Nunca he entendido la
fascinación por Hal Jordan. El tipo venía a ser el Clint
Barton de DC Comics, sin ese encanto fruto ser un bocas terco y
temerariamente bravucón que se codea con dioses y superhombres. De
la cuerda tensa y el puñado de palos al anillo superoderoso, pasar
del Regular Joe de los
Vengadores al piloto de combate con tendencia al amotinamiento se me
hace francamente difícil para empatizar con el madero cósmico, a
menos que seas un hijo de la América de los 50. Sin embargo, todos
pasamos por el aro cuando lo trajeron de vuelta. Puede que porque
había cierta sensación de justicia tras la trágica forma en la que
se quitaron de en medio al Green
Lantern, o puede que
simplemente porque -Rebirth-
Geoff Johns fue una gran saga.
El
caso es que aunque ahí estuvimos todos cuando comenzó su nueva
serie regular, no tardé en empezar a ser consciente de que aquel Top
Gun que quería ser Han Solo era
un coñazo. Fue entonces cuando comencé a ver más allá de Jordan,
flirteando con otros rincones del universo esmeralda mientras me daba
cuenta de que había otros Lanterns mucho más interesantes que él.
Guardando un lugar muy especial para ese Guy Gardner al que de alguna
manera acabé poniendo la voz de Ramón Langa, para mi el mejor Green
Lantern de todos los tiempos siempre será -a pesar de la lacra que
arrastra como hijo de los noventa- Kyle
Rayner.
Víctima
del infame momento que dio pie al movimiento Women in
Refrigerators, no es tanto que
me resulte mucho más fácil conectar con sus orígenes y que vea
unas posibilidades infinitamente más amplias a emparentar el anillo
de poder con la imaginación de un artista gráfico. Es que -en
general- siempre le he visto más madera de héroe de la que ha
mostrado nunca Jordan, y una trayectoria mucho más agradecida e
interesante entre todo lo que he leído de ambos. Protagonista de la
recién finalizada Omega
Men de Tom King, cuando
pienso en las sagas de Kyle Rayner no dejan de invadirme recuerdos de
grandes momentos de épica desatada, humanidad desbordante y ese
gusto sci-fi para explorar cuestiones derivadas de la aproximación
de nuestra especie a poderes cósmicos más grandes que la vida.
Cuando
pienso en Hal Jordan sin embargo, todo lo que me viene a la cabeza es
alguna que otra buena historia en la que está el como podría estar
cualquier otro, así como imágenes de esta especie de Zapp
Branigan con traje verde
repartiendo derechazos en la mandíbula, de Jordan cambiando
aleatoriamente de color de traje sin nunca pasar por el rosa -no sea
que luego la gente hablase-, strippers cósmicas y punch-lines a la
mejor tradición de las películas malas de los noventa. Pero la fama
es la que es, y aunque a título personal creo que fue su regreso y
el de Barry Allen lo que inició la debacle de DC, ahí lo seguimos
teniendo al frente de la colección de los Green Lantern Corps de
Robert Venditti, mientras que de Kyle Rayner todo apunta que no
volveremos a saber nada de aquí a un largo tiempo.
Algo
que cómo fan del personaje bien podría abordar con la tristeza de
ese temido adiós que pendía sobre su cabeza desde hace años, pero
que con esta maxiserie de 12 números de los Omega Men ha terminado
por ser el broche perfecto para una de las andaduras personales que
más he disfrutado en mi trayectoria como lector de DC Comics. Lejos
quedan los días de aquella JLA
de Grant Morrison, en la
que aquel último Lantern se unía -a pesar de su inexperiencia- a
los mayores héroes de la editorial, convirtiéndose en la ventana
del lector para aproximarse a estos dioses con forma humana. La
escena de Tierra 2 en la que el grupo trataba de pasar desapercibido
en el mundo del Sindicato del Crimen, y Kyle se cargaba la tapadera
al no poder quedarse de brazos cruzados mientras un desgraciado
maltrataba a un perro callejero sigue grabada a fuego en mi memoria
como una de las que mejor supieron definir el idealismo del
personaje...
