Todo
mi conocimiento del universo del Warcraft viene de la tercera
entrega de la saga. Gran juego. Más difícil que colocar brackets a
un orco, pero de los que compaginan tan bien la trama con el juego,
que es difícil no terminar con esa satisfacción de un final de los
que crean leyenda. Con su riquísima mitología de razas fantásticas
más allá de lo medieval como otro aliciente, por alguna razón u
otra nunca llegué a continuar la saga con 'Frozen Trone', ni
mucho menos 'World of Warcraft'.
Aun
así, le tengo suficiente nostalgia como para verme atraído a la
adaptación cinematográfica de Duncan Jones, quien se alía
con Blizzard para trasladar al cine 'Orcos y Humanos'.
Presentada en un esperado trailer de 'Warcraft' que busca
congregar todo el espectáculo de sus mejores cinemáticas, no se si
la trama ya es la misma que propusiera el primer videojuego de la
saga, o este se centraba más en la guerra cruda sin las motivaciones
humanitarias de por medio.
En la
película, el trailer nos muestra a una beligerante raza de Orcos
forzados a abandonar su mundo ante la falta de recursos, chocando de
bruces con otro mucho más verde y fértil: El de los humanos de
Azeroth. Un pueblo desolado por siglos de conflicto, escapando
por su vida por colisionar con otro que se considera a si mismo la
joya de la creación, pero que no puede evitar mirar con recelo y
desconfianza a estos nuevos inquilinos. ¿Habrán llegado los Orcos
para quitarnos el trabajo? ¿Por qué dicen que están tan mal si
luego traen hachas y no tienen pinta de pasar mucha hambre?
Es
probable que hasta los liderés de La Horda señalen al trono
de los humanos como el Gran Satán responsable de todas sus
desgracias, y que incluso pasen por el cuchillo a los miembros de su
raza que opinen de otra manera. La principal regla de los
blockbusters es la de no complicarse demasiado la vida y crear una
trama reconocible con la que el gran público pueda empatizar. Para
la película de 'Warcraft', casi se podría pensar que Duncan
Jones ha hecho justo lo contrario de lo que se esperaba, y que en
lugar de meter la cabeza en el ordenador hasta no ver otra cosa que
jabalíes y barras de experiencia, ha decidido sacarla en busca de
Las Hordas y Alianzas de cada día.
La
verdadera guerra de Warcraft no es la que sucede através de
ADSL y cables de fibra óptica, sino otra mucho más cercana que se
nos hace más incómodo tener presente. Si se trata de algo casual,
quizás sea oportuno entregar una medalla a los hados del azar por su
nueva gesta.
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