sábado, 28 de febrero de 2015

El Búho de Mark Waid


Creado por Stan Lee y Joe Orlando a mediados de los sesenta, El Búho nunca ha sido un personaje que me sugiera demasiado, más allá de lo que cualquier otro hampón de aspecto estrafalario pueda aportarme. Da igual que vaya a la misma peluquería que Lobezno, se empeñe en poner la misma cara de cabreo y -de vez en cuando- incluso llevar garras. El corvo, menudo y con posible panza incipiente Leland Owsley es al canadiense, lo que Grumpy Cat a un Tigre de Bengala.

Tampoco voy a negar que he disfrutado de varias historias en las que el villano de Daredevil participaba, ya sean los 'Enemigos Superiores de Spider-Man' o los primeros números del 'Marvel Knights: Spider-Man' de Mark Millar. Pero en general, la sensación es que Owsley estaba ahí como podría haber sido cualquier otro. Que no era más que un eterno aspirante a Kingpin y un pájaro carroñero, de esos que alzan el vuelo en cuanto un ave más gorda entra en el corral.

Aun siendo uno de los principales antagonistas del Diablo Guardián, cualquier comparativa con los grandes villanos del Caballero Oscuro solo serviría para dejarlo más en evidencia. Pero entonces llego el Búho de Mark Waid, que en Daredevil está haciendo algo equiparable al trabajo de Paul Dini en 'Batman: TAS' o Brian Michael Bendis en 'Ultimate Spider-Man', y con una facilidad pasmosa dejó en evidencia lo que ninguno nos habíamos percatado hasta entonces: El Búho es el antagonista perfecto del Daredevil.


No hay más que pensar en esos ojos vidriosos e inhumanos brillando en mitad de la noche. No hay nada que pueda escapar a su vista mientras prepara las garras para saltar sobre la presa desde la cima de su atalaya. Ojos acechantes y perennemente abiertos, que nos observan silenciosamente en nuestra intimidad, sin emitir ningún tipo de juicio salvo el de su severa ominipresencia.

Bubo virginianus. Eres un búho. La única y principal flaqueza de Daredevil convertida en virtud. Dos seres tan perfectamente complementarios, como si hubieran sido creados sin más motivo que el de ser enemigos jurados. Un vínculo tan nítido y perfecto que ningún mafioso entrado en carnes, ninja o tirador psicótico puede superar, y por el que Mark Waid no podría haber elegido mejor esta pieza clave pasa su última etapa al frente de Daredevil.


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