Para cualquier aficionado
curtido, hablar de superheroínas Marvel implica no solo la
imagen icónica de esculturales luchadoras contra el crimen, sino
también las inquietudes, carreras y aficiones de la persona que hay
bajo la máscara. Todos sabemos que Jennifer Walters es abogada
además de Hulka, de la misma forma que estamos al tanto de
que a la Avispa le gusta la moda y a la Mujer Invisible
err... ¿hacer bocadillos? Algo similar a lo que ocurre con sus
compañeros masculinos, siendo imposible pensar en Peter Parker,
Daredevil, Ghost Raider o Gambito sin reparar en sus condiciones de
antaño genio escolar con problemas de marginación, letrado, piloto
de pruebas o ladrón.
Puede que así lo creas y
consideres que tanto hombres como mujeres han tenido un tratamiento
similar en cuanto a motivaciones personales dentro de los cómics.
Pero lo cierto es que si echas la vista atrás, la proporción no
podría ser más descorazonadora. No hace falta ir hasta días de
Stan Lee y herederos, en los que el principal interés de las
protagonistas femeninas era el sexo opuesto. Incluso aquellas que
tenían profesiones propias
como la Viuda Negra
-la espía-, Jane Foster
-la enfermera- o La Gata
Negra -la ladrona-,
servían más como excusa para establecer un vínculo de amor / odio
o relación laboral que le permitiese confraternizar con los
personajes masculinos.
Más sobre esta época en el blog de Adlo
No
hablemos ya de Mary Jane
y su profesión como modelo / actriz, cuestionando si en alguna
ocasión se ha abordado con verdadero interés, más que como galón
en la pechera del trepamuros (“Yo me ligué a Julia Roberts”).
Solo hay que pensar en las docenas, probablemente cientos de
historias que abordan el rol de Iron Man, el Capitán América, Reed
Richards o el Doctor Extraño como empresario, soldado, científico o
médico. ¿Cuantas historias tiene la Avispa ubicadas en el mundo de
la moda, sin que sea tratado como un capricho liviano? “Cosas
de chicas”, de la misma forma
que la única superheroína con un doctorado en bioquímica -Pájaro
Burlón- nunca ha sido
mostrada al nivel de al menos Hank McCoy, ni que Polaris
tenga un mayor control sobre los campos magnéticos de la Tierra que
Magneto (a pesar de tener un conocimiento como licenciada en geología
que este no tiene).
Pregúntate
cuanto ha hecho falta hasta que una guionista se haya acordado de que
-eh- Carol Danvers
es una experta piloto de combate, no siendo hasta tiempos muy
recientes cuando se ha intentado hacer realmente algo con los
personajes femeninos. Sabemos que El Hombre de Hielo estudio
contabilidad, bien. ¿Alguien tiene constancia de cual es la carrera
universitaria de Jean
Grey? A ella la vimos
toda una temporada cursando clases en la universidad -cosa que con
Bobby Drake no ocurrió-, y todo lo que se puede añadir es que tuvo
un breve acercamiento cuasi-romántico con el hermano del Hombre de
Cobalto.
Incluso
aquellas que más suerte han tenido en este ámbito siguen
palideciendo frente al género de la XY. Comparad proporcionalmente
el tratamiento de Hulka como abogada frente al de Matt Murdock, o el
que haya podido tener como físico su primo Banner. Mejor será que
no entremos en todo lo qué sabemos a día de hoy de quién es
Elektra
cuando no está matando gente, cuantas historias de Tigra
se centran en su carrera como policía o qué busca en la vida la
Bruja Escarlata
cuando no se está volviendo majara. Durante un largo periodo, no
importaba en el cómic cuales fueran las raíces o historia personal
de una mujer que desarrollase superpoderes. Inmediatamente entraban
en un molde genérico que las hacía barbies
indistinguibles más allá de los colores y complementos de su
uniforme.
Afortunadamente
hay casos y casos, y al igual que Chris Claremont se esforzase en
reflejar la pasión por la jardinería de Tormenta
o rompiera moldes con la afición de Kitty
Pryde por los
ordenadores, hoy se está otorgando una fuerte importancia al lado
humano de las superheroínas. Tanto, como probablemente no la hayan
tenido en toda su historia, permitiéndonos descubrir que a Spider
Woman le apasionan los
vehículos de motor o que Jane Foster tenía una vida más allá de
pensar en Thor día y noche.
Siguiendo
esta hoja de ruta, la nueva Moongirl
de Amy Reeder y Brandon Montclare se nos presenta en las primeras
páginas de Natacha Bustos como una apasionada de la ciencia que
tiene su cuarto repleto de trastos
que la delatan como una astrónoma en potencia. Pequeños detalles
más allá del Dinosaurio
Diabólico, que en su día
probablemente hubieran sido posters de bandas de moda y chicos
guapos. En la actualidad, la determinación en crear personajes
femeninos poliédricos más allá de clichés, permiten una
identificación más allá de género. Una, en la que el sexo y
orientación de cada protagonista es solo un extra, y lo que
representan el verdadero lenguaje universal.
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