jueves, 21 de mayo de 2015

La Dazzler de Brian Michael Bendis

No siendo fan de la etapa australiana de la Patrulla-X, Dazzler no es un personaje de los X-Men por el que tenga especial aprecio. Su romance con Longshot y rivalidad con Pícara me pilló a toro pasado, y la mayoría de lo que conozco de ella corresponde a las apariciones anteriores a su unión a los X-Men -ya sea en la Patrulla-X de Claremont y Byrne o en su propia colección- y todo lo que vino desde su unión a la resistencia del Mojoverso hasta la actualidad. Un historial no tan extenso como pueda parecer, y que aun teniendo alguna virtud nunca ha terminado de cuajar más que como un vestigio nostálgico de una etapa muy concreta.

Dazzler ni siquiera tiene un 'Generación-X' o 'Distrito-X' para reivindicarla como a Banshee o Bishop, y hasta su series clásica era la imagen de lo más naif y chorra de los ochenta. Una Jem sin los Hologramas cuya carrera dio un interesante giro al embarcarse en un tórrido romance con la cyberestrella de acción de Los Juegos de Mojo. La base perfecta para convertirse en la brillante co-protagonista de una ópera glam de supervivencia al límite en plena guerra por la liberación de la tiranía de las grandes productoras. Todo mentira. Aquello solo fue la forma de apartarla a un margen que no le interesaba a nadie, apareciendo las veces contadas para que no nos olvidásemos de que ella y Longshot seguían con vida.

Fue necesaria casi década y media para que Claremont le pintara el pelo de rosa y volviera a tener protagonismo en sus 'Nuevos Excalibur', sin que le pasara nada especialmente relevante como tampoco le ocurrió en la 'Patrulla-X' de Matt Fraction. Con este fue parte más o menos regular de los X-Men y disfruto de un par de one-shots e historias autoconclusivas dedicadas a su persona, sí, pero ¿alguien recuerda algo importante que le ocurriera durante esta etapa, más allá de cantar mucho y ser amiga de Estrella del Norte?

Algo más osado fue Pak al convertirla en el eje de sus 'X-Treme X-Men' como una suerte de Barbarella interdiensional, con una Dazzler que por vez primera en mucho tiempo comenzaba a tener voz propia y a implicarse en algo más que ser Dazzler. Pero de nuevo resultaron mejores intenciones que resultados, finiquitando con prisas y a la carrera a aquella Alison Blaire líder que había estado al frente de un grupo de X-Men reunidos entre varias dimensiones. 


Ahí es cuando entra en escena Brian Michael Bendis, a quien la idea de que la diva mutante del pop tenga un papel destacado dentro de su comunidad no le contraria, convirtiéndola en el enlace de SHIELD con su la comunidad representada por las incontables facciones de X-Men. No es que Dazzler tuviera demasiada experiencia en el mundo del contraespionaje y las agencias de de seguridad internacional. Pero no es la primera mutante sin experiencia gubernamental que es reclutada por las agencias del orden para ejercer como intermediaria -hola X-Factor-, y su rol como estrella pública respetada cuyos poderes de colores no son una amenaza para nadie se prestaban a ello.

Pero resulta que Bendis se vuelve a marcar la maniobra de la 'Invasión Secreta' y Dazzler se pasa más de la mitad de la etapa en boxes, volviendo únicamente para protagonizar un cambio de look simbólico sin apenas profundidad. Más guiño a la Tormenta de los ochenta para convertir a Dazzler en su versión Ultimate que verdadera expresión de los sentimientos enterrados, aquella frivolización estética del dolor de la víctima parecía ser el tirón de la cadena definitivo para que cualquier conato de historia del personaje terminara diluyéndose por el mismo desagüe por el que Dazzler se pierde siempre. 


Y entonces, cuando toda esperanza a que volviéramos a tener una etapa mínimamente reseñable de Alison Blaire en la Patrulla-X parecía perdida, el tipo se saca un As de la manga que con una sola puntada convierte en un broche perfecto la colección de hilos sueltos. Todo en un solo número en el que Dazzler ni siquiera es la protagonista, pero en el que se las ingenia para cerrar su historia de forma perfecta y de paso reivindicarla como la pieza clave de la comunidad mutante que nunca había sido. Una nueva voz a tener en cuenta dentro de la mayor colección de puntales ideológicos que ha dado el cómic de superhéroes americano
.
Porque al contrario que los Vengadores, la escuela de los X-Men nunca ha tenido como objetivo entrenar soldados, sino “líderes” de futuro. Algo patente a través de toda la revolución mutante de Cíclope, iglesias de Jean Grey, Campeones de Warren Worthington, Bestia, Tormenta como puntal inamovible de los X-Men, Banshee y sus Cuerpos-X, Kitty Pryde tomando las riendas de la Patrulla-X original, Magik como señora del Limbo, Mancha Solar refundando los Vengadores, Bala de Cañón, Danielle Moonstar, Cable, Emma Frost, Tempus y un larguísimo etcétera al que ahora hay que sumar a Dazzler. 

 
Antesala simbólica de aquel futuro que introducía en 'La Batalla del Átomo', Bendis puede colgarse la medalla de haber dejado una Dazzler para el recuerdo. Una que para colmo viene acompañada por un fantástico elenco de secundarios, y con la que de paso nos recuerda que el fin de los superhéroes no temina en defender el orden establecido, sino en seguir la luz en busca de un futuro mejor. El momento para resumirlo todo, a golpe de click

 

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