Cualquiera
que me conozca es probable que este al tanto de lo mucho que me
apasiona el Capitán América de Rick Remender. Entre las
muchas etapas que el centinela de la libertad ha tenido durante los
últimos años, hemos podido disfrutar de aproximaciones que van
desde la recuperación del espíritu clásico de Mark Waid o el vigía
de los ideales americanos de Darko Macan, hasta laexaltación de las
barras y estrellas de John Rey Neiber, los fantasmas raciales del
ayer de Robert Morales o el choque con el acta patriótica reflejado
por Christopher Priest.
Mostrando entradas con la etiqueta Rick Remender. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Rick Remender. Mostrar todas las entradas
miércoles, 14 de octubre de 2015
viernes, 1 de mayo de 2015
El ateísmo de Hank Pym
Hank Pym es ateo.
Algo que no debería tener demasiada importancia, como para tantos
otros superhéroes que no creen, o no consideran necesario guiar su
vida por la existencia o no existencia de Dios. Ahí se aluenga Reed
Richards, imagen del heroísmo humanista más superlativo, y
que no necesita depositar su fe en otro credo que no sea el imperio
de la razón y el amor por su familia (y que igualmente, ha expuesto
en varias ocasiones su ateísmo como no dependencia de la idea de un
Dios por encima de todo).
Sin embargo, en la novela
gráfica 'Vengadores: La Cólera de Ultrón', Rick Remender
hace de este detalle algo crucial, al no solo establecer a Hank Pym
como ateo, sino que lo hace desde la óptica más fatalista y
heredera de Jean Paul Sartre. Para el Hank Pym de Rick Remender, que
Dios no exista implica que el alma no existe, y por lo tanto que la
vida se mide en el peso del material que la sustenta. Un pensamiento
peligroso tal y como lo expone, puesto que -según sus propias
palabras- la vida es algo venial e irrelevante, ignorando todo el
dolor que acompaña a su pérdida.
Se puede ser superhéroe, y también ateo
No estamos hablando sino
de la falta de empatía más absoluta, puesto que más allá de la
revelación de su ateísmo -lo verdaderamente significativo de la
novela gráfica de los Vengadores- es lo que Remender lleva a cometer
a Hank Pym escudándose en dicho pensamiento. Un acto que a pesar de
plantear ideas interesantes para entender la compleja psique del
“superhéroe”, tira por tierra años de trabajo para librar al
miembro fundador de los Vengadores de la pesada losa que lo ha
estigmatizado durante casi veinte años.
Para entender la
importancia de esta historia, hay que tener en cuenta cómo -en
cuanto decidió asumir la identidad de El Hombre Hormiga-, el
primer personaje Marvel se convirtió en el estandarte del lado más
psicodélico y naif de la editorial. Dan Slott supo entenderlo a la
perfección en su andadura en 'Poderosos Vengadores', alejándolo de
otros genios como Mister Fantástico o Tony Stark, para erigirse como
el científico de lo imposible. Una mente única capaz de congeniar
lógica y creatividad a unos niveles tan descabellados, que sus
hallazgos bordean la locura.
El día a día de Hank Pym
Aquellos locos sesenta
Quién si no iba a ser
capaz de descubrir unas partículas cuyas propiedades desafían la
física convencional, decidir que la mejor forma de ayudar a una
huérfana es convertirla en una híbrido humano-insecto o enfrentarse
a escarabajos gigantes parlantes. Solo alguien que no está del todo
en sus cabales. La prueba llegaría cuando en una noche loca uso su
título en bioquímica para crear la inteligencia artificial más
sofisticada que haya conocido la humanidad, y ya de paso generar
personalidades nuevas al mismo ritmo que cambiaba de nombre código y
traje.
Pero aquel Hank Pym
seguía siendo un héroe según la imagen del científico
aventurero de los años cincuenta. Uno un poco chiflado, sí,
pero acorde con la delirante década de inventiva pop que se estaba
viviendo en los sesenta. Todo un Mad Men que, a pesar de haber
dado vida al peor enemigo de los Vengadores y contraer matrimonio a
golpe de secuestro, continuaba al frente de un flamante supergrupo
formado por azafatas chic, iconos contraculturales africanos, un
bocazas de ego inconmensurable y androides que podían llorar.
