martes, 14 de junio de 2016

Dos Buenos Tipos, la orografía del terreno


Hay una idea que uno se ve obligado a interiorizar cuando reside en una zona de montaña, y es que el camino más adecuado entre dos puntos rara vez es la línea recta. Da igual que sea la Cordillera Penibética o las colinas de Hollywood: O cuentas un vehículo con la tracción de Spider-Man o más te vale tener paciencia para lidiar con las incontables vueltas y vueltas, curva de 180º tras curva de 180º que has de recorrer cada día para llegar hasta tu casa o centro de trabajo, invirtiendo una demencial cantidad de tiempo en comparación con los que viven en zonas llanas. La idea de pisar el acelerador para satisfacer esa fantasía de velocidad que nos hace pensar que vamos a llegar antes, por lo que más te vale tomártelo con filosofía y tratar de disfrutar de los paisajes que estás condenado a repetir hasta el fin de los tiempos, a menos que tengas algún tipo de prisa por mudarte al otro barrio.


A veces es tentador tomar un atajo, sí. Pero en la mayoría de las ocasiones estos incluyen despeñarse por una loma con dolorosas consecuencias, por mucho que alguna ocasión que otra te guíen hasta destino buscado. A menos que seas un profeta con poder para mover montañas, o sería muy sensato que te adaptases al terreno, porque él desde luego no se va a adaptar a ti.

Lo de Black con los niños repelentes va más allá de Disney

Tercera película como director de Shane Black, esta idea expuesta en la redundancia -tan redundante como las interminables carreteras que serpentean por las laderas que coronan la ciudad de Los Angeles- que da título al post está muy presente en Dos Buenos Tipos (The Nice Guys). Protagonizada por un solido Russell Crowe y un Ryan Gosling a medio camino entre cumplir y el exceso, la película tampoco aporta nada realmente nuevo si ya te conoces los territorios habituales del director de Kiss Kiss Bang Bang e Iron Man 3 y ya has visto Puro Vicio.

Pero -eh- ahí tenemos a la cartelera bombardeándonos con un Amanecer de la Justicia, Civil War, Apocalipsis o Warcraft semana tras semana, por lo que tampoco nos vamos a rasgar ahora las vestiduras porque un film tenga elementos que recuerden a otros de hace dos o más años, o sea la versión Arma Letal de la última de Paul Thomas Anderson. Sobre todo cuando viene acompañado con esa habilidad tan única para romper moldes del director, quien vuelve a hilar tan fino que te pasas media película entre las carcajadas ante detalles como esa actriz porno como broma viviente a costa de la obra de Tolkien y la cara de estupefacción de tratar de procesar la información para pillar otras como la de la tobillera. 

 
Con el extra de todo un plantel de personajes carismáticos que van desde la hija del personaje de Gosling -mucho futuro el que le espera a Angourie Rice si sabe cuidar su carrera tras su papel como Sophie de este par de atolondrados impresentables- hasta las amigas de esta (descacharrante la escena de la bolera), como la vida, Dos Buenos Tipos da muchas vueltas hasta llegar a una conclusión relativamente simple. Para disfrutarla, acudir con ansias de encontrarse con la película del año quizás no sea tan oportuno como si te acomodas plácidamente en la butaca, mientras te dejas conducir con un botella de güisqui barato escondido en una bolsa de papel. Ya habrá tiempo de quitarse al salir de la sala. O no. 

Lectura recomendada, la crítica de Pedro de Mercader para Making E-Zine. Y para terminar, música:
 

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