miércoles, 16 de mayo de 2018

Un alegato en defensa de Rogue One



Hay veces que conforme estás escribiendo algo las ideas comienzan a tomar forma con tanta nitidez que es como si de repente fueras capaz de ver algo que hasta el momento te había permanecido oculto. Lo mismo alguien pregunta que porqué eso de “defensa” cuando Rogue One es una película que está bastante bien aceptada entre el fandom. No en mi caso. O mejor, dicho “no lo estaba” en mi caso. Hasta ahora. Porque sí, tiene una batalla estelar cojonuda y una escena final protagonizada por Vader que produjo varios orgasmos en el cine. Pero a mi para que una película me llegue me hace falta algo más. Me hacen falta personajes con los que pueda conectar. Pero sobre todo, me hace falta una historia. Un discurso. Que se me esté contando algo más allá de “Así es como los personajes tal y cual corrieron de un punto a otro para conseguir los planos de la Estrella de la Muerte” como quien está leyendo una entrada de la Wikipedia. 


Es por eso por ejemplo que mi trilogía de Star Wars favorita sigue siendo la original, que me apasiona Los Últimos Jedi o que aprecio muchas de las aportaciones de las precuelas a pesar de que a nivel cinematográfico son probablemente las que más problemas arrastran. Con Rogue One mi relación ha sido difícil desde el momento del primer visionado, y aunque posteriormente le he ido cogiendo cierta estima, siempre la he tenido en una posición bastante baja en mi ranking personal. ¿Que tiene el tono granulado sucio de las pelis originales? Sí, pero ¿de qué me vale si esto además da como resultado una peli gris y plomiza? ¿Que se atreven a mostrar cierta ambigüedad con unos héroes que cometen actos cuestionables? También, pero ¿de qué me vale si tras unos minutos empiezan a comportarse como buenos muy buenos y malos muy malos sin justificación aparente? ¿Que Vader lo peta? Claro, pero es mero fanservice con un personaje que prácticamente sale de la nada para liarla y dejarte con el hype antes de salir del cine, ¿no? Ya me respondo yo: No.

El caso es que aunque ha sido un proceso largo en el que la silueta del Bor Gullet y un Bodhi Rook a quien le desaparecía en TEPT porque se olvidaba me empezó a dejar ver varias virtudes. Pero no ha sido hasta tener bien digerido el discurso de Los Últimos Jedi y responder a una pregunta planteada por un compañero aficionado hasta que se me ha unido todo en la cabeza encendiendo esa bombilla que me ha hecho darme cuenta de la verdadera brillantez de la peli como en un chasquido de dedos.

La clave está en su condición de precuela de Una Nueva Esperanza. Pero donde en la película original de La Guerra de las Galaxias encontrábamos una historia de aventuras sencilla de buenos muy buenos y malos muy malos donde los primeros van de blanco y los segundos de negro, aquí tenemos una historia mucho más “sucia”, fea y envuelta en colores grises, donde aun habiendo también buenos y malos estos se mueven por un área no tan claramente definida. Tampoco mucho en caso de que uno esté acostumbrado a ver cine bélico, ya que por mucho que veamos a Cassian Andor matando a un tío porque sí, que Jynn se nos presente como toda una malota o todos mueran, esto no es ni de coña Malditos Bastardos. Al final del día los buenos siguen siendo muy buenos y los malos muy malos.

Pero entonces te das cuenta de que por mucho que no salgan Jedi esto sigue siendo una historia sobre la lucha de la luz contra la oscuridad, y que la conexión de la película con Una Nueva Esperanza tiene una importancia discursiva que va mucho más allá del mero acto de conseguir unos planos. Si consideramos la saga en su orden cronológico, Rogue One se ubica justo después de las precuelas, trilogía en la que vimos como tras mil años de luz durante la hegemonía de la Orden Jedi, la oscuridad se hizo con el control de la Galaxia, con la subida al poder del “Darth Sidious”. Es así como pasamos de lo que se nos muestra literalmente como una edad dorada -no hay más que ver cual es el color y tono que predomina en La Amenaza Fantasma- a una oscuridad perpetura, en la que el “Darth Sidious” ha hecho que arriba sea abajo y blanco negro, vendiéndole a todo el mundo la moto de que los Jedi eran los malos y el militarismo tiránico que él mismo ha avivado a través del miedo... los malos.

