Domingo.
Tienes toda la tarde por delante y dices “voy a escribir unas
líneas sobre ese cómic que me ha cautivado”, para acabar
dándote cuenta de que te han tomado la delantera en Comic Book
Resources. Aun así, el número #18 de la nueva 'Ms Marvel' es
lo suficientemente trascendente para reiterar, así que allá vamos
porque lo que están haciendo G. Willow Wilson, Adrian Alphona y
Takeshi Miyazawa con Kamala Khan no merecen menos. SPOILERS
para quien esté descubriendo esta pequeña gran serie a
través de su edición de Panini o no esté al día con la versión
USA.
Desde
el momento de su presentación, la serie de Ms Marvel se vio asediada
por un ruidoso escepticismo detractor, a causa del factor cultural
que presentaba la colección. De Nueva Jersey, pero con familia de
origen paquistaní, Kamala Khan no solo había crecido dentro
de la cultura islámica y era una musulmana practicante, sino que la
colección estaba escrita por una periodista norteamericana
convertida a la religión de El Profeta. Como si de una invitación
para ello se tratase, las redes se inundaron desde quejas porque
Marvel otorgase importancia al credo de uno de sus personajes -las
cuales debieron estar de vacaciones con cada serie de Daredevil o
Rondador Nocturno- como bromas bastante cuestionables sobre si la
editorial estaba apoyando al ISIS.
Adolescentes con superpoderes. O casi
Imagino que por esa regla según la cual el islamismo es lo mismo que el yihadismo, debemos asumir que el cristianismo equivale a participar en quemas raciales en Arkansas, torturas medievales en culos inocentes y otras tropelías derivadas de miles de años de fanatismo inquisidor religioso. Nada de tener en cuenta que además de ser musulmana practicante, la guionista G. Willow Wilson tiene entre sus trabajos más importantes un 'Air' que tanto bebe de la obra de Salman Rushdie (escritor demonizado por el islamismo integrista). ¿Para qué si nos podemos dejar guiar por los mismos prejuicios y miedos de siempre?
La
cuestión es que desde sus comienzos, la serie de Ms Marvel se ha
guiado por el arquetipo clásico de Spider-Man, donde su
religión no es sino parte de un contexto cultural concreto. Como
ocurría tanto con el trepamuros en sus primeros tiempos como los
derivados que ha dado este, Willow Wilson ha venido usando el
descubrimiento de sus poderes como parte de esa atemporal transición
de la juventud a la madurez, inmortalizada con el mito del superhéroe
adolescente. Sin perder nunca ese optimismo atribulado a prueba de
fuego -marca de la casa en Marvel desde tiempos de Stan Lee-, la
guionista se ha mostrado especialmente capaz a la hora de abordar de
forma sutil y sin subrayado, temas de importancia social con los que
fácilmente pueden sentirse identificados cualquier joven en la misma
situación de Kamala.
El entorno de Kamala
Temas
como pueden ser la demoledora falta de expectativas de futuro, la
persistencia de barreras culturales incluso en el primer mundo o las
situaciones de abuso a las que se pueden verse avocadas adolescentes
a merced de sus hormonas. Todo, dentro de un entorno en el que Kamala
siempre ejerció del rol de segunda generación, donde la
cultura tradicional de sus padres se mezcla con los ideales
occidentales de forma mucho más laxa y flexible. Ni la nueva Ms
Marvel cubre su cabeza con el hijab, ni tiene problemas a la hora de
cuestionar la herencia de ambos mundos.
¿Ir a una fiesta con chicos? Ciencia ficción
Son
sus padres y hermano mayor los que se encargan de representar la
vertiente más ortodoxa de si cultura ya sea porque... bueno, porque
son padres y ejercen como bastión de los valores tradicionales
independientemente de la cultura que hablemos, o como mofa de ese
primogénito con tendencia a sobrecompensar en busca de la aprobación
paterna. Reconocibles en cualquier marco familiar, el padre de
Kamala se nos muestra como el sempiterno hombre de bien
-ese que ha prosperado en los negocios gracias al trabajo duro, y
busca que sus hijos no sean menos en el terreno material-, mientras
que la principal preocupación de la madre es que su hija sea una
señorita y encuentre un buen marido.
El
paradigma de lo antiguo contra lo nuevo, donde cada rol está
claramente establecido, y Kamala encarna ese ímpetu de la juventud
en pugna contra las rígidas cadenas de los valores de toda la
vida. O al menos, así venía siendo hasta el final del número
#18 de 'Ms Marvel' -y aquí es donde entramos en territorio de
SPOILER- en el que tiene lugar una inesperada revelación que
cambia por completo cualquier interpretación que pudiéramos haber
tenido hasta el momento de la serie. En plenos 'Últimos Días' de
la 'Secret Wars', en los que Kamala se enfrenta al fin del mundo
junto al resto del universo Marvel, la joven superheroína trata de
hacer lo posible para salvar los suyos, reuniéndolos en una zona
segura establecida en su instituto.
