lunes, 2 de noviembre de 2015

One-Punch Man, la tragedia del hombre más fuerte del mundo


Superman y su ilimitada fuerza. Ese argumento tan a menudo esgrimido por los detractores del personaje al hablar de las razones de su falta de interés, y que ha terminado por convertirse en una de las mayores falacias por parte de los que no entienden al último hijo de Krypton en absoluto. Solo con su primera aproximación cinematográfica al personaje, Richard Donner ya se encargó de demoler la máxima de forma incontestable, por medio de una escena de tres minutos en la que reflejaba perfectamente la tragedia del hombre más fuerte del mundo.

Llegado desde un planeta alienígena con una constitución sobrehumana capaz de prácticamente todo, el joven Clark Kent comenzaba a descubrir sus poderes, viéndose tentado a usarlos como cualquier otro adolescente para alardear frente a sus compañeros. Con el futuro del mundo en sus manos y un potencial ilimitado para prácticamente todo, Clark se enfrentaba a una edad difícil en la que se forjaría el hombre que sería durante el resto de su vida, dando lugar a un conversación padre-hijo en la que Jonathan Kent trataría de orientarle.


Rodada a través de los interminables campos de cereal de la América rural, Donner resumió todo lo que hay que saber sobre Superman con una charla en la que Glenn Ford abrazaba fraternalmente a Jeff East mientras caminaban hablando sobre el futuro y su lugar en el mundo. Una escena familiar con sabor a labranza, tarta de manzana y siesta en el porche, que concluía cuando Clark corría hacia el granero con su perro y Jonathan trataba de seguirlos hasta frenarse en seco por un frío hormigueo en su brazo izquierdo. La vida de Pa Kent se esfumaba sin que su hijo -con toda su omnipotencia- pudiera hacer nada para evitarlo.

Empequeñecido por la inmensidad del paisaje, el dolor se convertía en la más severa de las enseñanzas para el joven Superman, completamente desolado por la fragilidad de la vida humana y su propia impotencia para salvar a su padre. Yendo más allá de la borrachera superlativa de los poderes de su personaje, Donner nos enfrentaba a la abrumadora insignificancia del ser humano y la insoportable soledad de el hombre que lo tiene todo. Una angustia vital igualmente palpable -aunque de forma más tragicómica- en One-Punch Man.

Solo un tipo corriente que ejerce como un héroe corriente

Creado por el mangaka ONE, este alopécico superhéroe de rasgos apenas esbozados nació en forma de webcomic, para después saltar al Manga primero y a la pequeña pantalla con MadHouse después. Lo que propone es tan sencillo como presentar a un superhéroe cuyo nivel de poder es tan descabelladamente alto, que puede acabar con cualquier enemigo de un solo puñetazo. A priori podríamos pensar que una habilidad como esa convertiría a cualquiera en la envidia de su gremio. Pero lo que persigue a Saitama -la identidad civil del desempleado que se convierte en One-Punch Man- es en realidad el completo vacío de ser incapaz de encontrar un reto que le dure algo más que unos segundos.

A pesar de que llevaba sin catar ningún anime desde tiempos de 'Gantz' y que la impresión que tenía del estado actual de la animación japonesa no era demasiado optimista, 'One-Punch Man' (El Hombre de Un Puñetazo) me ha resultado una propuesta francamente fresca dentro de un género tan básico como viene siendo el shönen. Cargada de ingenio a la hora de mofarse de tics y lugares comunes, con una completa falta de pretensiones y un ritmo constante en el que la exagerada acción está más cerca del slapstick que de todos Goku de la vida, hay algo en su encanto primario que recuerda aquel Hellboy iniciático que hiciera suya la fórmula de la aventura de situación a base de monstruos, frases y hostias.

La tragicomedia del hombre más fuerte del mundo. 

Hipérbole de los dramas y miserias de ser tan bueno en algo que lo que disfrutas termina convirtiéndose en una fuente de frustración y tedio, 'One-Punch Man' tiene material para dejar huella como una disparatada sátira de los superhéroes con ramalazos de patetismo existencial. Todo depende de que sea capaz de mantener la chispa inicial, eludiendo fantasmas como la apatía y la repetición. No en vano, si algo sabe Saitama tanto como Superman es que no todo son alegrías en ser el hombre más poderoso del mundo, y que hay un enorme trecho para caer de boca cuando te elevas Up, up and away!


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