viernes, 6 de noviembre de 2015

Un refugio para el Warcraft


Todo mi conocimiento del universo del Warcraft viene de la tercera entrega de la saga. Gran juego. Más difícil que colocar brackets a un orco, pero de los que compaginan tan bien la trama con el juego, que es difícil no terminar con esa satisfacción de un final de los que crean leyenda. Con su riquísima mitología de razas fantásticas más allá de lo medieval como otro aliciente, por alguna razón u otra nunca llegué a continuar la saga con 'Frozen Trone', ni mucho menos 'World of Warcraft'.

Aun así, le tengo suficiente nostalgia como para verme atraído a la adaptación cinematográfica de Duncan Jones, quien se alía con Blizzard para trasladar al cine 'Orcos y Humanos'. Presentada en un esperado trailer de 'Warcraft' que busca congregar todo el espectáculo de sus mejores cinemáticas, no se si la trama ya es la misma que propusiera el primer videojuego de la saga, o este se centraba más en la guerra cruda sin las motivaciones humanitarias de por medio.

En la película, el trailer nos muestra a una beligerante raza de Orcos forzados a abandonar su mundo ante la falta de recursos, chocando de bruces con otro mucho más verde y fértil: El de los humanos de Azeroth. Un pueblo desolado por siglos de conflicto, escapando por su vida por colisionar con otro que se considera a si mismo la joya de la creación, pero que no puede evitar mirar con recelo y desconfianza a estos nuevos inquilinos. ¿Habrán llegado los Orcos para quitarnos el trabajo? ¿Por qué dicen que están tan mal si luego traen hachas y no tienen pinta de pasar mucha hambre?


Es probable que hasta los liderés de La Horda señalen al trono de los humanos como el Gran Satán responsable de todas sus desgracias, y que incluso pasen por el cuchillo a los miembros de su raza que opinen de otra manera. La principal regla de los blockbusters es la de no complicarse demasiado la vida y crear una trama reconocible con la que el gran público pueda empatizar. Para la película de 'Warcraft', casi se podría pensar que Duncan Jones ha hecho justo lo contrario de lo que se esperaba, y que en lugar de meter la cabeza en el ordenador hasta no ver otra cosa que jabalíes y barras de experiencia, ha decidido sacarla en busca de Las Hordas y Alianzas de cada día.

La verdadera guerra de Warcraft no es la que sucede através de ADSL y cables de fibra óptica, sino otra mucho más cercana que se nos hace más incómodo tener presente. Si se trata de algo casual, quizás sea oportuno entregar una medalla a los hados del azar por su nueva gesta. 


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