viernes, 23 de octubre de 2015

Jessica Jones, el tiempo del lobo


Uno de los mayores aciertos de Marvel ha sido siempre su capacidad para ver debajo de las máscaras, centrando sus historias en lo más vulnerable, universal y fácilmente reconocible de la condición humana. Stan Lee nunca llegó a ser un literato versado como Alan Moore, pero había vivido lo suficiente como para entender que más allá de la fachada, hasta el más duro de nosotros seguía guardando dentro a ese cachorro ensangrentado, lloroso y necesitado de atención que se abrió paso al mundo rasgando el velo desde el útero materno.

No importa cuanto lo racionalicemos o cuanto intentemos estar por encima de ello. Cuando caemos miramos alrededor en busca de esa mirada cómplice que nos ofrezca gentilmente seguridad paternal. El miedo del desamparo, a la humillación de verse roto y tener que levantarse por uno mismo sin tener la certeza de si el mundo seguirá ahí cuando lo hagamos. Un miedo primario tan reconocible como pudo ser el sentimiento de haber fallado o causado daño a alguien que te importa (Spider-Man), el miedo a lo diferente (X-Men), la oposición contra los poderosos desde la situación del hombre humilde (Daredevil), el pánico ante a la soledad ('La Era de Ultron') o la necesidad de reponernos frente a nuestros propios errores ('Ant-Man').


Con la compañía apostando por la diversidad en una búsqueda de resarcirse de incontables años de dudoso tratamiento a aquellos que la implacable ley de la jungla ha condenado a vivir bajo el yugo de otros, la nueva serie de los Defensores de Marvel Studios y Netflix se puede considerar un nuevo éxito ya desde el primer trailer de 'Jessica Jones'. Lo es independientemente de cifras y cuota de pantalla que obtenga, por lo cristalina y fácilmente identificable que resulta su propuesta. Más allá del nombre, de los superpoderes y de la actriz que la interpreta, no se puede ver a Jessica Jones sin sentir en ella las emociones crudas, cargadas de recelo, dolor y paranoia de una víctima que trata de levantarse.

Un aspecto clave que definía al personaje creado por Brian Michael Bendis y Michael Gaydos, pero que aquí se despoja de cualquier otro tipo de añadido. De cualquier juego metarreferencial con la historia del universo Marvel, de los Hombres Hormigas o falsos Rick Jones, para potencial al máximo el sentimiento en aquel mítico relato centrado en su pasado y su experiencia con el Hombre Púrpura Zebediah Killgrave. Cada año, miles de mujeres, niños y hombres son víctimas de agresión sexual por todo el mundo. Cada año, miles de personas son estafados por terceros perdiendo parte o la totalidad de sus posesiones. Cada año, miles de niños desaparecen dejando a sus familias destrozadas y miles de personas se ven privadas de su voluntad para ser abducidas por otras o se convierten en víctimas de agresión.


Una situación tan dura como lo es escapar de sus secuelas, y que tanta gente ha sufrido en mayor o menor grado, y tanta otra hay en situación potencial de padecerla. Todo ese miedo, rabia, humillación e incertidumbre impregna cada fotograma del personaje interpretado por Krysten Ritter, como también queda presente la figura del agresor a través de un omnipresente David Tennant. Ese extraño que nos arrebata algo que nos era querido ya sea por sustracción o por atroz dentellada a la inocencia. Aquel que para muchas víctimas termina convirtiéndose en una presencia utraterrena y monstruosa. Esa que queda grabada en la consciencia de sus víctimas como la más atroz de las pesadillas.

Germen de todos los lobos, el Hombre Púrpura de Tennant ni siquiera deja entrever su rostro más que para mostrar las fauces, deslizándose como una presencia fantasmal y sibilina perpetuamente al acecho. Como si fuera el mismo miedo hecho forma, Killgrave se muestra como una amenaza constante siempre dispuesta a volver para atormentar a la protagonista o cualquier otro que se ponga en su camino y le permita recordarle a la superheroina ese pequeño momento de intimidad en el que la rompió obligándola a vivir con aquello que le había dejado.



En dos minutos y medio, el trailer de Jessica Jones ya es una gran historia en si misma. La historia de esa víctima luchando para superar ese miedo y volver a tener algo parecido a lo que le arrebataron. Un enfoque que parece moverse en la línea de lo que Gail Simone hiciera para su Batgirl, y con el que ahora reincide Marvel en lo que ya se antoja como el anticipo de 13 horas de intensidad humana. La misma intentensidad humana que ha colocado a la compañía en su trono, y con la que sirve como carta de presentación para el que parece será una nueva reafirmación de su éxito.   


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