lunes, 23 de marzo de 2015

Amazing Spider-Man #16.1, de Gerry Conway y Carlo Barbieri


A pesar de ser denostado esa parte del fandom que todavía no le ha perdonado la muerte de cierta rubia, guardo bastante simpatía por las historias de Gerry Conway para la franquicia arácnida (también en la de Thor, pero eso es otra cuestión). Basta con recitar nombres como Lápida, los Hermanos Lobo o el Gibón, y entrarme un entusiasmo loco por las sesiones de trabajo del Daily Bugle, el laboratorio de Jonas Harrow, la licantropía del astronauta, villanos de temática arácnida, clones, máscaras con agujeros equivocados, jarrones en la cabeza y películas de Steve McQueen.

Es por eso que cuando Marvel anunció que el creador de Punisher firmaría un arco argumental para la cabecera del trepamuros, una sonrisa de satisfacción se dibujó en mi rostro al son de las palabras “guerra de bandas”. Sobretodo, tras disfrutar de la historia corta firmada por el guionista para la saga Spider Verse, y por la interesante situación en la que se encuentra el crimen organizado de Nueva York en el universo Marvel. Un crimen organizado que ha perdido a Kingpin como cabeza visible, dejando un enorme agujero en donde antes se alzaban la vigilancia totalitaria de Superior Spider-Man y las maquinaciones del Rey Duende.

Con la Gata Negra como nueva pieza clave dentro de la jerarquía criminal de Manhattan y personajes como Cabeza de Martillo, Mister Negativo o el citado Lápida peleando por su parte del pastel, todo sonaba a la perfección en un arranque que otorga más protagonismo a la nueva Espectro -oficial de policía de día, justiciera anónima cuando las barreras de un sistema corrupto se convierten en un obstáculo- que al propio Spider-Man. Las aptitudes de Conway apenas parecen haberse deteriorado con el paso de los años, y el guionista conoce el lenguaje del género como algo que le resulta familiar y con lo que se siente cómodo.

Un género en el que los superhéroes pueden vestir máscaras o llevar placas sobre su pecho, y la amenaza de los criminales se mide más en influencias que por sus variopintos poderes. Las calles como eterna frontera en la que las fuerzas del orden luchan para mantenernos a salvo de los que elevan el estandarte de la codicia sin miramientos, y en el que la burocracia puede jugar a favor del bando equivocado en un sistema corrupto.

Con todos esos elementos, Conway lo tiene todo para hacer de este Amazing Spider-Man #16.1 el primer capítulo de una saga que recupere el buen sabor de sus anteriores sagas ambientadas en los bajos fondos del universo arácnido. Sin embargo, es imposible leerlo sin tener la impresión de que Marvel ha errado en la elección de Carlo Barbieri para hacerse cargo del apartado gráfico. Un dibujante que si bien había mostrado una visible mejora en sus últimos trabajos para la franquicia X, ni es el más adecuado para esta historia, ni se ve demasiado beneficiado por el no muy agraciado acabado que le otorgan el entintado de Juan Vlasco y los colores de Israel Silva.


Una lástima, porque con cualquier Michael Lark, Marco Checchetto, Lee Weeks o Stefano Casselli, el regreso a Spider-Man de Gerry Conway con 'Spiral' habría lucido mucho mejor de como lo hace con esta primera entrega de su arco para la cabecera arácnida. Al menos, siempre nos quedarán las portadas de Arthur Adams para consolarnos.

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