“El mundo está
construido sobre una muralla que mantiene a cada uno donde le
corresponde. Di a cualquiera de las dos partes que la muralla no es
real, y será la guerra”. Una vez más, posibles spoilers ligeros
de Blade Runner 2049. A pesar de que son siempre los replicantes y
los derivados los que se lleven la fama, no es que a los personajes
humanos de la saga creada por Ridley Scott en base al relato corto de
Philip K. Dick les falte interés. Y aunque en el caso de Blade
Runner 2049 quizás se eche en falta un personaje rodeado por una
imaginería tan sugerente como aquel J.F. Sebastian en la soledad
polvorienta de su casa llena de juguetes, no es que haya que denostar
ni mucho menos las contribuciones de la cinta de Denis Villeneuve.
Especialmente en lo relativo a la Teniente Joshi de Robin Wright y el
Mister Cotton de Lennie James.
Mucho mejor aprovechada
que la mera herramienta narrativa que fue el Bryant de M. Emmet Walsh
en la película original, es especialmente fascinante el choque de
miedos, deseos y obligaciones que se manifiesta ante el personaje de
la superior de Gosling. Interpretada con su habitual solvencia por
Wright, Joshie no deja de ser la encarnación de la autoridad legal
del sistema, frente a una situación insólita que amenaza con poner
en riesgo la supervivencia del status quo. Pudiéndose establecer más
de un paralelismo entre su rol en la película y las circunstancias
politicosiciales que estamos viviendo en estos momentos, el personaje
de Robin Wright parece aferrarse a la última frontera que separa a
replicantes y humanos con el miedo veraz de quien de verdad cree que
su desmoronamiento supondría una tragedia sin precedentes.
No es que sea exactamente
una situación de mantener privilegios, entre una aristrocracia
humana y la clase obrera replicante. Algo hay, sí, aunque de forma
bastante más compleja como se puede ver en el cortometraje Blade
Runner 2022 (bastante relevante para entender las preocupaciones de
la oficial de policía Joshi). Tampoco es que se trate del todo de un
caso de la autoridad como instrumento para mantener la condena del
estatu quo, aunque sí que puede apreciarse a través del personaje
de Robin Wright un agudo miedo al cambio. Al fin y al cabo es la
médula sobre la que se erigen todos los estamentos. Y aunque Joshi
podría aprender mucho del “Being afraid of everything means you
learn nothing” de la protagonista de Star Trek Discovery, a mi
modo de ver considero muy probable que ese miedo a que el mundo
descubra que no hay diferencia alguna entre humanos y replicantes,
tenga mucho más que ver con la desolación de contemplar un espejo
sin ser capaz de discernir cual de los dos lados es el real.
Porque el ser humano ha
construido a los replicantes, y es perfectamente consciente de que no
hay nada especial dentro de estos, más allá de las piezas y
engranajes tangibles con los que los hemos construido. Si la obra
termina ser una imagen idéntica del artesano, ¿cómo puede saber
este último si no es él mismo una construcción de un arquitecto
anterior? ¿Cómo afectaría esta certeza a la forma en la que nos
vemos a nosotros mismos, la autoconsciencia o la propia idea del
alma? Mientras el restro de nuestra especie se pierde en las
estrellas o refugia de las inclemencias del tiempo y la pobreza entre
los recovecos de la ciudad, la teniente Joshi de Robin Wright se
muestra como un personaje atrapado entre los recuerdos de su blanco
mausoleo de cristal, buscando desesperadamente recordarse a sí misma
que hay de especial en ser humano. Lo busca, aunque sea arrojándose
a la paradoja de prácticamente suplicarle a un ser sintético por
empatía y calor humano, o planteando dudas si cuando pronuncia
aquello de “Hasta ahora te ha ido bien sin un alma” se está
refiriendo a quien le acompaña o a si misma.
Es llamativo que cuando
el destino finalmente se abre paso por su puerta, el personaje de
Wright no abrace el tormento con miedo, negación o rechazo, sino con
la expresión de alguien que da muestras de estar abrazándose a cada
espasmo de dolor de la que debe ser la primera experiencia real que
ha tenido en mucho, mucho tiempo. Un recordatorio de ese “algo”
perdido que parecía haber vuelto a la vida entre los replicantes, en
esta oficial de policía que -aferrada al deber de su oficio-, no
deja de ser el reflejo de los agónicos estertores de una especie en
pugna con su propio desvanecimiento.
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