“No puedes detener la marea con una
escoba” Pequeños SPOILERS para quien quiera llegar a la nueva de
Blade Runner sin saber nada de la película y tal. No demasiados pero
ya se sabe que en estos casos mucha información siempre puede
considerarse demasiada información. Dicho esto, al tema: Una de las
adiciones más interesantes de Blade Runner 2049 al universo de Blade Runner es
Luv, el personaje interpretado por Sylvia Hoeks.
Como si Ares y Afrodita emergiesen como
una única entidad, pueden verse en ella trazas de personajes del
entorno de Ridley Scott, ya sea la Margot Verger que este dejó fuera
de Hannibal, o la Meredith Vickers de Charlize Theron en Prometheus
(de largo uno de los personajes más interesantes de la desnortada
nueva saga de Alien). Pero sobre todo es el personaje que mejor
recupera ese carácter caótico fruto de la colisión entre la gélida
contundencia mecánica y los tormentos internos de los replicantes
León y Roy Batty de la primera película. Entre incontinencia verbal
seca al borde del Gilles de la Tourette, trastorno bipolar agudo y
aullidos sin venir a cuento.
Su peculiar complejo de Edipo es sin
duda un extra, como lo es la coña de que esté inspirado en Taylor
Swift o que -en su caso- la búsqueda de llenar el vacío existencial
venga determinada por su obesión por la perfección y la imagen, así
como la repugnancia, asco, aversión y odio que le genera todo a lo
que considera inferior. Como si fuera un recordatorio de los terror
que le provocan sus propias debilidades (ver la escena en la que casi
se la puede ver estremecerse, mientras el cronos ciego Niander
Wallace la contempla de reojo mientras lleva a cabo el juicio de su
obra).
Si lo de usar a Taylor Swift como icono
satírico del pensamiento objetivista -seguro que eso nadie se lo vio
venir...- no le falta su mandanga, tampoco es que se quede corta en
mordiente la dicotomía que se establece entre su personaje tanto
respecto al Batty de la primera como su antagonista en este, ya sea
por medio de los dardos del “bad dog / good dog”, o su
imposibilidad para encontrar paz alguna. Morder, gruñir, arañar y
agitarse violentamente con los ojos inyectados en rabia. Ese parece
ser el único estado natural de un personaje que -en su forma-
también es más humano que humano.
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