domingo, 12 de noviembre de 2017

La Biblia de Rosencrantz, Guildenstern y Rick Deckard


Volvemos a Blade Runner 2049. En esta ocasión, aunque ya sabéis que me gusta minimizar el contenido de SPOILERS, inevitablemente hablando de elementos cruciales de la trama de la secuela de Blade Runner: Hay un chiste, broma, comentario jocoso o como queráis llamarlo que siempre me ha hecho bastante gracia. No “gracia” en el sentido de estallar a carcajadas, sino más bien de la que te hace darle vueltas a la cabeza hasta acabar verle una suerte de lúcida genialidad. Di que hablamos de conductores que van en sentido contrario, curas que rezan para ser salvados de inundaciones o, lo que nos atañe a este caso. El dicho popular que reza algo así como “pintar menos que San José después del nacimiento”. Si alguien se pregunta que a qué viene esto, dejémoslo en que difícilmente se podría resumir mejor el papel de Rick Deckard en Blade Runner 2049 que con esta frase.


Hablando hace poco de la película original de 1982, alguien señalo cómo una de las principales virtudes de esta, es que estuviera enfocada desde la perspectiva -no de Deckard y el resto de Replicantes que cargaban con el peso de la trama de la cinta- sino del tipo dedicado a darles caza. A Blade Runner 2049 tampoco es que le falte miga en ese aspecto, y dentro de las dos tramas más grandes que la vida en rumbo de colisión que plantea -los sueños megalómanos de Niander Wallace y su ejército de replicantes esclavos frente al movimiento de insurrección de estos- da la impresión de que el film estuviera determinado a centrarse en personajes que por una razón u otra son intrascendentes para todo este entramado. Y a la cabeza de todos, Rick Deckard

Volviendo a reiterar en que las siguientes líneas suponen importantes SPOILERS de la trama de la cinta de Dennis Villeneuve, no es ya que el personaje salga relativamente poco, para lo que uno podría esperar considerando que fue la estrella de la original. Tampoco es que la película no lo aproveche, que su aparición en la cinta esté metida con calzador, ni que sea uno de esos casos en los que -como en En Busca del Arca Perdida- si eliminásemos a su personaje de la cinta no cambiaría absolutamente nada. O, bueno, no exactamente en lo que atañe a esto último.

Lo verdaderamente significativo dentro del carácter anecdótico de Rick Deckard en Blade Runner 2049 es que su grandeza está en su propia intrascendencia. Si tuviéramos que resumir cual es la verdadera importancia del personaje de Harrison Ford a lo largo de toda esta saga de replicantes y humanos desarrollada entre dos películas y tres cortometrajes, sería haber inseminado a Rachael... y desaparecer. Si lo analizamos fríamente, ni el personaje llegó a tener ningún tipo de relevancia real en Blade Runner más allá de ejecutar a un puñado de replicantes -Deckard no consigue evitar que los replicantes lleguen a Tyrell, ni logra ser capaz de eliminar a Roy Batty, como tampoco depende de él que Rachael sobreviva-, ni en Blade Runner 2049 llega a tener más importancia que la de un zángano en una colmena de abejas. 

 
Como un San Jose que -más allá de habérselas ingeniado para al menos participar en la impronta genética- fuera consciente de que no tiene sentido prolongar su papel más allá del nacimiento, Deckard decide que lo mejor que puede hacer por Rachael y la criatura que lleva en sus entrañas es desaparecer. No solo desaparecer, sino borrar además cualquier tipo de vínculo que los pudiera conectar a ellos, negándose cualquier implicación con el fruto de su simiente. Una condena asumida por voluntad propia, exiliándose a si mismo a una ciudad de fantasmas y juguetes rotos, mientras Rachael se erige como una suerte de Virgen María sacrificial, y el fruto de ambos en el mesías prometido.

Más allá de esto, ni tiene demasiada importancia que KD6-3.7 de con él, ni es que Niander Wallace fuera a conseguir nada de él por mucho chantaje emocional o tortura a la que recurriese. Completamente a ciegas respecto al paradero del mesías que podría derribar toda frontera entre replicantes y humanos por decisión propia, es la propia revolución la que permite a KD6-3.7 seguir su viaje -sin que su encuentro con Deckard tenga ningún tipo de relevancia para la captación final de este- ni es que su captura lleve a Wallace a ningún sitio. Como aquellos personajes de Hamlet que -sin pretenderlo- se veían atrapados en una espiral de muerte y tragedia que no les venía a cuento, pero que irremediablemente determinaba su fatalidad, la principal virtud del personaje de Ford es su irrelevancia. Pero siendo que este es un carácter igualmente presente en el viaje al engaño de KD6-3.7, la falsa historia de amor de Joi, el inñutil complot de Joshi para proteger a la humanidad, los iracundos estertores de Luv en un desesperado intento de probarse digna e incluso la desnortada búsqueda del citado Wallace, puede que sea en esta futulidad donde esté la verdadera trascendencia de Deckard. 

 

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