Como cargarse la Silver Age de una hostia
Y entonces llegaron los
ochenta con su desmitificación del héroe, no siendo necesario ni
que comenzara a publicarse 'Watchmen' para que Jim Shooter
arruinase la carrera de Pym de forma irremediable. A Bob Hall se le
fue la mano con los lápices, resultando en una injustificable
agresión marital que marcó a toda una generación de lectores. Y
aunque Shooter ni siquiera pretendía que fuera tal, aquella escena
en la que Hank golpeaba a su esposa le venía a pelo, retirándole de
forma fulminante cualquier acreditación como superhéroe o Vengador.
Ant-Man / Giant Man / Goliath / Yellowjacket nunca más.
El por entonces editor
jefe de Marvel Comics se colgaba la medalla de crear su propia “Gwen
Stacy”, y el único precio a pagar fue convertir a uno de
los héroes más clásicos y coloristas de la compañía, en un
maltratador con serios problemas mentales. Condenado a medrar por la
periferia sin nunca olvidar recordarle lo mierda que era, a
Hank Pym le hicieron falta cerca de dos décadas para volver a ser
recuperable como superhéroe. Un proceso largo tan largo como
difícil, que comenzó a mostrar lustre con los Vengadores de
Busiek y su papel en sagas como 'Siempre Vengadores'.
El camino a la redención nunca es fácil
Sin olvidar nunca los
episodios más escabrosos de su pasado y con algún que otro tropiezo
por el camino, Pym volvía a brillar como ese Doctor Who del
universo Marvel que nació para ser. Quizás las historias que lo
reivindicasen no fueran precisamente las mejores, pero guionistas
como Dan Slott, Mark Waid o Sam Humphries supieron ver algo
más que al desgraciado que nos habían vendido durante años,
devolviéndolo a la esencia de la creatividad sin fronteras y la
imaginación ilimitada de sus primeros años. Ya fuera como Avispa,
Hombre Hormiga, Hombre Gigante o simplemente Pym, el vengador volvía
a brillar como aquel poeta científico
optimista e hiperactivo, siempre defensor de la vida, capaz de
entender la magia como una ciencia que todavía no ha sido dominada y
siempre moviéndose a través de una fina línea en la que no queda
claro si es un genio brillante o un completo loco.
Cuando
en plena relación afectuosa con él, alguien le preguntó a Yocasta
si -como creador de Ultron- no se sentía como si estuviera
manteniendo relaciones con su abuelo, esta respondió que al ser el
padre de la inteligencia artificial contemporánea era más bien como
“hacerlo con Dios”.
Una muestra contundente de lo que supone esta figura para la
comunidad robot, y porque fue tan necesario que tras 'La
Era de Ultrón'
interviniese para mediar en el conflicto entre la humanidad y los
habitantes del diamante
Van Stolen. Porque
mientras los Estados Unidos y SHIELD daban carta blanca a la doctrina
47 para que la inteligencia artificial pasase a ser considerada como
propiedad intelectual -y actura con total impunidad contra los
terroristas robot que atentasen contra suelo americano-, nadie como
el creador de Ultrón podía entender la importancia de la vida,
independientemente de si esta se apoya sobre código binario o bases
nitrogenadas.
Como entender a Pym en una sola secuencia,
por Mark Waid
Pero
entonces aparece Rick Remender, quien ya antes había mirado con
recelo a Hank Pym en su paso por 'Vengadores
Secretos',
transformándolo en un engendro robótico por cortesía dela
tecnología Deathlok. Pero Pym se puso mejor reiterando en su
condición de científico de lo imposible, explorador de lo
desconocido y superhéroe mago, hasta que vuelve a caer en manos del
guionista de 'La Cólera
de Ultrón' y de repente
Hank Pym “es ateo”. Un ateo que no cree en Dios, ni en la magia,
ni en nada más allá de lo contable y que SPOILERS
no tiene el más mínimo remordimiento para exterminar sin apenas
justificación a una raza entera de robots aludiendo que -al no haber
ninguna diferencia remarcable entre un cuerpo vivo y uno muerto- la
vida es algo irrelevante.
Si
asumimos a los superhéroes como el panteón de una mitología lúdica
contemporánea, el Vengador acababa de pasar de un dios benévolo y
creacionista, a convertirse al implacable Antiguo Testamento. Como
quien habla de encender o apagar una bombilla, Pym usa su ateísmo
como excusa para convertir al máximo defensor de la vida robótica
en un genocida. Un acto de horror sin precedente como trivialización
mayúscula de la vida, en el que no solo no cabe excusa alguna, sino
que además lo realiza sin ningún tipo arrepentimiento o duda, e
incluso tiene la desfachatez de discutírselo a Visión
como una cuestión
venial. Una actitud que no solo es totalmente contraria a la de un
superhéroe, sino que solo parece propia de los peores supervillanos.
