sábado, 4 de abril de 2015

Jonathan Hickman y los alienígenas perdidos



Es de agradecer, todos los guionistas que empapan sus obras de detalles, referencias y conexiones, muchas de las cuales no consigues apreciar hasta varias relecturas. Podríamos hablar de Grant Morrison como Warren Ellis o Simon Spurrier, junto a cualquier escritor que sea consciente de que lo explícito no solo no es atractivo, sino que además es un rollo. Autor de 'Infinity', Jonathan Hickman tampoco es ajeno a esta práctica, y en la que probablemente sea la saga más épica de los Vengadores desde 'Asalto a la Mansión' no solo encontramos numerosos guiños al genero espacial, sino también al universo Marvel en particular.

Centrando sus primeras páginas en los Vengadores liderando a diferentes razas alienígenas en la batalla contra los Constructores, en el quinto número de 'Infinity' hay uno en concreto que me ha estado persiguiendo, como ese recuerdo perdido que no terminas de ubicar. Uno en el que entre centaurianos, skrulls, kymelianos y otras numerosas especies con las que Hickman da una vuelta de tuerca al arranque de 'Siempre Vengadores', aparece el Capitán América y Pegadora junto a los miembros de una extraña raza, que más que antropomorfos parecen salidos de un cómic de 'La Cosa del Pantano'. ¿Quienes son estos extraterrestres con aspecto de Teleñeco peludo, y por qué me suenan tanto? La respuesta me ha llegado casualmente en forma de página de John Byrne, recordándome a una de las razas alienígenas más interesante y escasamente aprovechadas del universo Marvel: Los Plódex.


Con la antaño esposa de Namor Marrina entre sus miembros más destacados, estos extraterrestres aparecidos por primera vez en páginas de 'Alpha Flihgt' usaban un método de colonización muy peculiar, enviando naves repletas de huevos a zonas inhóspitas de planetas habitados, atrayendo a las especies autóctonas para asegurarse de cual ostenta el lugar más alto en su pirámide evolutiva. Una vez hecho, los plódex mezclaban su ADN con el de la especie seleccionada, y diseminaban los embriones por todo el mundo para que se mezclasen con la población autóctona y dispersaran su genoma superior en la biosfera.

 
Un concepto de ciencia ficción más que sugerente, pero que por desgracia apenas ha sido aprovechado más allá de un puñado de sagas ligadas a El Amo del Mundo, y en más de una de ellas reflejados como simples hombres peces. Como a alguno que otro probablemente le haya pasado lo mismo que a mi y no los reconoció en su momento, nunca viene mal recordarlos junto a la muy recomendable lectura que son los 'Alpha Flight' de Byrne, a ver si con suerte algún escritor tiene el buen gusto de recuperarlos y hacer algo con ellos en el futuro. Sobre todo ahora que volvemos a tener a Marrina dando guerra en las costas canadienses.

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