La brújula moral se ha invertido en un periodo de oscuridad en el que nadie parece tener ya claro qué esta bien y qué está mal. Ni siquiera el todopoderoso Yoda ni Obi Wan Kenobi, últimos paladines de los Jedi que se han visto completamente perdidos ante el ascenso de un lado oscuro que les ha sobrepasado sin que ningún dogma de los Jedi pudiera hacer nada para impedir su ascenso (ascenso literal, ya que la batalla final entre Yoda y el “Darth Sidious” precisamente tiene lugar con uno elevándose y el otro pegándose la hostia contra el suelo). Han pasado años, pero este sigue siendo el escenario en el que nos encontramos al empezar Rogue One. Un escenario en el que no hay distinción cromática clara entre el blanco y el negro, sino en el que todo es gris. Un gris apagado y con tonalidad de color ceniza. Un gris... oscuro y en el que todo parece estar cubierto por un perpetuo cielo nublado.

Los villanos ya ni siquiera son malos malos. Aquí no tienes Sith, ni al Demonio, el Conde Drácula ni un malo vestido de negro de arriba abajo para que en cuanto lo veas digas “El hijoputa ese es malo de la cabeza a los pies”, sino a un burócrata cualquiera de pretensiones tan mundanas y mediocres como el que te podrías encontrar cualquier día en la calle. Hasta se dirige con cierta familiaridad a los “buenos”. Unos buenos que según comenta hasta hace poco trabajaban con él y se llevaban de puta madre. Pero es que -además- conforme la película avanza vamos descubriendo a la peña que lucha contra este Imperio que se supone son “los malos”, y por un lado tenemos a una suerte de sosias de Darth Vader al frente de unos Partisanos con más mierda y cara de chungos de la que los Sith hayan tenido nunca, y a un agente Rebelde que anda pegándole tiros a inocentes a sangre fría mientras le acompaña un robot imperial al que le ha lavado el cerebro.

Lo mismo los tienes cometiendo atentados contra población civil en una suerte de Jerusalem Jedi, que siendo enviados en misión de asesinato, torturando a la peña para obtener información o sin que les tiemble demasiado el pulso a la hora de ordenar que se lleven a cabo bombardeos a coste de grandes pérdidas de vida como si esto fuera el Vietnam. Hasta el único tío que parece tener algo de información para cambiar algo viene de entre los malos, así que ¿no que los malos y los buenos se parecen sospechosamente entre sí? Ya sea visual o verbalmente, le película ni si quiera se corta un pelo a la hora de dejar claro que hay una fuerte afluencia del lado oscuro alrededor de estos líderes rebeldes. Volvemos a insistir en la predominancia que tiene -hasta el momento- en la película del color gris. Un gris sin demasiado contraste en el que todo parece cubierto por una película del mismo color.

De aquí volvemos a la protagonista, Jynn Erso, cuyo padre ha sido capturado por el Imperio y su madre asesinada. Jynn esta cubierta por la misma tonalidad gris que el resto, pero tiene algo que la diferencia de los demás. Un cristal Kyber que le dio su madre. Un cristal que durante los años de la República fue el símbolo de la difunta Orden Jedi y de su conexión con el lado luminoso de la fuerza. Pero los Jedi en esta película ni están ni se les espera, siendo posiblemente este cristal el único vestigio que posiblemente vayamos a encontrar de los mismos. Es más, según comentaba el compañero Carlos Rojo no hace mucho, la intención inicial era que Lyra Erso fuera una Jedi en el exilio, por lo que el papel de este cristal en posesión de Jynn como último reducto de luz dentro de la oscuridad dominante queda aun más patente.

Y aunque inicialmente se nos presenta a su hija Jynn Erso como alguien cubierta por la misma pátina de gris sucio y oscuro que todos los personajes que hemos visto a lo largo de la película -una cínica al margen de cualquier tipo de compromiso con nadie- cuando esta se ve obligada a acompañar a Cassian Endor a una misión en la Jerusalem Jedi, descubrimos que no es así. Jynn, con su cristal Kyber en el cuello, es la primera persona a la que vemos realizar un acto heroíco en toda la cinta, salvando a una niña cuando esta se ve atrapada entre el fuego cruzado de un enfrentamiento entre los Pretorianos y el Imperio. Jynn es, además de Chirrut Inwe -monje “ciego” tanto a nivel literal como simbólico*-, la única persona que aun sigue viendo algo de luz entre toda esta oscuridad imperante que lo empaña todo.

Pero además, Jynn es el Catalizador -guiño guiño, codazo codazo- que por confluencia va a hacer que otros personajes comiencen a verse llamados por la luz. Es su acto heroico al salvar la niña lo que sirve de detonante para que Cassian Endor deje atrás la comodidad que le supone pensar que es una cínica descreía para pasar de un tipo sin problemas para matar a sangre fría a alguien que que rechaza a hacerlo. Es su luz la que -tras sentirla- devuelve a Chirrut y Baze a la lucha. Su discurso lo que anima a otros a Cassian y otros a seguirla en la lucha. Su determinación, lo que permite que los Rebeldes superen el miedo -tema tan importante en la saga- y se atrevan a dar el paso de enfrentarse con el Imperio.