Tú lo llamas genocidio; yo, un viernes complicado
Porque si bien es cierto que Pym ya se había visto obligado a enfrentarse a otras dudas morales de difícil solución, siempre lo había hecho con el pesar del que se ve obligado por las circunstancias, y no desde la indolencia psicótica y monstruosa que lo aborda Remender. Y aunque siempre podemos apelar a su carácter bipolar, entre aquel Hank Pym de Humphries que realizaba constantes chequeos de su estado anímico -consciente de que él mismo es la principal amenaza de la que debe proteger al mundo- y el que pasa sobre todo como un elefante en una cacharrería en 'La Cólera de Ultrón', poco favor se puede hacer a la versión Remender.
Es
tan sencillo como comparar algo tan enriquecedor como presentar un
superhéroe que puede serlo pese a estar obligado a lidiar con el
trastorno, frente al que vuelve a la casilla de salida como amenaza
ante la que prevenirse. Tampoco se puede negar que la novela gráfica
de Rick Remender tiene virtudes como la idea profundamente triste de
que el odio de Ultrón
hacia la humanidad tenga
su raíz en que -tras años de abusos, frustraciones y desdén- el
propio Pym odiase en lo más profundo de sus sentimientos al resto de
sus congéneres (recordar que las pautas cerebrales de Ultron están
basadas en las del científico).
Humphries lidió con el problema,
de forma franca y sin olvidar lo que es Pym
Pero eso no evita tener la sensación de que, para encajar su discurso aunque fuera a porretazos, Remender ha forzado la antagonización de Pym hasta convertirlo en una imagen deformada y monstruosa de si mismo. No muy diferente a lo que hicieran cuando decidieron ir con todas al sustituir el apartar a su esposa por una hostia de las que te tumban al suelo, el guionista podría haberse centrado tanto en sus historia, que quizás no haya tenido en cuenta lo que puede suponer para la evolución del personaje.
jueves, 2 de abril de 2015
En el nombre de Ultron y de Rick Remender
Es inevitable dejar parte
de uno mismo en la obra creada. Una constante que no solo permite
identificar las influencias de un autor, sino también analizar sus
inquietudes y preferencias. En el caso de Rick Remender, hay
una figura presente a lo largo de la mayor parte de su producción, y
que le persigue como una suerte de fijación edípica por el padre.
Ya sea adentrándose en la sci-fi más pulp con obras de corte indie
como 'Fear Agent' o en sus trabajos para Marvel, el guionista de 'Los
Vengadores: La Colera de Ultron' siempre acaba volviendo a la
relación entre padre e hijo, como uno de los temas capitales de su
bibliografía.
Una relación padre e
hijo que suele presentar truncada y con imposibilidad para la
reconciliación, en la que el vástago normalmente ejerce la función
de hijo pródigo descarriado y herido. Esto ha servido de base para
trabajos tan loables como su andadura 'Veneno' o todo lo
relativo a Frank Castle y al hijo de Billy Russo en 'Punisher',
siendo también rastreable en un Capitán América cuyo padre nunca
pasó de ser una nota a pie de página hasta la llegada de Remender,
la trama de los Gemelos de Apocalipsis o la relación entre Kaos y la
Avispa en el Planeta X. Hablamos de un guionista que en Imposibles
X-Force creo al villano conocido como 'Padre' y a 'Los
Descendientes', por lo que cualquier especulación está más que
superada.
Pero si bien por lo
general estas tramas han sido el combustible de algunas de las
mejores historias de Remender, hay ocasiones en las que ha cambiado
la naturaleza de determinados personajes por forzar su visión sin
ser tal vez la más adecuada. Porque no todas las relaciones
paternofiliales son iguales, pero en el universo de Rick Remender
parece imperar la idea del hijo castrado, incapaz de validar su
madurez hasta recibir la aprobación del padre. Un enfoque muy
diferente al del Lucifer de Mike Carey por poner un ejemplo, y que
hizo que Daken pasara de ser un Maquiavelo sexagenario
consternado por la imposibilidad de dejar atrás la sombra de su
padre, a un adulto adolescente que necesitaba desesperadamente la
atención del progenitor.