… como
lo fue también para su su determinación a no dejarse amilanar por
la voz de la autoridad su cara a cara con un Superman tan hipócrita como para soltarle que ningún hombre debería tener tanto
poder. Reflejado durante la etapa de Rayner como Ion en el Green
Lantern de Judd Winnick, la cuestión de qué pasaría si aquel viejo lema de que el poder absoluto corrompe
absolutamente es más un reflejo de los miedos de los que se ven
privado de este que algo que realmente deba suceder por sistema flotaba en una saga en la que el
guionista de Green Arrow le daba la vuelta a la tortilla. Sin más herramienta que la del altruismo y unas
ambiciones realistas que nunca abandonaban la consciencia de que -aun
en plena fase omnipotente- seguía siendo aquel zagal de clase
humilde que encontró su anillo en un callejón tras la puerta
trasera de un tugurio de mala muerte, aquel Kyle
Rayner desbarataba la idea elitista de que el poder deber ser limitado a unos cuantos afortunados, logrando un control mucho mayor que otros héroes más experimentados.
Joe
Kelly por su parte lo usó poco en su
JLA, pero lo hizo lo suficiente como para dejar huella con su enorme papel en
la Era de la Obsidiana. Junto a Doug Mankhe a los lápices, el guionista fue de los primeros en jugar con el
aspecto de cordero sacrificial que ha perseguido al personaje desde
entonces. Como aquel protagonista de Gattaca, Kyle se mostraba
incapaz de dejar nada para el camino de vuelta mientras hubiera
alguien en peligro, convirtiéndose en testigo del horror del
desmoronamiento de la Liga de la Justicia durante la cruenta batalla
contra la Liga de los Ancianos.
Demasiada
tragedia para un par de vidas, por lo que no es de extrañar que
decidiera tomarse un descanso, para poco después volver como llave
para la resurrección de Hal Jordan en Rebirth.
Aquella podía haber sido la última aventura de Kyle Rayner para
dejar espacio para el regreso del Green Lantern de la Edad de Plata,
y así viví con cierto temor cada una de las páginas de la
mini-serie hasta que Geoff Johns dejó claro que sus intenciones eran
muy distintas. Elevando todavía más el rol heroico de Rayner al
convertirlo en la clave para derrotar a Parallax y el único Lantern
que realmente había conseguido entender el miedo, Kyle protagonizaba
uno de los grandes momentos de su historia con el cruce de manos con
su predecesor.
Un
encuentro que terminó siendo un mero anticipo de lo que nos esperaba
en la Guerra de los
Sinestro Corps, cuando
las tornas se cambiaron y fue Hal quien tuvo que rescatar a Kyle,
rematando la saga con uno de los mejores momentos que Geoff Johns ha
dado para la compañía: El enfrentamiento de Rayner y Jordan contra
Sinestro en un edificio en construcción, los tres con la energía de
sus anillos a cero.
Este
podría haber sido un gran final para la andadura de Rayner si -por
cualquier razón- la compañía hubiera decidido jubilarlo sin
necesidad de acabar con su vida. Pero no. Nuevamente volvería a ser
un aperitivo, en este caso de la etapa que terminó de elevarlo a mi
Olimpo personal de héroes DC, con su camaradería con Guy Gardner en
los Green Lantern Corps de
Peter J. Tomasi y Patrick Gleason.
Cada una de las sagas de esta etapa es épica desatada de superhéroes
en su forma más pura, en un continuo crescendo con momentos tan
álgidos como el enfrentamiento contra Mongul en el planeta de la
Merced Negra, la batalla contra Kryb por el destino de los hijos del
Corp o esa monumental saga que es Eclipse Esmeralda. Con la fuga de
las celdas de Oa como desencadenante, el momento de Kyle y Guy como
último bastión del heroísmo frente a unos Corps que habían
decidido aceptar el uso de la fuerza letal contra sus enemigos es
probablemente uno de los más crudos e intensos que ha dado la
franquicia en toda su Historia.
