de la colección para convertirse en autor completo, Miller hizo del hombre sin miedo el héroe de acción definitivo del cómic de los ochenta. Usando todo lo aprendido entre el cine de vigilantes urbanos del policíaco de los setenta y el género de artes marciales, fue con Frank Miller con quien Daredevil se erigiría como el irreductible Zatoichi que ha pasado a la posteridad. El tono sucio y oscuro de su etapa perduraría durante más de 15 años, con Dennis O'Neil, Ann Nocenti, D.G. Chichester y J.M. DeMatteis siguiendo su estela con mayor o menor fortuna.

La etapa de Miller cambió por completo la imagen de un personaje que a punto estuvo de ser cancelado, y que con su contribución pasaría a ser uno de los principales creadores de tendencias en el cómic de los ochenta y noventa. Sin embargo, la magia del creador de 'Sin City' comenzó a evaporarse en manos de su sucesores, y Marvel decidió apostar por un tono más ligero con autores como Karl Kesel, Joe Kelly o Scott Lobdell. No cuajó.

El Daredevil de Frank Miller

Sin mucha idea de que hacer con el personaje, la editorial de Bob Harras decidió incluir su serie en el lote de colecciones a cargo de los editores de Event Comics Joe Quesada y Jimmy Palmiotti, iniciando la que se convertiría en su tercera etapa más importante junto a la de Stan Lee y Frank Miller: La etapa Marvel Knights. Iniciada con un arranque fulgurante con los ocho números de Kevin Smith, tuvo problemas para encontrar la estabilidad tras su marcha -a pesar de las contribuciones de David Mack y Bob Gale- no siendo hasta la llegada de Brian Michael Bendis cuando por fin volvió a agarrarse fuerte a lo más alto.

Curtido en el género negro y con Alex Maleev a los lápices, Bendis bebió de éxitos televisivos como 'Los Soprano' o 'The Wire' para componer al Daredevil del siglo XXI que veríamos en la serie coproducida por Netflix y Marvel Studios. Un Daredevil que se prolongaría con Ed Brubaker, David Hine y Andy Diggle, perdurando 13 años en los que se vería reforzando como uno de los principales personajes de culto de Marvel Comics, y alcanzaría su fin con el evento 'Reino de Sombras' y los epílogos 'Daredevil: Reborn' y 'Daredevil: El Fin de los Días'.

El Daredevil de Bendis y Maleev

Tras su final, el editor Stephen Wacker se arriesgaría con un cambio radical en el título, reclutando al guionista Mark Waid para desmarcarse completamente de las penumbras de Miller y la seriedad de Bendis. Reiventando a Daredevil como un moderno Errol Flynt que abordaba con temerario descaro los más impensables retos, la etapa lanzada dentro de la iniciativa 'Big Shots' abordaría una línea similar a lo que Waid venía haciendo con Rocketeer en 'Boom!'. Con todo una dream team de artistas formado por Marcos Martin, Paolo Rivera y Chris Samnee para potenciar la sinergia entre guionista y dibujante, Daredevil se convirtió en pilar de una nueva ola que buscaba recuperar el espíritu de la edad dorada del cómic.

Superhéroes de líneas claras y nitidez en guión y dibujo, pero que a la vez no renunciaba al aspecto trágico de un personaje lleno de contrastes. Una aproximación no muy diferente a la que usaran Paul Dini y Bruce Timm para convertir su Batman en una leyenda de la animación televisiva, y que derivó en una nueva tendencia a la que se contribuirían otras series tan exitosas como el Ojo de Halcón de Matt Fraction y David Aja o la Wonder Woman de Brian Azzarello y Cliff Chiang. Tras cuatro años a cargo de la serie y más de medio centenar de números que lo suman al trío de guionistas que durante más tiempo han escrito al personaje (junto a Ann Nocenti y Brian Michael Bendis), Mark Waid ha puesto fin recientemente a su etapa, cediendo el testigo a un Charles Soule que parece buscar la línea de Frank Miller.

El Daredevil de Waid y Samnee

Pero antes de que esto suceda, el guionista ha sido galardonado hace unas horas con un premio Harvey por la contribución que ha ofrecido su serie, tanto para el personaje como para el cómic de superhéroes en general. Un reconocimiento sobradamente merecido, pero solo llega a cubrir una minúscula parte de la trascendencia de la etapa. Una etapa que a pesar de contar con el beneplácito de la crítica y el lector especializado, inexplicablemente ha pasado bastante desapercibida para el lector habitual. La gente parece tener consciencia de que el Daredevil de Waid y Samnee es buena, sí. Pero tampoco dan la impresión de haberla seguido con el ansia entusiasta que todo must have se merece, no sea que se les pegase algo.

Aun así, y dejando de lado esa maldición que persigue a todas esas grandes obras más asiduas a la categoría de obra de culto que de mega hit mediático, llevarse un premio Harvey a mejor guionista para Mark Waid de los cuatro a los que optaba no es algo de lo que puedan presumir muchas series. Atrás se han quedado los de Chris Samnee como mejor dibujante y portadista, así como el de mejor serie regular (los tres para 'SAGA' y Fiona Staples como podéis ver aquí). Sin embargo, la labor de Waid como responsable ideológico de esta etapa de cuatro años no podía ser ignorado, como tampoco que haya logrado reimaginar de manera radical a un personaje tan dependiente de la sombra de Frank Miller como Daredevil y salir airosos. Más allá de los galardones, el verdadero triunfo del Daredevil de Mark Waid está en la impronta dejada a lo largo de los ocho tomos que forman la colección y el recuerdo inolvidable en la memoria de todos los que han disfrutado de su etapa.


El adió de Waid


Consiguiendo lo que parecía improbable con el bon vivant a prueba de bombas perfilado en su etapa, el guionista forma parte ya de la Historia más selecta de Daredevil. De la misma forma que ocurriera antes con Lee, Miller o Bendis, cualquiera que venga ahora siempre tendrá que sumarse a la pregunta: ¿Seré capaz de igualar a Mark Waid? 

2 comentarios:

  1. Gran artículo! Normalmente a estas cuatro etapas se les suele añadir la de Ann Nocenti, pero personalmente no me parece a la altura de éstas, es cierto que tiene varios cómics buenos pero a mi parecer no consiguió darle continuidad a dicha calidad ni la trascendencia necesaria para suplir a Miller.
    Un saludo!

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    1. Sí, desde luego tanto la andadura de Nocenti como varias de las otras (como pudieron ser los intentos de Conway), merecen su reconocimiento porque tampoco le faltan cualidades. Pero como también señalas estarían justo un peldaño por debajo siendo más "continuistas" -con sus diferencias y demás- de la línea de sus predecesores que verdaderas revoluciones para la imagen del personaje como fueron tanto la etapa de su creación como las otras tres citadas. Saludos

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