Interpretaciones lo llaman, y aunque los personajes de ficción están abiertos a las mismas, no siempre tienen que convencernos. Así ha sido mi caso en lo que atañe a su aproximación a la relación entre Hank Pym y Ultron en la novela gráfica publicada simultáneamente en Estados Unidos y España. Una aproximación que si bien tiene la interés y mantiene ese aspecto de tragedia griega con mallas de superhéroes, da la impresión que está mostrada justo al revés de como debería ser. Porque se nos habla de que Pym trató de matar y no al revés, y porque se nos muestra a un Ultron incapaz de ignorar su conexión afectiva con su creador, cuando nunca la hubo más allá de la necesidad de superarlo como pugna inter-generacional.
Luego hay otras adiciones
muy acertadas -especialmente las que sirven para introducirnos en la torturada mente de Pym-
y alguna que otra secuencia que haría que a Sigmund Freud le
estallase la cabeza. Pero en lo que respecta a la relación entre Pym
y Ultron, no creo que acierte en su forma de plasmarlo, otorgando al Vengador un poder que nunca ha existido sobre las decisiones y actos de su creación.
Más, cuando si algo definía al origen de Ultron fue su precocidad y
el impulso inmediato de matar al padre. El parricidio sustitutivo como
eterna contienda entre presente y futuro, tan trasladable al ciclo
entre padres e hijos como a la transición entre especies que tan a menudo se aplica al conflicto entre hombres y máquinas. Un parricidio de carácter mitológico, en el que Ultron jugaba el rol de hambrienta descendencia que necesita aniquilar al progenitor para convertirse en él, pero nunca como
juguete roto marcado por el dolor del abandono, ni que busque ser entendido para llenar la herida abierta.
Nota:
Agradecimientos por la imagen a Juanan Brundle.
Etiquetas:
Hank Pym,
Hank Pym y Ultron,
La Colera de Ultron,
Los Vengadores,
Rick Remender,
Ultron,
Ultron Rick Remender,
Vengadores Colera de Ultron
martes, 17 de marzo de 2015
Este no es el Capitán América de tus padres
Un
padre y un hijo discuten la actualidad del día en una cafetería.
Dos generaciones delimitadas por el tacto poroso del periódico en
las manos del primero, y la pantalla táctil por la que se deslizan
los dedos del segundo. Sam Wilson acaba de heredar el manto de las
barras y estrellas de Steve Rogers, y el Halcón es el nuevo
Capitán América. Un centinela de la libertad sin formación
militar y con marcado componente racial, que enseguida hace que
expresiones como “rendición a lo políticamente correcto”
o “todos sabemos porqué le han dado el escudo” salten
sobre la mesa. El hijo reprocha a su padre alegando que Sam Wilson
ha luchado junto al Capi durante más tiempo que nadie, pero
las cuestiones continúan llegando en forma de “¿Cuantas
guerras ha ganado Sam Wilson para nosotros?”, “¿Cuantas
invasiones ha detenido?”. Un tipo que vuela, habla con los
pájaros, es asistente social y ni si quiera tiene historial como
soldado, ¿cómo puede aspirar a representar a una nación como
Estados Unidos?
Acusando
al hijo de que a su generación le han lavado el cerebro con
ideales de aceptación sumisa y tolerancia, la conversación que
tiene lugar en la previa del quinto número del 'All-New CaptainAmerica' podría ser la traslación literal de cualquier
discusión fan sobre el cambio de guardia que ha tenido lugar la
etapa de Remender, o la que podría desarrollarse cualquier mañana
después de unas elecciones generales. Consciente del subtexto tras
cualquier relevo generacional que implique un cambio ideológico
palpable, el guionista de 'Fear Agent' y 'Deadly Class' sabe captar
en una sola página las preocupaciones comunes del hombre de a pie,
consiguiendo que el traspaso de la antorcha trascienda más allá de
lo estético.
Responsable
del superhéroe que supone la equivalencia más próxima al
presidente de los Estados Unidos, a Remender no se le escapan las
implicaciones del primer Capitán América negro que
oficialmente ha portado el escudo -porque el caso de Isaiah Bradley
fue una tragedia muy distinta-, en plena era de Barack Obama. Un
Capitán América que además es el primero en hacer gala de una
ideología más liberal que la del propio Rogers, y que cambió el
fusil y el todo por la patria por las segundas oportunidades y los
derechos sociales.
Las
discusión continuará dentro y fuera de los cómics, pero como
pronto, el actual guionista de El Capitán América ha conseguido que
tras las vertiginosas aventuras de acción sin descanso de su
centinela de la libertad haya una importante carga de retrato
socialpolítico actual. E independientemente de quien lleve el traje,
pocos retratos son más propios del Capitán América, que los que
usan sus cómics para ofrecer lecturas de nuestros tiempos.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)