Siempre tuve problema con Rogue One porque la veía como una película de unos claroscuros impostados. Que por muy ambiguos y grises que fueran los terriotorios en los que pretendía internarse, al final todo quedaba como una mera historia de buenos muy buenos y malos muy malos, donde los buenos siempre aciertan el disparo, y si al final todos morían era más porque lo decía el guión que por verdadero mérito de los malos. Pero ahora me doy cuenta de que quizás la he estado abordando todo este tiempo con el enfoque equivocado, y que su mérito no esta tanto en “mira, los héroes también pueden ser malotes. Oscuridaaad, intensidaaaad, Zack Snydeeer...” sino en narrar como un puñado de gente consigue salir de la oscuridad que lo envuelve todo para crear un reducto de luz por el que luchar.

Y por supuesto que partimos de un escenario ambigüo donde malos y buenos actúan de forma sospechósamente parecida. Por supuesto que el malo es solo un tipo gris y mediocre que solo quiere trepar en su empresa, alejado de cualquier tipo de magia de El Emperador, Darth Vader o Kylo Ren. Por supuesto que al final de la película la ambigüedad desaparece y nos encontramos en un escenario de buenos y malos. El mismo escenario de colores blancos y negro bien definidos y sin tonalidades que nos encontrábamos en Una Nueva Esperanza. Y por supuesto, claro que la aparición de Darth Vader y Leia tiene sentido más allá del mero fanservice. Ellos son el lenguaje binario. El negro y el blanco. El pasar de un escenario inicial donde tenemos un malo que podría serlo o tampoco mucho y unos buenos que podrían serlo o tampoco mucho, a un final donde tenemos a la figura de negro integral como una aterradora máquina de matar que arrastra con todo, y la vestal vestida de blanco que ofrece la salvación tomando el testigo de la llama con la que finalmente acaba de cobrar vida la Alianza Rebelde.

Cuando Cassian dice eso de “Todos nosotros hemos hecho cosas terribles en nombre de la Rebelión. Espías, saboteadores, asesinos... Todo lo que hice, lo hice por la Rebelión. Y cada vez que volvía de una misión que quería olvidar me decía a mi mismo que lo hacía por una causa en la que creía. Una causa que merecía la pena. Sin eso, estamos perdidos. Todo lo que hemos hecho habría sido por nada y no podría mirarme a la cara si me rindiera. Ninguno de nosotros podría” no deja de ser la verbalización de la voluntad de dejar atrás la oscuridad que se se ha adueñado de la Galaxia durante las precuelas y toda la primera parte de esta cinta, para dar paso a la luz que entablaría la guerra contra dicha oscuridad en la trilogía original, y finalmente dar paso a la redefinición y balance en la que ahora estamos inmersos.

* Lo de que sea el ciego (Chirrut Inwe) el único personaje de la película que junto a Jynn y su cristal Kyber puede ver la fuerza tiene también su coña. No tanto por la ironía, sino por cómo se nos presenta como alguien que sigue creyendo fielmente en unos ideales que ya no existen, mientras que el resto de los personajes están perdidos en la oscuridad que lo empaña todo. Es algo que le da a Chirrut una condición cuasimitológica como alguien que más que ciego podría decirse que se ha negado a seguir viendo, para evitar contagiarse de esa misma oscuridad y seguir viéndolo todo con la misma luz que había antes de que la mano del “Darth Sidious” se expandiese por toda la galaxia.

4 comentarios:

  1. ¡Bien, no soy el único que lo piensa! Para mí es una de mis 3 películas favoritas de Star Wars, y de las que más disfruto de volver a ver. Pero para mí esta película trata sobre el terrorismo y la indiferencia política, tan de boga en Estados Unidos hace dos años y tan de boga hoy en día.

    Lo que tiene que decir la película sobre el tema me parece muy interesante. Hay un mensaje repetido constantemente de que el Imperio es todopoderoso e intocable, pero en realidad nadie hace nada en su contra. Cuando Cassian mata a dos soldados al principio ¡Se arma la buena! Toda la ciudad sale escopetada hacia otra parte. La Estrella de la Muerte es solo una extensión más de a lo que ha llegado el todopoderoso poder regente. Ante esto, vemos a los protagonistas sumidos en la mayor de las desidias: Cassian pelea contra el Imperio básicamente por suerte, porque ha nacido en el otro lado, como se pelearía contra los rebeldes si hubiese nacido en otro lugar. K-2SO ha sido directamente programado para ello. Saw Gerrera lleva tanto tiempo peleando que ya hasta se ha olvidado de por qué peleaba y somete a sus prisioneros a torturas peores que las que hacen los imperiales (a los que en esta peli no vemos torturar a nadie, mientras la escena del pulpo de Saw nos es mostrada con amplitud de detalle para que veamos la decadencia moral de Saw) Los guardianes del templo se limitan a pedir limosna Ante una potencia grande y poderosa como es el Imperio, nadie quiere hacer nada. Por eso vemos la impotencia, a los personajes ya les da igual lo que haga el Imperio mientras "no miren de quien es la bandera"

