domingo, 30 de agosto de 2015

Spider Gwen, chicas duras de verdad


Aunque más de un escéptico seguirá pensando que la proliferación de series protagonizadas por superheroínas no es más que una moda creada para engatusar el ojo de cosplayers y la compra de muñecas, lo cierto es que habría que irse muy atrás -tanto que probablemente acabes colisionando con el Big Bang-, para encontrar un marco en el que el cómic ofrezca una variedad de personajes femeninos como el que tenemos hoy. Se acabó lo de limitarse a disfrazar maniquíes animados con máscaras y antifaces, para que lo más estimulante que pudieras encontrar en sus historias fueran sus curvas.


Producto directo del aumento de lectoras y aficionadas a los cómics de superhéroes, de entre toda esta hornada de nuevas superheroínas, pocas me fascinan tanto como la Spider Gwen de Jason LaTour y Robbie Rodriguez. Epicentro de un escenario nocturno sin fin construido sobre locales, anguloso arte callejero y colores de neón, si hay algo que haga especial a esta revisión arácnida de Gwen Stacy y su mundo es su actitud.

El último que confundió a Spider Gwen con una chica mona

Desmarcándose de cualquier ideal de superheroína juvenil al uso, la Gwen de LaTour poco tiene que ver con la entrañable geek Kamala Khan o la estilosa nueva vida hipster de Batgirl, siendo lo primero de lo que tienes constancia al ver como se mueve, habla o interactúa con su entorno que es una tía dura de cojones. Con esto no quiero decir que la rubia se haya vuelto de repente malota, que sea una poser que viste camisetas de Los Ramones, se dedique al bullying o vaya de guay por la vida. No, cuando digo que es una tía dura me refiero a que es una tía dura. Tirando de memoria de instituto, es probable que todos hayamos tenido a ese compañero que se sentaba por la periferia y que apenas tenía un gesto de interacción con el resto salvo para preguntarte con un “Eh” si le habías grabado eso de Extremoduro. Me refiero al que llevaba la ropa gastada no ya porque estaba de moda, sino porque seguramente tuviera una vida vida familiar bastante difícil. El que tenía una continua mirada tensa como si en cualquier momento se fuera a declarar en clase el estado de Battle Royale.

Pues bien, esa es básicamente Spider Gwen, una protagonista que si no existieran los cuadros de pensamientos apenas sabríamos nada de ella, y que tiene más rango de expresiones faciales cuando tiene la máscara puesta que cuando no la lleva. No es ya que resulte más dura de lo que haya sido Peter Parker nunca, es que quizás lo sea también más que Flash Thompson o -permitáseme explicarme- Kaine. Con esto no me refiero a ser dura de partir cabezas -aunque Rhino todavía debe guardar secuelas de la paliza que le propinó-, sino a la determinada claridad de ideas con la que aborda cada aspecto de su vida. Si alguna vez oíste hablar de las hijas díscolas de policías, Spider Gwen es de alguna forma la perpetuación de ese mito, pudiendo recordar también en su tenaz obstinación al personaje de Miles Teller en 'Whiplash'.

Si piensas que Frank Castle era chungo, imagina 
que hubiera continuado en el cuerpo

También batería como este -en su caso de una banda de garage para sumar todavía más puntos de actitud-, Gwen es producto de un marco urbano no menos áspero. Una Nueva York de gatillo fácil que de repente parece haber sentido nostalgia por el tumultuoso espíritu de los setenta, con la juventud oteando tras locales de moda suburviales propensos a terminar como escenario de las guerra de bandas. Acusada de asesinato, que el agente responsable de su captura sea un Frank Castle que todavía no sabe nada de picnics familiares en Central Park dejan claro lo bien puestas que debes tener las gónadas en este barrio, si quieres que tu carrera como superheroína dure más que un respiro. Fun facts: Quien crea que Punisher se convirtió en el loco psicótico que tanto queremos tras la muerte de su esposa e hijos, hacedle caso a Ennis. Ya lo era antes.

Conceptualmente, la Marvel alternativa de Spider Gwen es como una versión de armas tomar del original, donde en lugar de tener a un abogado ciego defendiendo a los desfavorecidos en la Cocina del Infierno, tenemos a Matt Murdock como implacable mano derecha de Kingpin ¿Recordáis a ese James Wesley que prácticamente le hace todo el trabajo a Vincent D'onofrio en la serie de Netflix? Invertid los papeles y poned en su lugar a un ninja ciego cuyo sentido moral está más próximo a los abogados reales que a los de la ficción.

Matt Murdock no ha tenido un mal día
En este universo es un cabrón de cuidado

Sin embargo, con quien LaTour y Robbie Rodriguez han terminado de conquistarme del todo es con su versión de La Gata Negra -perdón, Le Char Noir- presentada en la última entrega de la serie hasta su regreso tras Secret Wars. Con la relevancia que se le da a los bolos de bandas en la vida nocturna de Nueva York, Felicia se presenta como una diva musical del circuito underground que ostenta su estatus como un señor de la guerra hyborio lo haría con sus dominios. Con combinado de peluca y vestido en acero cromado y acento francés como ostentosa armadura, como el Grendel de Wagner no necesita delinquir pos su posición, pero lo hace por el placer de el juego, buscando que cada robo sea una manifestación artística de su propia vida.

Al verse en la necesidad de enfrentarse a ella como teloneras en una de sus actuaciones, la líder de la banda de Gwen -Mary Jane Watson- deja muy clara la seriedad del asunto, refiriéndose a Felicia como el gran destructor nacido para consumir el mundo del arte (mientras otra de sus compañeras recuerda entre chanzas como la pelirroja paso casi diez minutos muerta cuando Felicia la estranguló con el cable de su micro). En mitad de un caluroso verano nocturno en el que hordas de ninjas marcan el territorio de sus señores y la autoridad hace su ley por las bravas, el cuarteto de chicas se adentra en la noche como gladiadoras dispuestas a salir victoriosas o perder la vida en el intento.

Felicia Hardy, en busca de su próxima presa

Esta determinación del todo o nada, está presente a lo largo de toda una serie en la que es más habitual ver a sus protagonistas con mirada rapaz que sonriendo -salvo Matt, Murdock sonríe siempre pero nunca para nada bueno-. Para los tiempos del buen rollo, el no te preocupes y la palmada en la espalda si algo sale mal que tanto se nos vende actualmente, la actitud de Spider Gwen y su mundo resulta tan disonante como si acabaran de salir de Mad Max. Cuando LaTour busca mostrar la amistad entre The Mary Janes (venga, tenía que soltar el nombre de la banda), no lo hace entre risas y refrescos en centro comercial, sino entre ensayos y voces histéricas en continuas peleas por el estrés de las fechas de concierto. Un detalle que quizás podría parecer sin importancia, pero que define a unos personajes ininterrumpidamente activos que parecen estar en la antesala constante de la reunión más importante de sus vidas, para inmediatamente después poner rumbo a la siguiente.


Convertida en fenómeno gracias al furor de su presentación, quizás sea ese carácter contracorriente lo que ha hecho que a Spider Gwen siga dando guerra como algo más que una moda pasajera. Mientras otros referentes femeninos juveniles del cómic de superhéroes parecen hechos de algodón de azúcar y sobredosis de Dr. Pepper, lo que corre por las venas de esta nueva Gwen Stacy son cables de audio y ritmos de percusión. Que sea capaz de mantener toda esa energía para ser Ultimate Spider-Man de esta década es algo que todavía esta por ver.  

Pues sí, nos ha tocado...

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