SPOILERS
Compañeros
de clase, vecinos, conocidos, amigos, enemigos... Todo el que pueda
necesitar de su ayuda, entre los que -como sería normal para
cualquiera que se considere humano- tampoco podía faltar su familia.
Sabiendo que puede ser el final de sus vidas, la muchacha no puede
seguir guardando el secreto que lleva acompañándola desde su
eclosión como superheroína, desvelándole a su madre que ella es la
misteriosa Ms Marvel que ha estado defendiendo la ciudad durante los
último meses. La gran sorpresa llega cuando su madre se
limita a sonreír de forma complice, abrazándola mientras proclama
“Ya lo sabía”.
Aparte
de toda la carga emocional transferible a la que se podría haber
generado de haber tenido lugar entre Peter Parker y Tía May
en su día, es necesario darle atrás a la moviola para analizar
adecuadamente lo brillante que es este giro por parte de la
guionista. Reiterando como todo tiene lugar dentro de una familia
musulmana occidental, sobra decir que la religión islámica no
atraviesa precisamente su mejor momento de popularidad, especialmente
si tenemos en cuenta la situación que se le ha otorgado a la mujer
en ella durante las últimas décadas.
La Conversación, parte III
Y
aunque la familia de Kamala esta muy lejos de la severidad que se
pueda encontrar en los países con gobiernos integristas, cualquiera
que se haya criado dentro de una familia española erigida en torno a
valores tradicionales, reconocerá inmediatamente lo que puede llegar
a pesar un padre de los del arresto domiciliario y el “Así no
sales a la calle”, o esa madre cuya principal preocupación es
que sus hijos se queden para vestir santos.
Que
dentro de esta dinámica, sea -con su velo en la cabeza y el gesto de
desaprobación constante- precisamente la madre severa quien es
consciente de la doble vida de su hija y decida respaldar su secreto
es significativo por partida doble. Especialmente teniendo en cuenta
que la carrera como superheroína de Kamala no podría estar más
alejada de la que sus padres quieren para ella. Por muy loable que
pueda ser para ojos de extraños, ningún padre o madre estará nunca
tranquilo con la idea de una hija con melena al aire que pone su vida
en peligro de forma tan constante como altruista. Mucho menos cuando
tiene una imagen tan vintage de como deber estar organizada la vida.
She can do it
Aunque
de cara a la galería la ammi de Kamala no puede dejar de
actuar como una madre que la reprueba y mete en cintura cuando se
despista del camino que ha previsto para ella, en el fondo no puede
evitar sentir admiración ante una hija con el arrojo para
labrarse su propio camino. Pero más allá de esto, es el momento en
el que la familia de Kamala deja de representar la imagen de una
familia musulmana, para tomar forma como una familia que
además es musulmana. Es decir, desde el comienzo de la serie, padre,
madre y hermano han estado definidos en unos roles muy claro, que
bien podrían ser los de una sitcom de componente étnico.
El
padre sobreprotector y autoritario como eje, la madre reguñona que
se escandaliza a la mínima, el hermano cabezahueca y excéntrico...
Arquetipos fácilmente reconocibles que nos hicieron familiarizarnos
con el entorno de Kamala en un primer contacto, y que ahora se vienen
abajo con este gesto con el que se desmoronan los clichés y salen a
flote los personajes debajo de ellos. Algo especialmente relevante al
tratarse de un colectivo tradicionalmente condenado a ser
representado en occidente a través de tags sociales, muchas veces
fruto de la peor cara de la cultura musulmana.
Marco cultural
Porque
ya no hablamos solo de aquellos cuyo contacto más próximo con la
misma sea a través de la CNN, sino a toda la leyenda negra
acumulada por décadas de vicios llamativos de nuestra perspectiva
algo más -tampoco demasiado- progresista, como puede ser la
situación de la mujer en relación del hombre. Actitudes como la
esta madre que en contra de su criterio ortodoxo da alas a una hija
decidida a ser ella misma (sin renunciar a su cultura, pero sin
tampoco someterse a ella), tienen un valor incalculable para romper
viejos tabúes, tanto para alentar esa cultura islámica que no
perpetúe los vicios del pasado -por la que tanto están haciendo
gente como Marjane Satrapi o Haroon-, como para que
cambie la imagen preconcebida que tenemos desde fuera de la misma.
Porque
independientemente del credo o los valores inculcados, todo padre y
toda madre tiene en común el deseo de ver prosperar y ser felices a
sus hijos, así como el anhelo de salgan airosos en aquello que no
fuimos capaces de conseguir. A falta de un número para concluir su
primer volumen -y en puertas del segundo-, Ms Marvel vuelve a
destacar por esa desbordante humanidad puramente Marvel, que ha hecho
que con Willow Wilson Kamala Khan se haya convertido en uno de los
grandes iconos de la editorial.
" Reluciente y a la vez funcional"
"Así es como lo hacemos"
Para otra perpestiva del número, aquí está el artículo de Comic Book Resources
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