    Pero para mí la clave que consigue moverlo todo es la propia creación de la Estrella de la Muerte. El Imperio con ella consigue ya directamente la omnipotencia oligárquica a través de toda la galaxia, mediante la expresión directa de poder del Emperador. Ante eso, de repente todos los protagonistas se dan con los morros de frente porque se dan cuenta de que todo lo que han hecho a lo largo de sus vidas ha tenido la más menor de las relevancias, que la Estrella sienta un antes y un después en la carrera armamentística que nadie puede igualar. Unos reaccionan peor que otros: Saw Gerrera se da cuenta de esto y decide suicidarse. La mayoría de la rebelión deciden que es demasiado peligroso rebelarse. Pero otros, como Jyn Erso y sus compañeros, se dan cuenta de que traiga lo que traiga el futuro nada podría ser peor que una galaxia gobernada incontestablemente por el Imperio, y deciden convertirse en mejores personas, en aprender de sus errores, y dedicarse a hacer lo que mejor saben hacer para putear a los nazis espaciales. El terrorismo ideal y definitivo: el sacrificio de todo lo que tienes por un ideal irreal e inalcanzable, que no por odio, de hacer lo imposible y provocar un cambio que lo cambie todo, una nueva esperanza, vaya (recordemos: según los créditos de Una Nueva Esperanza la batalla de Scarif es la primera victoria de los rebeldes... ¡Y aun así casi toda la flota es destruida!)

    El mensaje es que nunca es demasiado tarde para decir basta y plantarse frente a un enemigo todopoderoso, que por tus ideales vale perfectamente la pena sacrificarse si es para evitar que un mal peor caiga sobre la galaxia. Que el fin más noble que se puede poner a una vida es el sacrificio por el bien de tus compañeros, para que al día siguiente puedan ver amanecer un día mejor, cada vez menos gris. No sumirse en la indiferencia porque solo con los actos puedes marcar una verdadera diferencia. (Esto además ata cojonudamente con Los Últimos Jedi, otra película que admiro, y que le da una vuelta a la tortilla al mensaje de Rogue One y nos dice que no hay que pelear por odio frente al mal insuperable sino proteger lo que más quieres)

    Obviamente, hay muchos puntos de vista, pero quería aprovechar para mencionar el mío ya de paso, más pobremente escrito que el de este artículo donde vamos a parar, y hacer ver (¡nada de intentar! :P) que Rogue One tiene más chicha de lo que parece

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    1. Maravilla de exposición, Garrac. Con los ojos como platos mientras la leía. A mi la verdad es que de las películas nuevas es la que más trabajo me costó conectar, pero a la que con el tiempo he ido cogiendo más y más aprecio hasta el punto de que ha acabado ganándome por completo. Con exposiciones como la que haces -que prácticamente podría suscribir punto por punto, especialmente en lo que respecta a cómo el conflicto moral está enteramente apoyado en los rebeldes, y el Imperio es una maquinaria que avanza y avanza consumiendo las libertades-, más aún

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  2. Después del chasco que me llevé con el Episodio VII, Rogue One me devolvió la fe, pese a algunos problemas del montaje y los cambios de última hora. Tiene un final genial, con un adiós a los personajes que hasta hace una década, en este tipo de cine, era casi imposible. Luego, The Last Jedi me confirmó que se pueden seguir contando historias interesantes y Johnson me arregló mis malas impresiones del VII.
    Sobre Han Solo, no sé qué esperarme, pero la veré en unos meses cuando esté disponible en Blu-Ray, como hice con Rogue One... Espero no llevarme un palo y encontrarme de nuevo con esas historias sobre una galaxia muy, muy lejana, pero con situaciones que son muy, muy cercanas a cada uno de nosotros.
    Estupendo comentario, como siempre, Daniel. Me alegro de que sigas con el blog.

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    1. Gracias por tus palabras, Carlos! El blog no lo mantengo tan en marcha como me gustaría, pero siempre que tengo un hueco intento rescatarlo para conservar esas peroratas que de vez en cuando suelto por las redes y podrían tener su aquel. En cuanto a Solo, este fin de semana seguramente iré a verla. Ya comentaré que tal :)

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