Punto
clave en un ascenso que ya no se iba a detener, y que continuaría
en La Noche Más Oscura
con el dúo de Lanterns de la Tierra regresando a Oa para encabezar
la resistencia contra sus compañeros caídos, brindándole una nueva
oportunidad a Rayner para demostrar que su heroísmo es solo
equiparable a su tendencia a convertirse en martir.
Faceta
que, una vez más, volvería a demostrar en su desesperado intento de
rescatar a su mentor Ganthet de las maquinaciones de los Guardianes
Corruptos, aunque se tuviera que dejar la vida en ello. Esto
ocurriría en la saga del Alzamiento
del Tercer Ejército de
los Nuevos Guardianes de Tony Bedard con Aaron Kuder a los lápices...
… quien
poco después nos ofrecería esta espectacular splash page durante el
introspectivo enfrentamiento de Kyle contra Volthoom en la Ira
del Primer Lantern.
Tras
esta saga llegaría el nunca suficientemente valorado Justin Jordan,
quien hizo de los Nuevos
Guardianes la última
serie verdaderamente interesante de la franquicia tras la marcha de
Johns, abordando la nueva condición de Kyle como White Lantern, su
apoyo en Carol Ferris y una faceta exploradora en la que Rayner se
enfrentaría a diferentes cuestiones sobre la deidad o los límites
de la humanidad en sus viajes por diferentes mundos.
Así,
hasta concluir su viaje en una de las grandes joyas de los Nuevos 52,
con la que Tom King volvió a demostrar que el título como uno de
los mejores guionistas del panorama de superhéroes actual se le comienza a quedar corto.
Pudiéndose describir como un cruce entre los X-Force de Simon
Spurrier y el Punisher MAX de Garth Ennis si en lugar de ambientarse
en la Tierra fuera una space opera ubicada en el espacio, en Omega
Men, King ofrecería un
tormentoso relato sobre la guerra sin el más mínimo espacio para la
esperanza o el idealismo, arrancando bien fuerte con una escena que
daba un salto en la historia para plantarnos en la cara nada menos que la
ejecución de Rayner.
Doce
entregas después, Omega Men ha quedado no solo como la superlativa
despedida -quien sabe hasta cuando- de Kyle Rayner, sino también
como una serie imprescindible tanto para los fans de DC como para
cualquier fan de la ciencia ficción al más puro estilo de Starship
Troopers o el género bélico existencialista al más puro estilo
Kubrick / Coppola con un mínimo de gusto. Habiendo
sabido encajar como un guante a ese dibujante de cómics embarcado en
una odisea espacial en un entorno que no podría ser más ajeno a su
idealismo, King nos brinda su propio Valley Forge, Valley Forge, con
este adiós para el recuerdo que el destino ha querido haya podido disfrutar
con la banda sonora del Reino de los Cielos de fondo. Muy apropiado a pesar de ser dos obras que aparentemente no tienen demasiado en común, siendóme difícil no ver aquel desgarrador sentimiento de pérdida reflejado en la mirada de Eva Green al contemplar Jerusalén por última vez, como
un perfecto compañero de viaje para las últimas páginas de este turbulento viaje por el corazón de la guerra protagonizado por Kyle Rayner y los Omega Men.
Más que apuntada. Ya me la habían recomendado por Goodreads, pero leyendo también tu excelente comentario y repaso por la carrera del siempre poco apreciado Kyle Rayner, ya no puedo negar el interés por leer esta obra.
ResponderEliminarUn saludo enorme y sigue escribiendo entradas a este nivel, ¡saludos!