sábado, 3 de octubre de 2015

La soledad de Ultron


Hijo, monstruo, dador de vida, reverso siniestro del yo, encarnación del progreso imparable que lo arrasa todo... Pentalogía básica de Ultron, gracias a la que el indestructible antagonista de los Vengadores haya terminado erigiéndose como una de las más temibles amenazas del universo Marvel. Un mito de ascendencia edípica, sus raíces se anclan con fuerza en el legado de Mary Shelley, prolongándose más allá del temor sobre a donde nos dirigimos como especie.

Perfilado a través de casi cinco decadas que van desde su saga fundacional a cargo de Roy Thomas hasta su posterior consagración con Jim Shooter y Steve Englehart, sería con Kurt Busiek y Brian Michael Bendis con quienes protagonizaría su ascensión definitiva al panteón de los villanos Marvel. Diferentes facetas que ha querido reflejar en su película Joss Whedon con más voluntad que resultados, en una 'Vengadores: La Era de Ultron' mucho más rica en cuanto a contenido que su predecesora, pero infinitamente más endeble como película.


Como les ocurriera antes a 'El Caballero Oscuro: La Leyenda Renace' o 'X-Men: Días del Futuro Pasado', Whedon trata de morder más de lo que puede dejando una película que parece condenada a provocar decepción y odio en estos tiempos sin mesura de internet. Unos defectos multiplicados por mil en manos de un director con visibles signos de fatiga, pero que aun así nos deja un Ultron con el que se atisba que puede ser el villano más fascinante de Marvel Studios hasta la fecha. Y digo atisba, porque la película parece demasiado ocupada en interrumpirle cada vez que está a punto de terminar de tomar forma, dejando un personaje que se intuye más de lo que se muestra.

Sin entender porque tantos aficionados le han recriminado al padre de Buffy haber reducido a Ultron a un comediante, cuando la pasión de Whedon por el carácter trágico de la imparable IA es más que patente, podría hablarse largo y tendido del sutil pero nada disimulado paralelismo entre la personalidad del villano de la Era de Ultron y su creador (al más puro estilo de lo que se hiciera en su día con Hank Pym). Podríamos hablar también de su megalómana búsqueda de la consumación a través de un darwinista plan de pacificación mundial. Uno que podría haber salido del Antiguo Testamento de un devoto de la ciencia, pero que por desgracia no termina de estar todo lo definido que debiera, sin dejar claro cual son exactamente sus objetivos más allá del ineludible veneno que corre por sus cibernéticas dudas.


Porque si hay algo que realmente me ha causado inquietud es la dependencia que tiene Ultron de los Maximoff. Realmente no los necesita para nada, y aun así se desvive para tener a Wanda y Pietro de su lado. No solo eso, sino que además se muestra molesto cuando los gemelos deciden darle la espalda al conocer sus verdaderos planes. No como un villano traicionado por el secuaz de turno , sino como el que no quiere verse abandonado. Una actitud a la que era incapaz de encontrar lógica, hasta que tienen lugar las secuencias en las que se lleva como testigo a otro de los personajes de la cinta, y La Visión ofrece su lectura de quién es y que motiva a Ultron.

Primero de una nueva especie nacida con la impronta de sus padres humanos, el viaje de Ultron al infinito a través de la red de comunicación mundial termina dando forma al que termina siendo el rasgo más definitorio de la criatura: Su soledad. Una soledad abismal, intermibale y aterradora, como esa gran nada que acecha a todos los personajes de la cinta. De diferentes formas, la mayor parte de ellos se muestran necesitados de pertenecer a algo y no ser engullidos por la perdida. Ya sea por medio de la necesidad del grupo, de la familia que te aguarda al terminar el día, esa alma gemela a la que abrirse sin necesidad de máscaras ni mentiras o el vínculo fraternal entre dos hermanos, todos y cada uno de ellos tienen su ancla de apoyo en la compañía de otros, y su mayor miedo en lo que conllevaria la perdida.


Miedo que lleva a Ojo de Halcón a ocultar la existencia de su familia al resto del grupo, como atenaza a Stark frente a la estampa de ese mundo muerto en el que es el último supervivientes. Miedo a ser el objeto de destrucción de los tuyos, como la frustración por la hermana que se muestra demasiado interesada por un extraño, y que en todos los casos nos conducen a la misma situación que esa siniestra sala de baile vacía. Como para cuaquiera de nosotros, la conciencia se convierte en tanto en bendición como la mayor de las condenas para Ultron. Conciencia del ser, de todo lo que se es y -sobre todo- el pavoroso horror del interminable vacio de todo lo que no se es.

Al final su apocalíptico plan no dejan de ser una desesperada llamada de atención. Una con la que poner fin al interminable dolor al que se refiere Visión, aunque sea necesario remover los pilares de la creación para ello. Quizás en el nuevo mundo que resulte, la soledad pueda ser más tolerable.

2 comentarios:

  1. Y en un segundo visionado, añadiría que mejora, porque recuerdo que salí del cine sintiendo que había demasiadas tramas, poca profundización... Y luego, al verla de nuevo la semana pasada, sentí que era una de las adaptaciones de cómic que han conseguido algo básico, que recuerden a un cómic (esos viajes por todo el mundo, ese plan del villano, esos héroes destrozados que deben volver a levantarse, esa formación al final...). Gran análisis como siempre, Daniel.

    (Te lo he puesto vía red social, pero como prefiero los blogs y creo que hay que darles más feedback, te lo pongo por aquí también :)

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    1. Un placer como siempre, Carlos. Y aunque también te respondí por allí, lo dicho: Muy de acuerdo en que es puro cómic, incluso más que la original. Como pieza independiente del UMC quizás no sea tan lustrosa, pero como suma y sigue serial con el que desarrollar diferentes tramas en curso e introducir otras funciona bastante bien. No es que sea el Soldado de Invierno o los Guardianes, pero cumple su cometido

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